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Al igual que el doctor John H. Watson me quedé de una pieza al enterarme de que nuestro común héroe, Sherlock Holmes, no sabía cuáles eran los planetas del sistema solar ¿Cómo es posible que alguien no sepa algo tan elemental? me pregunté con sorpresa apenas terminé la novela policíaca “Estudio en Escarlata”… sin embargo, el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle era un alumno aventajado en ciencias como la química, la botánica, anatomía,  derecho; además de ser un gran historiador, un magistral violinista y el mejor sabueso del mundo… Todo eso ¿y no sabía que después de Júpiter, sigue Saturno? Mejor dicho, el man era un duro en vainas complicadísimas y lucía anticuado y tonto en cuestiones cotidianas.
 
Esta reflexión en torno al amado personaje de ficción me condujo a la formulación de algunos enigmas existenciales, entre los que están ¿qué se debe saber y qué no se debe conocer? ¿Qué es realmente lo importante de aprender? ¿Cuales son los datos necesarios para llevar una existencia tranquila y digna? ¿Qué información es la prioritaria para transmitirles a los hijos? ¿Cuál es la vital para los estudiantes de primaria? ¿Cuál para los de secundaria?… interrogantes que llevan a la mamá de las preguntas que es la que dice ¿Qué es lo importante de la vida?  
 
Las cuestiones planteadas no hay que tomarlas a la ligera ya que entrañan contenidos de existencia y maneras de vivir. Dichas preguntitas tienen el poder de poner a pensar a adolescentes y jóvenes (lo cual es ya un mérito) y, con más veras, invitan a cavilar a los más grandecitos, sobre todo si son padres y con mayor razón si son maestros.
 
El ideal que habría que perseguir es el enciclopedismo, tipo Leonardo Da Vinci, en el que a los hombres y mujeres les cabe el mundo en la cabeza; claro que sin llegar a exageraciones como las asumidas por los educadores de Colombia del siglo pasado que crearon un tipo de bachiller que al decir de Luis López de Mesa tienen (tenemos) “un océano de conocimientos, con un centímetro de profundidad”. La otra cara de la moneda es la (hiper) especialización; en otras palabras “saber mucho de casi nada” en lo que Ortega y Gasset ha denominado “la barbarie del especialista”… Pues bien, como cumplo con tres de las condiciones mencionadas dos párrafos atrás: no soy un imberbe, soy papá y, de contera, soy profesor; me atrevo a enlistar –con algo de humor- lo que creo debe saber un ciudadano promedio de Colombia.
 
