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Como olvidar el 13 de noviembre de 1985, noche en la que el Volcán Nevado del Ruíz dejó ver su furia expulsando gases, material, ceniza y aire atrapado caliente que derritió un casco de nieve y produjo la avalancha más grande de la historia del país, sobre las 11:00 p.m. llegó al municipio de Armero, el segundo en importancia en el departamento del Tolima, habitado por 40.000 personas.

En ese entonces, la Cruz Roja Colombiana, como organismo de socorro, llegó a la zona de esta gran tragedia con el propósito de salvar vidas y ayudar a las personas damnificadas. Con motivo de los 30 años de conmemoración de esta tragedia,  Acción Humanitaria en Movimiento comparte algunas historias de voluntarios que aún recuerdan con profunda tristeza el episodio más doloroso del país:

Una víctima que se convierte en héroe

5Salvador Castellanos es un tolimense de 48 años que dedicó más de 20 al voluntariado de la Cruz Roja Colombiana en Armero. Recuerda que, días antes de la tragedia del 13 de noviembre de 1985, había llovido ceniza. El día de la emergencia se encontraba en la Seccional de la Cruz Roja con su grupo de juveniles realizando algunas actividades, pero inquietos se preguntaban sobre la posible avalancha que causaría el Volcán Nevado del Ruiz. En la noche, Salvador llegó a su casa y con poco tiempo logró llevar a su familia al techo de su casa.

15 minutos después del paso de la fuerte corriente que les llegó a los pies, se partió el piso en dos. Fue la última vez que Salvador vio a su familia con vida. La corriente lo arrastró por cerca de cinco horas hasta que logró aferrarse a las ramas espesas de un árbol. Cuando amanecía, Salvador escuchaba las quejas de varias personas que solicitaban ayuda, pronto su espíritu voluntario salió a flote y logró salvar a cerca de 27 personas durante 17 horas a las que logró llevar a un cerro cercano. Pronto llegó un helicóptero y al verlo Salvador se desplomó por las heridas y el cansancio.

El día en que se congeló mi corazón

James Wilson Cuellar, voluntario de la Cruz Roja Colombiana de la Seccional Huila, recuerda su labor en Armero. “El 15 de noviembre viajé con un equipo de socorristas a Armero, con la misión de cuidar el carro en el que íbamos. Ese día llegamos a un campamento improvisado, rápidamente los socorristas iniciaron sus labores, pero como el carro quedó guardado, aproveché para ir al lugar donde estaban llevando a los rescatados y ver en que podía ayudar.

De inmediato alguien me entregó una manguera para bañar a los sobrevivientes y quitar el barro que tenían desde varios días en sus cuerpos. Misión que en principio me pareció fácil, pero cuando vi que con el barro se desprendía también la piel, se me congeló el corazón. A partir de ese instante entendí la magnitud de la tragedia, para estos colombianos, el dolor del alma era más fuerte que el dolor físico, pues lo habían perdido todo, y eso aumentó mis ganas de servir”.

Los Ángeles socorristas de Armero

21Cada vez que le hablan a Harol Trujillo Bocanegra de la tragedia de Armero se le viene de inmediato la imagen de un hombre aprisionado por un muro, quien por su desespero intenta cortar su pierna con un pedazo de zinc. Con el lodo hasta la cintura Harol y otros socorristas llegan para dar auxilio a este hombre, que rápidamente lo amarran a un lazo y lo suben por un helicóptero. Harol no volvió a saber nada de este hombre, y quizás haya fallecido en su traslado, ya que tenía graves heridas.

La noticia de la avalancha llegó a sus oídos escuchando al periodista Yamit Amad. Horas más tarde Harol sobrevoló la zona con la esperanza de encontrar el pueblo de Armero, pero solo vio lodo, desolación y muerte. Al bajar lo impactó ver a niños y adultos morir, lo más triste de la situación era que ese lodo espeso y caliente les impedía a los socorristas llegar con rapidez a brindar la atención a las víctimas.

No olvida a los cerca de 90 voluntarios de la Cruz Roja en Armero que perdieron sus vidas tratando de salvar la de sus familias, y a los que fueron arrastrados por la avalancha y perecieron.

Nacimiento en el Cerro de la Cruz

En medio de la emergencia y la urgencia de buscar personas con vida, Desiré Arias una de las voluntarias más veteranas de la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá, recuerda la emergencia que partió en dos la historia del país y de la atención de emergencias en Colombia.

“Viajamos en la mañana al siguiente día de la emergencia, éramos varios voluntarios que llegaron a Armero con la esperanza de salvar vidas y ayudar a todo un pueblo afectado por la avalancha. El helicóptero me dejó a mí y otros voluntarios en el Cerro de la Cruz, allí iniciamos la atención. Las condiciones no eran fáciles por la densidad del lodo y la cantidad de escombros que había.

