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Es extravagante decir que el suicidio de la estudiante Ana Lucia Fuentes Arzuaga se debe a un beso juvenil. Me harta un poco leer que las mujeres, por su “frágil” corazón, se andan suicidando por amor. ¡No!, los suicidios son un imbricado de causas y efectos que rebasan cualquier simplificación.

En su complejidad, la soledad es quizá el motivo más certero, aunque no el único. Pero en ella aparecen sin duda –y a pesar de las genialidades que surgen en esos momentos- los demonios más profundos de nuestra humanidad.

Muchos de nosotros llegamos a Bogotá con no más de 16 años y un acento regional que delata nuestro proceder.  La ciudad, pese a que nos abraza, pone a prueba diariamente nuestra resistencia; en especial cuando venimos de ciudades medianas como Valledupar, para el caso de Ana Lucía.

Entonces, en la inmensidad de la capital nos hacemos adultos al mismo tiempo que nos desprendemos de la tierra materna y ahí, inevitablemente, padecemos los matices agridulces de la experiencia. Por un lado, el agradecimiento: ¿cómo no ser feliz con esta oportunidad? Por el otro, la culpa: en efecto, no soy feliz pero no quiero parecer trivial. Luego, la carga: hay gente en este país con verdaderos problemas; en cambio yo ¿de qué me quejo? Y, así, empieza a parecer de pronto que nadie que no esté muriendo de hambre puede deprimirse.

Sin embargo, lo cierto es que la gente se deprime independientemente de la magnitud de sus problemas, porque la depresión es cuestión de foco. Si no fuera así, 3000 personas dejarían de suicidarse cada día en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. ¡Pero lo hacen! se quitan la vida, incluso en los países con necesidades básicas resueltas y más allá del amor, porque la gente es más que un corazón partido.

Algunos podrán refutar mi posición frente al amor y contrastarla incluso con cifras. Sí, yo también leí que el 62% de los intentos de suicidio en el país son efectuados por mujeres y, sí, yo también sé que de ese porcentaje el 56% se comete en nombre del amor, según un informe del Instituto Nacional de Salud del 2017.

No obstante que las mujeres sean mayoría en estas lamentables cifras, no quiere decir que el amor no sea más que la excusa en un pajar lleno de agujas. Creo que las presiones sociales, entre ellas las exigencias impuestas a las mujeres en materia de relaciones amorosas, son las que verdaderamente inclinan la balanza a su lado.

Una buena mujer no puede ganar más que un hombre porque él no lo soporta, una buena mujer es una dama en la calle pero una “puta” en la cama, una buena mujer no le roba la atención al hombre, una buena mujer es hogareña, una buena mujer no descuida su apariencia, si el hombre estuviera contento en la casa no andaría buscando cosas por fuera… y la sarta de idioteces,  me disculpo de antemano por un lenguaje tan poco refinado para una “buena” mujer, podría seguir infinitamente.

En ese pajar entonces que tiene más agujas que paja, la mujer finalmente termina creyendo que, en efecto, sus pocas ganas de vivir se deben a los “conflictos amorosos”, como los llama Medicina Legal. En ese sentido, ¡claro que las mujeres se suicidan por amor! pero al retroceder un poco, antes de aquella gota que rebasa el vaso, encontramos que su depresión llevaba años tejiéndose por factores externos al amor o por cuestiones encubiertas en romanticismo que, al caer la máscara, no eran más que microviolencias maquilladas de amor.

A ellas les hicieron creer que el amor tenía la cara del terror y que su función era mantener las apariencias con una sonrisa eterna.

Al contrario de lo que puedan imaginar, soy toda una romántica y porque lo soy sé que mujeres tan fuertes, como Ana Lucía y otras, no se suicidan por amor. Se suicidan porque la tristeza es silenciosa, porque la soledad no se ve en el instante fotográfico de un perfil de Facebook, porque la violencia es incomprensible incluso para quien la padece. Ana Lucía y todas las que puedan existir en su nombre, son más que un video de un tipo siéndoles infiel en redes, son más que un frágil corazón, son más que un hombre que cree haberlas destruido.

