Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Este blog fue publicado inicialmente en el blod Desarrollo Efectivo del Banco Interamericano de Desarrollo http://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/

desarrollo efectivo

El análisis costo-beneficio (ACB) es una herramienta de amplio uso en la política pública en los países desarrollados. Durante más de 50 años las principales decisiones de política pública en los EE.UU. han estado sujetas a criterios de Costo Beneficio. El marco normativo vigente fue establecido por la Orden Ejecutiva Presidencial 12866 que el 30 de septiembre de 1993 colocó al ACB como un elemento central en el marco regulatorio del país. Aunque su uso puede ser a veces controvertido, especialmente cuando se trata de estimar y valorar beneficios para los cuales no existen precios de mercado, el Análisis Costo Beneficio está aquí para quedarse.

Si bien las técnicas de Costo Beneficio no están tan difundidas en países en vías de desarrollo, su utilización se ha expandido, y en países latinoamericanos como Chile o Perú son una pieza fundamental en el análisis de políticas y en la selección de proyectos.

Sin embargo, su uso puede ser costoso y técnicamente exigente, sobre todo en proyectos que impliquen la realización de encuestas para valoración de beneficios (valoración contingente, costo de viaje, precios hedónicos). Como atajo y para simplificar, uno podría utilizar estimaciones de otros estudios parecidos.  Esto es lo que se llama “transferencia de beneficios”.

La estimación vía ”transferencia de beneficios” es, de hecho, el método de valoración más utilizado para calcular los beneficios en evaluaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por su acrónimo en inglés), y es ampliamente utilizada por muchas agencias de desarrollo, en particular para proyectos ambientales.

Si bien la transferencia de beneficios sólo se debe utilizar como último recurso justificando siempre su uso por sobre la utilización de estudios de valoración originales (OMB 2003), la realidad es que la transferencia de beneficios es uno de los enfoques más comunes para completar un Análisis Costo Beneficio en la EPA.

¿Son las transferencias de beneficios una tecnología limpia, o son la ropa sucia de la evaluación económica?

Existen varios enfoques de cómo transferir beneficios de un proyecto a a otro.

En primer lugar, las estimaciones de la Disposición a Pagar puntuales pueden transferirse mediante transferencias de valores unitarios. Esto podría llamado la regla de tres para transferir beneficios: lo que un hogar en Medellín (Badajoz, España) está dispuesto a pagar, podría utilizarse para estimar lo que pagaría un hogar similar en Medellín (Colombia). Este método normalmente se basa en una sola estimación [Recuerde siempre que la economía es el arte de hacer supuestos razonables].

En segundo lugar, en vez de transferir valores específicos, se puede transferir la función de beneficios estimada de Calcuta (India) a Cúcuta (Colombia). Esto se llama transferencia de función. Con esta metodología, se puede usar la función de disposición a pagar y extrapolarla/estimarla a la población objetivo. En tercer lugar, se puede usar un meta-análisis que sintetice estudios de valoración para estimar una nueva función de transferencia.

En cualquier caso, hay margen para el error en la transferencia de beneficios si se define (libre acceso aquí) como:

“la diferencia entre una medida de beneficio estimada a partir de datos originales (es decir, el caso de política) y un sustituto para esa medida de beneficio basado en estimaciones pre-existentes (es decir, los casos de estudio)”.

Estos errores pueden venir de diferencias en las características observables de las poblaciones, de la elección metodológica de valoración y de los mismos procedimientos de transferencia.

Un estudio reciente (versión de libre acceso aquí) sobre la estimación vía “transferencia de beneficios” revisó 40 estudios de transferencia de beneficios (31 fueron utilizados en la versión final). Estos estudios provienen en su mayoría de los EE.UU. y Europa, y abarcan temas como el acceso a sitios de recreación, preservación ambiental, cambios en la calidad y cantidad del agua y exposición a riesgos para la salud humana.

Los autores reportaron un total de más de mil errores de transferencia de beneficios (1,047 para ser exactos) de las que derivan cinco conclusiones principales:

1. La mediana del error absoluto promedio de transferencias de beneficios es del 39%, y en más de un tercio – después de eliminar los valores extremos – el error es de más de 100%

2. Las transferencias de formas funcionales son mejores que las transferencias de valores;

3. La semejanza geográfica es importante;

4. La valoración contingente genera errores de transferencia más bajos que otros métodos de valoración, y

5. La combinación de datos de múltiples estudios tiende a reducir los errores de transferencia

Además del error de transferencia de beneficios (que, por cierto, tiende a sobreestimar los beneficios más que a subestimarlos), hay que tener en cuenta también que cualquier estimación de la disposición a pagar por métodos indirectos es de por sí propensa a muchos errores y a un sesgo positivo (más sobre esto en una entrada futura de este blog).

Esto hace que nos preguntemos sobre los supuestos de validez externa en las evaluaciones de impacto

Compartir post