Al tiempo de nuestra llegada traían a una paciente que estaba a punto de dar a luz, con varias lesiones en su pierna, brazos y con fuertes contracciones. Recuerdo que había un médico y entre los dos ayudamos a esta mujer a dar a luz, en medio de muchas complicaciones, porque no teníamos los elementos de esterilización adecuados. Pronto llegó un helicóptero y se llevó a las dos personas de la zona para recibir atención especializada. Aunque nunca volví a saber de ellas, tengo la esperanza de que ambas están bien”.

La hija de Armero

6Rugen las montañas, el suelo hierve y la oscuridad avanza. Es Armero el 13 de noviembre de 1985, en medio de la avalancha de lodo y piedra que bajó por el río Lagunilla tras el deshielo del volcán Nevado del Ruiz. Armero quedó sepultado y apenas 15 mil de sus 40 mil habitantes lograron sobrevivir. Sin embargo, mientras algunas historias concluían, otras apenas se empezaban a escribir.

Una mujer de nombre desconocido, y a punto de dar a luz, es rescatada y trasladada en helicóptero por un voluntario de la Cruz Roja Colombiana al hospital Federico Lleras Acosta en la ciudad de Ibagué. La vida se impone y el tiempo no alcanza. El parto es atendido en medio del despegue de la aeronave, y desde el cielo nace una nueva hija de Armero que lleva el nombre de “Esperanza”.

Vida en la Avalancha de Armero

Juan Manuel Rivera, voluntario juvenil de la Cruz Roja Colombiana, relata su labor en Armero. “La experiencia en Armero fue muy dura. En mi caso, duré 8 días que no sabía que era tomar y comer algo caliente. Recuerdo que al día siguiente de la tragedia llevé unas neveras con unidades de sangre para el Hospital de Mariquita a donde estaban llegando la mayoría de los heridos. Nos fuimos en una avioneta de la Fuerza Aérea y al llegar a Mariquita, uno de los pilotos me dice: -Juan Manuel, la tragedia no está aquí, está en Armero-. Nos montamos 6 voluntarios en la avioneta y entramos a la zona, nos dejaron en la cúpula del hospital siquiátrico. 

En medio de la búsqueda de personas con vida, recuerdo que en el segundo piso del hospital, encontramos a un médico que estaba haciendo su rural y tenía una de sus piernas atrapadas en los rayos de una bicicleta contra un muro. Encontramos varios frascos de analgésicos, ya que no soportaba el dolor. 

Finalmente, logramos romper la bicicleta, tenía la pierna destrozada. Lo pusimos en un helicóptero y al llegar al hospital los médicos tuvieron que amputarle la pierna. Luego de varios años nos lo encontramos, se acercó a nosotros y entre abrazos y lágrimas nos dio las gracias por haberle salvado la vida”.

Acción humanitaria de la Cruz Roja en Armero

32Atilano Salgado Forero (QEPD), fundador de la Cruz Roja Colombiana Seccional Tolima, recordó en su  momento:“La tragedia de Armero fue algo que nos impactó mucho, puesto que no estábamos preparados para una tragedia de tal magnitud, en esa época no había la capacidad de personal ni tecnología como hoy en día y aun así lo dimos todo para salvar vidas.

La Cruz Roja era lo primero que había en el departamento, en cualquier eventualidad que ocurría la institución humanitaria siempre estaba presente, contábamos con pocas herramientas para la atención en emergencias. En la Seccional habían cerca de 300 juveniles y 700 socorristas.

Cuando ocurrió lo de Armero varios de los voluntarios prestaron ayuda para salvar a cientos de personas al segundo día de la emergencia”.

Nace una niña en medio del desastre

Mientras la muerte era la protagonista en Armero, la vida demostró su terco afán de mantenerse, cuando una mujer con ocho meses de embarazo sumergida en el lodo, acompañada de los cadáveres de sus otros dos hijos, dio a luz a una niña.

Carmen Cecilia de Moreno, se encontraba en su casa la noche de la tragedia, cuando la avalancha arrasó con su casa y el lodo sepultó a toda su familia. Cecilia fue encontrada por los socorristas de la Cruz Roja Colombiana tres días después de la tragedia y desde entonces se inició una intensa tarea para tratar de rescatarla con vida.

Las palas, sierras y taladros no fueron suficientes para romper el concreto y las capas de lodo, por lo que fue necesario realizar la cesaría de inmediato. Provista por una máscara para evitar los olores de los cadáveres en descomposición, médicos y socorristas despejaron el área para practicar el procedimiento y sacar a la niña, que según la mamá no se movía.

Rápidamente Carmen y su hija fueron transportadas en un helicóptero hasta el hospital más cercano para su la atención especializada.

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Salvar vidas, prevenir y aliviar el sufrimiento humano en todas las circunstancias fortaleciendo las capacidades comunitarias, promoviendo una cultura de paz, la inclusión social, la salud, la gestión del riesgo de desastres, adaptación al cambio climático, la educación, los derechos humanos y el derecho internacional humanitario; con el compromiso y el espíritu humanitario de los voluntarios bajo los Principios y Valores de la Institución.

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