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Quedan pocos y ante la partida de personajes como David Bowie conectado estrechamente con nuestro entrada de hoy, la cita del pasado jueves 6 de octubre se hacía más que necesaria. Crónica al interior del show de Iggy Pop. Bienvenidos
Difícil siquiera imaginar que un concierto de la talla de los Rollings Stones se diera en Colombia y justo en los mismos días en que se había fijado la primera fecha para la firma de los acuerdos de paz. Inverosímil el resultado de lo segundo. Asombro. También en la mayoría de quienes acudieron al estadio el Campín luego de apreciar a cuatro invencibles ofrecer semejante espectáculo de Blues y Rock And Roll. Se podía asegurar que lo habíamos visto todo.
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Iggy Pop no se pudo contener y tan solo unos minutos después, impávido, se lanzó desde el escenario sobre tercera del set, Lust For Life, la gente tocaba por primera vez la piel de este ícono de la música, genios inconcebibles en tiempos modernos. Así, aquella historia surgida de la energía del momento en las ‘guaridas del punk’ rock de los años 70’s, se materializaba en un colmado teatro Royal Center, ahora, al descubierto de esa Bogotá que acogió a Iggy en la década de los noventas, amor secreto que escondían sus calles céntricas.
Torso marcado en culto, James Newell Osterberg se transforma una vez toma el escenario, apoyado por 4 versátiles músicos, desdobla esa energía imparable que el publico canaliza en bailes amorfos pero en perfecta sincronía de ‘I Wanna Be Your Dog’ o ‘1969’, himnos nacidos en las profundidades de The Stooges y reinventados luego a través de los años en los numerosos recursos que ‘la iguana’ le ofreció en solitario a otros estilos no solo anclados en la música.
‘Iggy Iggy Iggy…’ coro al unisonó que toca la entraña e inevitablemente arropó ese carisma en constante movimiento de un líder nato, de pantalón y botas negras quien se devora la tarima e incursiona palpando a sus similares; trance de energía secundado por ritmos como ‘Skull Ring’ o referencias al disco The Idiot en la silla apacible de ‘Nightclubbing’. Ahí estábamos, finalmente en el túnel del tiempo conectados a ese eslabón refundido del rock, en un presente nada alentador.
Sonaba ‘Candy’, dejando más al descubierto a ese delgado rubio de etapas salvajes en las fauces extremas del rock, cándido, abrió nuestro corazón atorado en contradicción nacional a través de esta dulce -penúltima- canción, un culto al cuerpo desnudo del rock, que en 2 horas enseñó hasta donde los caminos pueden converger a pesar del implacable reloj y en qué medida se puede continuar rodando como un Stone o arrojándose a lo Iggy Pop.
Actualización 21/04/ 2017:
Hoy el gran Iggy llega a sus 70 años!
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