1)     Debe saber por qué se llama como se llama (anécdota histórica y etimología de sus nombres de pila) y conocer medianamente la historia de sus apellidos y escudos de armas de los mismos. Conocer esto causará risas y contradicciones entre lo que su nombre significa y lo que se es.
2)     Debe preguntarse por qué es católico, por qué testigo de Jehová, por qué judío o por qué musulmán. Las respuestas o bien pueden originar satisfacciones o profundas depresiones, es decir, ‘malparidez’ existencial.
3)     Debe averiguar cómo fue concebido, en donde, por qué; cómo fue el embarazo de mamá, como el parto y en qué momento nació (hora exacta, signo zodiacal occidental “piscis” o “cáncer” u oriental “serpiente” o “dragón”). Los datos reales causarán sorpresa (sobre todo por las estrategias seductoras y amatorias del papá y las tácticas coquetonas de mamá), estupor (nunca se acaba uno de reponer por ser “rata” o “perro” en el zodiaco chino) y profunda hilaridad.
4)     Debe aprenderse de memoria el preámbulo de la Constitución Política de Colombia; aquel que dice: “El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano…” Esto pa’ chicanear ante compañeros de la ‘U’ porque para nada más sirve. Lo que si es de utilidad es conocer ciertos artículos de la Carta Magna para citarlos cuando estemos detenidos en una inspección policial luego de una marcha de protesta estudiantil.
5)      Debe recitar de memoria y con inspirado acento, el párrafo inicial de la obra cumbre de las letras criollas, Cien años de Soledad, que empieza: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Esto si es crucial e importante, sobre todo para aquellos que deseen ser escritores y/o profes de español; además, jamás se deberá cuestionar que en vez de la palabra “había” debería ir la expresión “habría”.
6)     Se debe saber que el siglo XV (escrito así; en números romanos) denota la centuria que va del 1400 al 1499 y no a la del 1500 al 1599. Esto, sobre todo, pa’ contestar bien el examen del Icfes, el de la Universidad Nacional o el de cualquier prueba de admisión laboral o académica de carácter público.
7)     Por cultura general se debe saber que la capital constitucional de Bolivia es Sucre (y no La Paz), que Bolivia no fue liberada por Bolívar (de hecho, este país no existía y –más bien- fue creado en honor del Libertador); que según la Constitución paraguaya los colombianos somos hermanos de ese país (así no nos quiera Chilavert) y que el río de nombre más corto del mundo es el “Po” de Italia. Además, que nuestro gran Simón era ‘veneco’ y que su amante Manuelita no era bogotana sino quiteña. Igualmente, que el nombre de pila del genio de América era “Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, Bolívar Palacios, Ponte y Blanco”. Esto no servirá de mucho, pero servirá pa’ descrestar en cócteles a chicas incautas.
8)     Para no aparecer como un ignorante gastronómico, cuando aparezca en la carta un “Pie de manzana” Ud. debe ordenar un “[pai]” de manzana y debe conocer que la “paella” es un plato español y no un plato de la tía de al lado y que el “pato a la naranja” no es un festival de hidratación patícola y ha de distinguir entre un vino Merlot y un Cabernet Sauvignon y demostrará su sapiencia vinícola sorbiendo de la copa, demorando el líquido en la boca y blanqueando los ojos cuando apure el trago adivinado el año de la cosecha. Además reprenderá cariñosamente al compañero de reunión que caliente la copa con sus manos, indicándole –pedagógicamente- que ha de tomar la copa por el vástago de la misma.
9)     Debe saberse el nombre de todas las capitales europeas, para que cuando el capitán de vuelo informe a los pasajeros, por el altavoz, que harán escala técnica en Bucarest, Ud. no grite alegronamente “llegamos a Austria”. Evítese esos osos estudiando un atlas en el que también deberá repasar las capitales colombianas y estableciendo que Bogotá es la única capital departamental del mundo en el que sus habitantes no pueden votar por su gobernador.
10)Para ser un hombre cabal se debe saber que la liga de fútbol italiana se le dice el campeonato del “calcio” y que el equipo nacional de la bota itálica es conocido como el “Azurri” y que el equipo donde juega Yépes es el Paris Saint Germain y que Deco es portugués y no brasilero y que, contrariamente a lo que dicen los periodistas, también en Brasil hay gauchos. De la misma manera se debe saber que ya no hay “charrúas” en Uruguay, que este país tiene la población de Cali y que su presupuesto anual, sumado al de Paraguay es igual al de Bogotá.
11)Pero no solamente de fútbol debe saber el hombre; también debe saber de autos (torpe el que no distinga un Ford de un Chevrolet), de películas (todos deben haber visto “Casablanca”, “Drácula”, “El Padrino” y, por supuesto, “Duro de matar”), de computadores (por lo menos ha de tener tres correos electrónicos, cien amigos virtuales a través de Messenger y el chat y, como mínimo, ha de manejar Excel y saber quemar un CD); de marcas, ventajas y precios de condones; de lugares de diversión en la ciudad (conociendo, pal’ descreste con las féminas, en donde queda el Museo Nacional y el Planetario) y, sobre todo, deben, necesitan, saber de mujeres…
12)Las mujeres, para serlo 100%, deben saber quien es Florence Thomas, deben conocer por qué se celebra un día de la mujer, un día de la madre y un día del amor y la amistad (y de ñapa el     San Valentín); además, deben citar de memoria las marcas cosméticas y sus productos de mayor ranking, de la misma manera, han de saber comprar un yin (o un Jean) ya que este es su boleto para lucir siempre atractivas (aunque este truco ya lo sabemos los hombres). Deben entender lo necesario de fútbol (por ejemplo: qué es un tiro de esquina, qué un corner, qué un cobro desde la línea de fondo y cuál es el único tiro que puede acabar en gol olímpico) para no desentonar en fiestas masculinas; una verdadera hembra averiguará un poquito de autos pa’ exigirle al novio o esposo que mejore la marca que tienen; debe saber comprar el celular que vaya con su personalidad y con el corte de pelo y sabrá, todas lo saben, qué almacenes tienen descuentos y cuál promoción es la que realmente vale la pena.
13)De medicina todos deben saber lo básico: que la aspirina sirve para todo y que en casa nunca debe faltar alcohol y algodón. Que es un mito de higiene oral eso que dice que bañarse los dientes en la mañana es igual de benéfico que hacerlo en la noche; de igual forma todos debemos saber que el sol nace por el oriente y se pone (se oculta) cuando es de noche; que todos los caminos conducen a Roma, pero que es en Neiva donde uno se “pega la rodadita”, que el Rodadero de Santa Marta no es un tobogán y que esa ciudad tiene la mejor bahía de América y nuestro país el segundo mejor himno del mundo (estas dos últimas cosas no están escritas en ninguna parte, pero hay que repetirlas para quedar como buen colombiano).
14)Finalmente, que de cada 10 relaciones sexuales, las mujeres quedan plenas en cinco; que hay más homosexuales de lo que parece y que la bisexualidad parece ser un pretexto. Que Colombia no tiene la tasa más alta de homicidios del mundo, pero que si es el primero en desplazados y el cuarto en refugiados; que nuestro territorio es cinco veces la Gran Bretaña y que contiene el 20% de las especies de flora del mundo y cuenta con mil ríos permanentes, mientras África –todo un continente- apenas tiene 20… en fin, que éste es un paraíso natural ya que aquí vivimos muchos animales, mucho de ellos con residencia en la Casa de don Antonio Nariño y otros con motosierra…
 
