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Hoy me había decidido a dejar el tema de la inmigración por un tiempo. Sin embargo, desperté con una noticia que es siempre desalentadora, la muerte de una niña. Mariana Henao Jaramillo, con apenas 10 años, yacía a orillas del río Cauca.
Qué tiene que ver eso con la inmigración: todo. A pesar de que aún no se han esclarecido los hechos que acaecieron a la muerte de la niña de Arauca, corregimiento de Palestina, Caldas, las circunstancias previas son fácilmente rastreables.
Como siempre, los más vulnerables son los campesinos, las mujeres, los niños y, en el exterior, además de ellos, los inmigrantes. Mariana, como era de esperarse, cumplía con cada una de las descripciones nacionales.
Así, las zonas rurales que solían ser nichos de tranquilidad se han permeado de una suerte de violencia tácita y, lo que es todavía peor, de una violencia silenciosa y encubierta por los medios y miembros corruptos de los estados alrededor del mundo; porque sin duda no hay crimen organizado que pueda actuar por sí solo.
El tráfico de menores con fines como la prostitución, la mendicidad, el trabajo forzado, entre otros, es claramente un ejemplo alarmante de ello. Veamos: solo en Europa en el 2016, según datos de Europol, desaparecieron aproximadamente 10.000 niños extranjeros que venían de países africanos y asiáticos. Hoy es el día en que nadie da respuesta de su paradero, pero que se sospecha que fueron cooptados por una red de trata de personas. Igual… prima el silencio.
Por otro lado, aunque la mayoría de víctimas menores de edad se concentran en el África subsahariana con un 64%; los datos para América Central y el Caribe tampoco son muy alentadores, apenas 2 puntos porcentuales por debajo. Así, entre estas dos regiones se aporta el mayor número de personas secuestradas o engañadas con planes de estudio, trabajo o papeles de nacionalidad, para ser en realidad esclavizadas en pleno siglo XXI.
Además, según un informe de International Crisis Group, a mayor control en las fronteras se empuja a los migrantes a tomar “vías más costosas, tortuosas y peligrosas”, haciendo que finalmente “quienes huyen de sus países de origen sean nuevamente victimizados durante la huida. Pues son víctimas ideales”.
De nuevo, estos no serían más que datos si no estuvieran estrechamente relacionados con la realidad más cercana, que atañe no solo a los menores que escapan de sus países de origen y se topan con los tentáculos de los negocios más denigrantes e ilícitos, sino también a los niños de nuestro país.
Muchos de ellos deben recorrer distancias largas y solitarias para llegar a las escuelas municipales, este recorrido, eventualmente, no es solo peligroso por con quienes se puedan encontrar en el camino sino por la naturaleza misma. Derrumbes, trochas, cruce de ríos, son solo algunas de las muchas situaciones que cientos de niños a lo largo del país tienen que sopesar a diario.
El negocio de la esclavitud sigue siendo rentable, y no solo es utilizado por empresas oscuras, como la de Hitler que recogía niños para que hicieran labores de construcción en las que se necesitaban dedos pequeños para incrustar piezas diminutas; todavía hoy se estima que el área manufacturera y textil contrata ilegalmente a miles de menores para explotarlos.
A la voz de Walk Free Foundation, cerca de 45,8 millones de personas viven en condiciones de esclavitud en la actualidad y producen unos 150.000 millones de dólares para las mafias.
Finalmente, por lo menos Mariana contaba con la suerte de una familia amorosa, según fuentes cercanas. Una mamá que hasta a su trabajo, en una finca de la región, se la llevaba para no dejarla sola todo el día…y digo suerte porque desafortunadamente la mayoría de crímenes cometidos contra niños, como abuso sexual o maltrato, son perpetrados por familiares o personas cercanas a la víctima. No sabemos qué pasó con la niña, pero es claro que ninguna persona debería aparecer flotando a orillas de un río.
Que descanse en paz.