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Cómo comer perro, gato, gusanos, camarones fermentados y decenas de platos más sobreviviendo en el intento, y disfrutándolo muchísimo.

No es mucho lo que se sabe en nuestras latitudes de Vietnam. Su triste salto a la fama mundial fue por la guerra que se sostuvo en su territorio contra Estados Unidos. Las películas, series e incluso noticias nos han dado algo de información de este país desde el punto de vista Yankee pero naturalmente es incompleta. Despues haberlo visitado, diría que tiene un parecido con el estigma colombiano con las drogas, sólo que afortunadamente para ellos el problema ya pasó, y una de las caras aún ocultas para nosotros de este lugar es su comida.

En mi caso, la comida del sudeste asiático siempre me ha atraído aunque admito que no la conozco a fondo por una falta de oferta en nuestro país siendo tal vez Wok uno de los únicos lugares de referencia. De manera que cuando llegué a Hanoi y anduve un par de cuadras, la sorpresa fue inmediata.

La oferta de comida es enorme y en todas las formas. Es fácil encontrar en las calles varios puestos que sirven el sencillo pero apetitoso plato insignia, Bun Pho (caldo de carne con fideos, vegetales y trozos de res), los rollitos de primavera (vegetales y pollo enrollados en papel de arroz y fritos hasta quedar crujientes) y varias otras preparaciones.

Es muy interesante ver como hay una cultura muy fuerte alrededor de la comida. En locales, calles y andenes, la gente se sienta en pequeños butaquitos en los que queda uno más bien como en posición fetal, donde apenas caben las nalgas (por suerte no son muy nalgones), y con una mesa que parece sacada de una casa de muñecas por su pequeño tamaño en las que es común ver el plato insignia del país, la sopa Pho o los tradicionales rollitos primavera o rollitos de verano (ambos hechos con papel de arroz y rellenos con verduras, cerdo y/o camarones).

Eso sí, la comida no es para apetitos pequeños. Ejemplo de esto fue un asado portátil servido en la mesa. Una amiga colombiana me contactó con una amiga suya de Vietnam que vivía en Hanoi, muy bonita por cierto, y por Facebook nos pusimos de acuerdo para encontrarnos con la casualidad que ese mismo día me encontré con algunas chicas que había conocido en mi viaje a la bahía de Ha Long. De manera que terminé comiendo en medio de un harem y por montones. Ya en el restaurante, le llevan un pequeño asador a la mesa que funciona con un mechero de alcohol. Al costado una variedad de trocitos de carne, salchicha, verduras y unas salsas. El resultado, un delicioso asado estilo asiático. Después de eso unas buenas cervezas y cantar en vivo en un bar, pero esa es otra historia.

Los vietnamitas tienen la fama de comerse todo lo que se mueva y diría que es correcta. Además es entendible pues durante la guerra la comida era muy escasa y muchos murieron de hambre. Así que cualquier gusano, perro, gato, insecto era una fuente de proteinas, y ya que se lo iban a comer, ¿por qué no prepararlo bien para que sepa rico? Pues en efecto todo esto comí en mi paso por Vietnam y estoy seguro de que me faltó mucho. Quienes me conocen saben que disfruto cada bocado de lo que sea, pero aquí encontré mis límites. El gato o Thit Meo por ejemplo no fue mi plato favorito, no sé si por la carne o la preparación pero tenía un sabor al final extraño. Ese mismo día comí Perro y en la que fue tal vez una de las noches más bizarras y memorables en mi paso por este país en la que terminé bebiendo vino de arroz con un grupo de comensales que estaban tan asombrados como yo de verme en dicho restaurante cuya especialidad eran los canes o “Tit Cho”. Se dice que el consumo de perro da buena suerte y sube la líbido de los hombres, eso desafortunadamente, no lo pude comprobar pero por lo menos no sabe mal. Por último estuvieron las pupas de gusanos de seda pequeños (a diferencia de los que comí en China) cuyo sabor francamente no estuvo malo una vez se supera el aspecto desagradable.

Todo no fue un idilio, pues hubo sabores que no pude soportar como el de la salsa fermentada de camarones que les encanta allá, para mí tenía un sabor a pescado mezclado con orines podridos, pero supongo que cuando se come eso toda una vida, empieza a saber bien. También en la lista de comidas no apetitosas está el Durian, una fruta que tiene un aspecto parecido a una guanábana pero cuyo sabor y olor es como el de cebollas podridas. Como resultado, no pude terminar el vaso de jugo que pedí en las calles de Ho Chi Minh.

Otros recuerdos gastronómicos memorables de esta tierra fueron en la ciudad de Da Nang a la cual llegué como una parada obligada de mi periplo en bicicleta por este país. Allí me encontré con una amiga Vietnamita que me llevó a probar los platos de su región, entre ellos el delicioso Mi Quang, unos fideo gruesos amarillos con pollo y vegetales cuya receta pueden ver aquí. En mi paso en Bicicleta también pude para a comer Com Ga que significa arroz con pollo pero preparado de una manera simple y deliciosa que todavía hasta hoy recuerdo. Fue tan buena la experiencia gastrónómica que en la ciudad de Hoi An estuve en clases de cocina de las cuales lamentablemente ya poco me acuerdo. Otros platos que vale la pena mencionar y que les invito a probar son el Bánh xèo que es una tortilla rellena de verduras, cerdo y envuelta en hojas de lechuga y el Banh Mi que es la unión de Oriente y Occidente en un sánduche en pan francés (recordando que Vietnam fue en un tiempo colonia Francesa) con relleno Vietnamita, ambos platos simplemente deliciosos. Hasta tamales encontré allá, la diferencia es que su base es de arroz a diferencia de los nuestros que incluye maíz, pero el sabor también es delicioso y venía relleno de cerdo o en una presentación miniatura, relleno de un camarón.

Después de la comida, un delicioso café filtrado directamente en su mesa o el mismo helado con leche condensada pues Vietnam es un productor y consumidor de café de grandes proporciones que no tiene mucho que envidiarnos. De hecho el consumo de café diría que es mayor que el de Colombia pues se encuentran cafés por doquier y en medio de la nada como lo comprobé en mi paso en bicicleta. Si lo suyo no es la cafeína, también puede acompanár con una cerveza en botella, o cerveza fresca y ridículamente barata con precios entre 500 y 1000 pesos Colombianos (0.25 a 0.5 Dólares). Lo mismo aplica para los precios de la comida que son muy económicos.

Definitivamente la comida es uno de los motivos para visitar Vietnam y de seguro será una gran aventura el experimentar y disfrutar los diversos sabores de este país. Entre tanto, dado que no hay restaurantes Vietnamitas que conozca en Bogotá, podrá probar una parte limitada de sus cientos de platos típicos en el ya famoso restaurante Wok.

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Giovanni es un apasionado por los viajes, los deportes de aventura y la fiesta (como buen Colombiano). Se apartó un poco de la vida convencional para vivir nuevas experiencias y retos viajando alrededor del país y del mundo. Escribe y reflexiona sobre sus vivenciasy temas realacionados con el objetivo de despertar esa curiosidad por vivir intensamente en sus lectores.

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