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Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Ciber Acompañante Espiritual.
La pandemia mundial nos ha colocado en situaciones inéditas, para las cuales no estábamos preparados. En muchos escenarios han ocurrido cambios drásticos a nivel personal, familiar, económico y hasta espiritual. Esto nos puede llevar a sentirnos confundidos y hasta paralizados por un enorme número de temores que afloran en la vida cotidiana.
En esos instantes un mar de preguntas sobre el futuro nos abruman, y hasta no faltan los momentos de llanto, de desconcierto y hasta de rabia. Es un verdadero duelo el dejar atrás unas situaciones que parecían cómodas, y enfrentarse a un nuevo estilo de vida. Las circunstancias actuales nos piden reinventarnos y volver a empezar.
Escucha hace unos días la frase “no hay que adaptar lo viejo, sino innovar” y en esa línea comparto algunas sugerencias para afrontar la reinvención de sí mismo:
–Hacer un inventario. Asumir un reinvención implica hacer un inventario de talentos, de dones y de posibilidades para afrontar la nueva situación con confianza en uno mismo, con esperanza en que vendrá algo bueno, con fe en que es posible alcanzar las metas esperadas y, sobre todo, con paciencia para comprender que todo cambio implica un proceso de transformación. Lo anterior especialmente aplicado al campo laboral, donde se requiere nuevas formas de generar ingresos.
-Aceptar que existe un cambio. Al salir de esta crisis la tentación será la de intentar volver a la inercia de la rutina anterior, pero la realidad es que el mundo ha cambiado y ese deseo de volver atrás es imposible. Se requiere reconocer con sabiduría, que nuestro potencial humano nos llevará por renovados caminos donde debe primar la solidaridad, la fraternidad y también la responsabilidad con la creación. En el caso que, como humanidad, no hayamos aprendido nada de esta experiencia todas las vidas y recursos perdidos habrán sido en vano.
–Recurrir a la red de amigos. Los cambios y el aislamiento preventivo puede llevar a la sensación de estar solo, pero en realidad contamos con personas que nos apoyan, que confían en lo que hacemos y que esperan lo mejor para nosotros. Es muy importante aprender a pedir ayuda y esto nos pide la humildad para reconocer que es necesario estar en disposición de recibir la colaboración de los demás.
Esta es una gran oportunidad de crear una red solidaria para ayudarnos mutuamente con recursos, con oportunidades y con apoyo a los emprendimientos económicos que hagan nuestros familiares, amigos o vecinos. La vida nos está mostrando, que únicamente ayudándonos unos a otros podemos salir adelante.
– Cerrar los ciclos. El cerrar con amor cada etapa trae las semillas para la prosperidad de las nuevas oportunidades, los nuevos espacios, de personas que arriban y de miles de inéditas maneras de experimentar la vida de una manera renovada. La humanidad, si en serio aprendió de su fragilidad, estará invitada a vivir un nuevo ciclo de transformación de su conciencia, de agradecimiento, donde el cuidado de la existencia se ponga en el lugar que merece, más allá de los egoísmo particulares, la guerras absurdas, el materialismo exacerbado o las ansias de poder.
– Dar el primer paso. En ocasiones para producir un cambio lo más difícil es dar el primer paso, que permita reconocernos como seres capaces de dejar atrás aquello que ya no nos llena, ya no existe, que ya no nos hace crecer, y que ya no nos da sentido. Una vez iniciada la marcha el objetivo no es correr, sino mantener el ritmo para avanzar con firmeza, con decisión y constancia.
– Enamorarse de la vida. La vida siempre será el regalo más grande y la oportunidad maravillosa para sentir la plenitud humana y divina. La vida es en sí misma movimiento y toda transformación hace parte del ritmo natural de la existencia por migrar, por fluir, por superarse y por abrirse senderos insospechados. Aceptar el cambio con amor y con agradecimiento, es aceptar que estamos vivos y que Dios quiere sacar cada día la mejor versión de nosotros mismos.
Ánimo Saldremos adelante.
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