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En 45 días se ha acrecentado la guerra en Siria, en Yemen, en la ciudad de Mosul en Iraq. En Corea del Norte se han lanzado misiles al mar un número de veces que parecen ya ficción. En Filipinas han muerto miles de personas, acusadas de ser narcotraficantes o delincuentes, a manos de un presidente que ha avalado los “escuadrones de la muerte”. En Venezuela se está gestando un golpe de Estado que se propagó por la negativa del líder Nicolás Maduro de aceptar el referendo revocatorio, y que se mantiene en un permanente tire y afloje, que tira más de lo que afloja. En Estados Unidos ganó uno de los candidatos más polémicos de la historia del país, para sorpresa de muchos y angustia de otros. En Europa, los migrantes, cada vez más, son azotados por la xenofobia y la discriminación…, y así, y así, y así…si le damos la vuelta al mundo encontraremos cientos y cientos de noticias que han sucedido solo en estos últimos 45 días.
Pero aún con todo esto, con un mundo que gira a toda velocidad, que cuenta y olvida, que vive de la practicidad del trabajo y del día a día, estos 150 mojados detuvieron por 45 días el reloj moderno para gritar al unísono ‘¡Acuerdos ya!’.d
Hoy, después de tanto esfuerzo, algunos de sus líderes le dicen adiós al campamento, desmontan las tiendas, recogen las maletas, empacan los instrumentos, reparten los enlatados, limpian el lugar, se ponen los zapatos y se alistan para regresar a sus verdaderas casas.
A muchos los espera un camino largo y frondoso devuelta a las regiones del país, aquellas que más ha cercado la violencia. Pero la diferencia con este camino de regreso a casa, es que se van con la satisfacción de que su insistencia en algo caló, su presencia rindió frutos más allá de las inconformidades políticas que puedan todavía tenerse. Además, aún en la distancia seguirán siendo representados por los que permanecerán en la Plaza hasta que se firme oficialmente el Acuerdo Final, se conozca el mecanismo de refrendación de este nuevo y se sepa con claridad la ruta de implementación.
Ahora, más allá de la incidencia política que los mojados pudieran tener o no en los cambios que ha venido anunciando La Habana, de que presionaran para mantener el cese bilateral del fuego, los que hoy deciden quedarse aguantando el frío y el desespero, lo hacen precisamente porque reconocen la fragilidad de los acuerdos en nuestra esquizofrenia bélica, y no sólo del papel, sino de nuestra propia capacidad social de cohesión. Así lo refleja la muerte de los dos guerrilleros de las Farc en el Sur de Bolívar.
Aunque las declaraciones sobre el asunto son todavía escuetas e imprecisas, Humberto de la Calle dijo que hay “una versión del Ministerio de Defensa en función de la cual estos guerrilleros estaban bastante alejados de la zona de preagrupamiento (…) y allí había una operación de carácter delincuencial”. En cambio, líderes de las Farc han manifestado que, en efecto, los guerrilleros iban camino a esas zonas establecidas y fueron embestidos sin ninguna justificación. Seguro los detalles, lamentables, de lo que pasó serán prontamente revelados, pero lo que queda únicamente a su mirada fatal u optimista de la vida, es hasta cuándo estas personas que quedaron en un limbo jurídico desde que ganó el No en el plebiscito, seguirán recibiendo órdenes de los altos mandos, y no sólo de las Farc sino de las propias Fuerzas Militares.
Y no se engañen con las falacias de la primera plana, porque si usted creía que todo esto del segundo acuerdo se trataba de una suerte de vendetta para reivindicar el dolor de las víctimas y ponerle la pijama de rayas a las cabecillas del grupo insurgente, es porque los medios hemos hecho “bien” nuestra tarea de distraer y engañar constantemente sobre la verdadera raíz de los problemas. Así que les digo en un hálito de sinceridad, y en la libertad que este blog me permite, que si su preocupación es que Timochenko, Iván Márquez, Simón Trinidad, o cualquiera de los otros se tome el país por la manos y tenga algún poder político, debería preocuparse más bien porque no tuviera ese poder; piense que una persona se puede acostumbrar tanto a la violencia que cualquier oportunidad será una excusa para volver a ella. Tenerlos en la política es entonces un hueso de perro para mantenerlos entretenidos en la legalidad (aunque a veces parezca más ilegal que la delincuencia). Pregúntese también por los más de 6000 guerrilleros que quedaron regados en las zonas del país y que no cuentan todavía con ninguna garantía certera para la desmovilización… esas deberían ser sus verdaderas preocupaciones, no la mentira del más héroe o el más machito cabrío de la terquedad, sino lo fáctico, la letra menuda, lo no mediático.
Por ahora los mojados fueron exactamente esa letrica tamaño 6, que decía nada más y nada menos que no olvidáramos, que no nos cansáramos y que no dejáramos ir los acuerdos hasta las elecciones del 2018. Los mojados fueron unos gigantes de la memoria, que lloraron ríos y se emberracaron, pero que sobretodo, nos demostraron que el “nada está acordado hasta que todo esté acordado” no era una certeza, porque aún con todo acordado quedó demostrado que en el país del Sagrado Corazón nada es inamovible.
Solo queda esperar entonces, debajo del techo, en el calor, y la no humedad, que estos acuerdos, en efecto, sean mejores que los anteriores, y que no se nos olviden los mojados, que no se nos pierdan de pronto entre las palabras secas de un nuevo titular.
felicitaciones por su gran empeño en busqueda de la paz- lo que sucede es que al pueblo nadie le ha hablado claramente sobre suntos tan relevantes como cuando van a liberar secuestrados claro los que esten vivos o que indiquen donde los han enterrado. con cuanto dinero piensan reparar las victimas-cuando entregan la totalidad de armas en su poder.solo cuando estos tres aspectos sean vistos como actos reales asi volveran a ganarse la credibilidad , pienso que en este momento lo acordado entre farc y gobierno no aclara nada otra cosita. no usen terminos que la mayorias no entienden como por ejemplo el termino fas track eso que es disculpen mi ignorancia.
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