Hipocresía rusa – norteamericana y complicidad mundial frente a Siria

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Cerca de 3 años después de haber iniciado la “primavera árabe”,
el caos, el desorden, las fracciones políticas extremas generando violencia y
el terrorismo han sido el acontecer del día a día, en una región que es foco de
explotación indirecta por parte de las grandes potencias mundiales que
encuentran en el petróleo, una fuente de poder y riqueza.

A pesar de todo, son
numerosos los organismos internacionales, principalmente la ONU, que tienen la misión
de luchar por el mantenimiento de la paz y el respeto a los derechos humanos,
dos conceptos que están al margen de la realidad de muchos países y que se
expresan en la mayoría de constituciones políticas, acuerdos y convenciones
internacionales en donde las aspiraciones, los sueños, el utopismo y las
ilusiones iluminan tales documentos, de carácter vinculante pero sin mecanismos
reales y efectivos para forzar el cumplimiento de los mismos.

Es claro, que las
principales soluciones que pueden resultar para el conflicto de Siria se deben
gestar en el Consejo de Seguridad de la ONU, encargado de mantener la paz y
seguridad entre las naciones y conformado por 10 miembros temporales y 5
permanentes, estos últimos llamados a gestionar grandes cambios globales por su
poder e influencia mundial en el ámbito político, económico, cultural y social,
y son precisamente Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra y Francia, todos
estos con poder de veto sobre cualquier decisión, lo cual significa capacidad
para prohibir, rechazar o impedir unilateralmente cualquier decisión que
requiere exclusivamente consenso, lo cual es llamado principio de “unidad de
las potencias”.

Lo anterior que ha sido una gran limitación para efectuar
decisiones contundentes y eficaces en los principales conflictos alrededor del
mundo, generando en muchas oportunidades movimientos militares unilaterales liderados
por Estados Unidos y auspiciados por sus aliados en Europa, a partir de la
OTAN.

Por otro lado, resulta
fundamental el llamado a la paz y el interés y la preocupación constante del
papa Francisco respecto al conflicto en Siria, porque genera reflexión en los
grandes líderes mundiales que acuden a la guerra como medio subsidiario, e
incluso principal, para generar miedo, presión, sembrar odio, intimidación y,
tal vez, disuadir los hechos violentos generados por el régimen dictatorial de
Bashar Al Asad, quien aferrado al poder ha atacado a los grupos rebeldes sin
importar la afectación a la población civil a costa de lo que sea, incluso
utilizando armas químicas, según fuentes internacionales y medio locales.

Sin embargo, tanto
Estados Unidos como Rusia, los principales centros de poder en el mundo son cómplices
del gran caos humano mundial que se vive alrededor de los 5 continentes, son hipócritas y mentirosos al hablar ante los
medios, y son indiferentes ante los verdaderos problemas que agobian el planeta
tierra.

En primer lugar, el imperio
norteamericano se vanagloria de ser el representante de honor de la protección a
los derechos y la democracia, pero son muchos los interrogantes que genera
a partir de sucesos como la invasión a Irak en el año 2003, la caída de las
torres gemelas, los recientes escándalos por espionaje, cárcel de Guantánamo,
bloqueo comercial a Cuba, no ratificación del protocolo de Kioto, bomba atómica
de Hiroshima, pasividad y negligencia frente al problema del consumismo interno
de drogas generado en USA y que ha conllevado muchos muertos y dolientes en América
Latina, entrega de armamento a rebeldes sirios, entre muchos otros sucesos que
dejan mal parado el gigante militar.

Sumamente, Estados Unidos ha
sido cómplice de mantener algunas de las dictaduras en el medio Oriente con
fines geopolíticos y estratégicos para llevar de cerca y frenar el fortalecimiento del poder
de los fundamentalistas islámicos y con intereses sobre en canal del Suez, tránsito
del petróleo; casos concretos son Egipto,
Arabia Saudita y Jordania, que han sido apoyados con grandes sumas de dinero
principalmente para su fortalecimiento militar.

Por su parte, Rusia, silencioso en su accionar y traicionero para atacar e intimidar, ha
sido un aliado estratégico y peligroso de ciertas dictaduras latinoamericanas, son
constantes las fuertes opresiones a los derechos de las personas en el gigante euroasiático,
y respecto a Siria, hay dos motivos principales que unen las dos naciones: el primero, económico, ya que
Rusia es uno de los mayores proveedores de armas a Siria, y el segundo, ideológico,
porque la política clave de Rusia es bloquear los esfuerzos estadounidenses en
la región.

Además
hay otro actor importante en la región, y es Irán que está unido a Siria por dos factores:
religión y estrategia, porque Irán es la nación islámica chiita más grande del
mundo. El gobierno sirio está dominado por alauitas, una rama de los chiitas, y
los rebeldes están dominados por sunitas. Eso los ha unido desde hace tiempo.
Irán reconoció a Siria como su único aliado árabe durante la guerra de ocho
años con Iraq. Iraq estaba dominado por los sunitas. Lo último que Irán quiere
ahora es una Siria dominada por los sunitas, en especial porque entre los
países que respaldan a los rebeldes están sus rivales en el Golfo Pérsico:
Qatar y Arabia Saudita.

Finalmente, esperar
buenas intenciones y soluciones sensibles a lo que ocurre en Medio Oriente por
parte de las potencias mundiales o de organismos internacionales no solo
termina siendo ridículo sino fantasioso, pues al fin y al cabo los intereses
que tiene cada nación, o mejor, el presidente de turno, van a ser defendidos a
capa y espada, así el riesgo sea precisamente la guerra, en tanto el ser humano,
amplio dominador del mundo, vive para consumir, atacar, dominar, manipular y
unos pocos decidir y otros tantos sostener con la pasividad y la indiferencia a
esos pequeños superpoderosos que son precisamente los actores responsables de llevar
el mundo hacia el abismo.

“Mucho
cuidado con la doble faceta de la democracia, porque puede terminar
convirtiéndose en la tiranía de la mayoría o en la ignorancia masificada”