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Este blog fue publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo en Primeros Pasos

 

Por María Caridad Araujo y Marta Rubio-Codina.

Con frecuencia, gestores de programas sociales o académicos en la región nos hacen la siguiente consulta: “Quisiéramos evaluar el impacto de un programa sobre el desarrollo infantil temprano, ¿cómo medimos el desarrollo? ¿Qué prueba nos recomiendan usar?”. Recientemente, y con mayor frecuencia a partir de la declaración de los objetivos de desarrollo sostenible, también hemos participado en reuniones en las cuales varias autoridades latinoamericanas se preguntan: “¿Cómo podríamos medir el desarrollo infantil como parte de una encuesta representativa de la población del país? Las preguntas anteriores tienen en común la necesidad de identificar herramientas que permitan construir indicadores de desarrollo infantil a escala, confiables, válidos, sensibles, y económicamente factibles. Pero, ¿qué quiere decir eso?

A escala, porque suponen la administración de pruebas a miles de niños.

Confiables, porque se busca, entre otras cosas, que esta administración siga protocolos estandarizados que garanticen resultados que sean independientes de quién administra la prueba.

Válidos, porque se desea contar con mediciones del desarrollo que, aunque imperfectas, sean una muy buena aproximación del “verdadero” nivel de desarrollo de la población de estudio y que además sean capaces de predecir el aprendizaje y escolaridad futuros.

Sensibles, porque estos indicadores deberían ser capaces de detectar cambios en la distribución del desarrollo infantil de una población que se producen como resultado de una acción de política pública.

Económicamente factibles, porque este tipo de medición debe ser posible dados los recursos –financieros, humanos, tiempo – disponibles en los países.

Estas consideraciones, particularmente complejas en la medición del desarrollo en menores de 3 años, se abordan en una de las más recientes publicaciones de nuestro equipo, Validez concurrente y viabilidad de pruebas cortas comúnmente usadas para medir el desarrollo infantil temprano en estudios a gran escala: Metodología y resultados.

Esta publicación presenta los resultados de un estudio desarrollado en la ciudad de Bogotá en el año 2011. En él, comparamos el desempeño de herramientas que comúnmente se emplean en la medición del desarrollo infantil a escala, a las que llamamos ‘pruebas cortas’, con una prueba considerada el gold standard en la disciplina, las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil. De entre las pruebas cortas estudiadas, tres cubren todos los dominios del desarrollo de interés en el estudio (cognitivo, lenguaje y motricidad fina y gruesa): los Cuestionarios de Edades y Etapas, la Prueba de Tamizaje del Desarrollo de Denver y el Inventario del Desarrollo de Battelle, en su versión de tamizaje; y otras dos miden un único dominio: la versión abreviada de MacArthur-Bates (lenguaje) y los Hitos del Desarrollo Motor (motricidad gruesa).

Para ello, evaluamos a una muestra de 1311 niños de entre 6 y 42 meses de edad, representativa de los tres primeros estratos (equivalente al 85% de la población) de la ciudad. A cada uno de estos niños se administraron las pruebas cortas en un contexto y condiciones similares a las de un estudio a escala: por encuestadores y en el hogar. En un lapso de entre una y dos semanas, estos mismos niños fueron evaluados con la prueba de Bayley en condiciones ideales: administrada por sicólogos y en salas adecuadas para tal efecto.

La comparación de los puntajes obtenidos en las diferentes pruebas es muy informativa. Los principales hallazgos de este estudio son los siguientes:

1. La correlación entre las escalas cognitivas, de lenguaje y de motricidad fina de las pruebas cortas que miden múltiples dimensiones con la escala correspondiente en el Bayley es muy baja en niños menores de 19 meses, si bien aumenta con la edad.

2. Esta correlación pasa a ser entre moderada y alta a partir de los 30 meses.

3. La correlación de las escalas de motricidad gruesa es alta en menores de 19 meses y disminuye a partir de esta edad.

4. Por dominio del desarrollo, las correlaciones más altas se observan en motricidad gruesa en menores de 19 meses y en el área del lenguaje en niños de más de 19 meses. Esto parecería indicar que es más fácil medir aquellos dominios que están en un proceso de desarrollo más notable – por ejemplo, la adquisición de hitos de desarrollo motor en menores de 12-15 meses y la adquisición de vocabulario desde entonces y hasta los dos años y medio de edad.

5. De entre las pruebas cortas que miden todos los dominios, el Denver parece ser el de mejor desempeño y costos más razonables, en particular entre niños pequeños. En cambio, los Cuestionarios de Edades y Etapas, muy usados a escala por ser de las pruebas más sencillas y baratas de administrar, tienen un desempeño bastante pobre hasta los 30 meses.

6. De entre las pruebas que miden un solo dominio, los Hitos del Desarrollo Motor presentan una correlación alta con la motricidad gruesa en niños menores de 16 meses y las escalas de lenguaje expresivo de la versión abreviada de MacArthur-Bates muestran una correlación moderada con el lenguaje en menores de 30 meses. Para el rango de edad para el que están disponibles, estas pruebas también presentan correlaciones con desarrollo cognitivo tan altas como las escalas de desarrollo cognitivo de las pruebas que miden todos los dominios. Además, su administración es la menos compleja y costosa en términos de tiempo y monetarios.

7. Dado todo lo anterior, dependiendo del propósito y condiciones de la medición, estas pruebas que miden una sola dimensión son una herramienta a considerar en mediciones a escala.

Conviene tener en cuenta que la decisión sobre qué prueba utilizar debe responder a los objetivos del ejercicio de medición—poblacional, monitoreo de un grupo, o evaluación de un programa o política orientado a mejorar ciertas áreas del desarrollo, y la población objetivo—las edades de los niños en particular—que a su vez determina también las necesidades de contextualización.

¿Cómo se mide el desarrollo infantil en los programas que conoces? ¿Aporta este estudio al trabajo que realizas? Comparte tus impresiones en la sección de comentarios  más abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.

María Caridad Araujo es economista líder en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

Marta Rubio Codina es consultora en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo y Fellow Internacional de Investigación en el Institute for Fiscal Studies en Londres. Es coinvestigadora en varios proyectos que promueven el desarrollo infantil temprano (DIT) en Colombia, India y Perú y ha hecho investigaciones enfocadas en la medición del DIT, las brechas socioeconómicas existentes y factores mediadores.

 

 

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