PD: algunos preguntarán que, contrario al título del blog, aquí no se dijo nada de lo que “no se debe saber”. Al respecto respondo que ¡todo lo contrario!: todo lo que se mencionó como indispensable de saber no sirve para nada: con eso o sin eso se puede vivir.Así mismo,habrá más cosas inútiles qué saber, pero estas son las que me vienen al recuerdo en este momento. A propósito de estupideces, me gustó la frase que un literato español soltó en el “Hay festival” de Cartagena en la que expresó que la vida está llena de cosas inútiles y que el “fútbol era lo más importante entre lo menos importante”. Así mismo, para seguir con futilidades, cómo vivir si saber que “El Hocicón” es el periódico que lee Condorito y que Pelotillehue siempre juega con Buenas Peras y que Josefina fue la amante de Napoleón y que Solín era el ayudante de Kaliman y que “El nombre de la rosa” es el libro que mejor describe la edad media y que la ‘Guerra Fría’ pudo haber acabado con la humanidad y que Amparo Grisales no es prima del ‘Totono’ y que tiene más de cincuenta años y que… y que…
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David Quitián es padre de Luna, seguidor de la "Mechita", latinoamericano hasta los tuétanos y sentipensante de la Colombia profunda. Es sociólogo y magíster en antropología de la Universidad Nacional de Colombia y PhD en antropología por la Universidad Federal Fluminense (Brasil). Sus trabajos más destacados indagan sobre los cruces del deporte, las identidades/alteridades y las violencias. Se desempeña como investigador y profesor universitario en Villavicencio. A Quitiman lo puede seguir en Twitter en @quitiman

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12 Comentarios
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  1. aunque no sirva para nada una perla Deco si es Brasilero tomado de wikipedia “Anderson Luis de Souza, conocido como Deco, es un futbolista de origen brasileño, aunque nacionalizado portugués. Nació en São Bernardo do Campo (Estado de São Paulo). Juega de centrocampista y su primer equipo fue el Sport Club Corinthians Paulista”.

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