¡NO, las mujeres NO se suicidan por amor!

 

 

 

 

 

 

 

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Algo he aprendido del Periodismo y de la Literatura y es que no son profesiones, oficios o prácticas, son vocaciones ligadas a un amor inmenso por la sociedad y, sobretodo, por las historias. El periodista entrega su vida a las letras, igual que el literato. El primero, es un intermediario de los tantos muchas veces silenciados, y el segundo es un ladrón de realidades. Por mi parte, como estudiante de ambas, me declaro una eterna enamorada de este estilo de vida, y desde ya prometo entregarlo todo a la curiosidad y a la búsqueda de relatos.

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7 Comentarios
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  1. Pucha y siguen con la cantaleta … las personas que atentan contra su integridad lo hacen porque estan desequilibradas. Un problema neurologico complejo que encuentra eco en este mundo interconectado.

    En el pasado al no encontrar que al suicida se le “premia” con ser mediatico y su partida genera muchos posts o tweets de golpes de pecho … muchos desistian o no encontraban sentido. Hace tiempo los niños estan creciendo con la imagen del suicida como una especie de “heroe” que todos extrañan y lloran, eso es lo que ha generado esa oleada de “martires” que al no encontrar solucion a su problema mental creen que la escapada es hacer lo que el otro “martir” hizo.

    Recuerdo la carta de alguno de estos hacia su familia en la que los incriminaba y castigaba con su muerte para que “… sufrieran por un buen rato …”. Dejen de acomodar todo a un genero, a una edad, a una identidad … se matan pequeños, grandes, poetas e ignorantes … cualquiera con un problema mental puede terminar asi …

  2. Creo que el acto suicida sólo podría explicarse analizando el entorno de quien decide quitarse la vida, investigando su pasado. Muy pocos, en la actualidad, dejan apuntes que expliquen su decisión

  3. Cultura machista… que si no sabe cocinar no se debe aprender para ella sino para el esposo (absurdo), esposas de policías de alto rango que no comen y se la pasan en el gimnasio porque el se enoja si se engorda (y ellos bien feos) el suicidio se da por depresión y los suicidios si son por amor por falta de amor propio.

  4. ▬▬ Obvio que no todo el mundo se suicida por amor, las estadísticas que usted da así lo dicen (56%). Hay veces que la vida pierde sentido y así debe ser aceptado, como sucedió con Sabina Olmos y con Dalida. Su paso por este mundo ya era intolerable para ellas. Sus voces perdurarán por mucho tiempo.

  5. Hola! Disculpame, pero no entiendo cual es tu pelea, o contra quien. Yo no he leido por ningun lado que se concluya que las mujeres que se suicidan lo hagan por una pena amorosa, a quien estas refutando?. De hecho eso es un analisis bastante simplista, la depresion la sufrimos tanto hombres como mujeres y en realidad va mucho mas alla que el desencuentro con una persona, es normalmente el hastio existencial y el cansancio de respirar. Por otro lado entiendo que las mujeres se estan liberando de siglos de opresion masculina inmerecida e injusta… pero es igualmente injusto que la emprendan contra todos los hombres de hoy coom si todos fueramos culpables o todos estuvieramos de acuerdo con tal situacion. Cordial saludo.

    • Hola Leo. Gracias por tomarte el tiempo de leer mi blog y sobre todo por comentar tus discrepancias conmigo de forma tan respetuosa. Ahora, sobre tu comentario, no sé si viste la noticia sobre Ana Lucia, pero en efecto la mayoría de medios de comunicación dijeron que la causa de su suicidio era “una pena amorosa”. Eso es lo que estoy refutando. Porque, como bien dices, tanto hombres como mujeres pueden deprimirse y el hastío existencial, en tus palabras, poco tiene que ver con el amor. Por lo tanto, no hay porqué simplificar la situación. Bien entiendo tu inconformidad y la de otros que se sienten incluidos negativamente en las discusiones de género; sin embargo, mi columna en absoluto pretende generalizar ni estigmatizar. Todo lo contrario. Quisiera ampliar la discusión independientemente de la procedencia. Cuídate, att: María José Peláez Sierra.

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