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Fabián Salazar Guerrero. PhD. Doctor en Teología. Ciberasesor Espiritual.

Muchos me envían comentarios agradeciendo por las reflexiones de las diferentes entradas y me expresan la importancia de tener mensajes de esperanza, de motivación, de solidaridad y de una salud espiritual en la vida cotidiana. Esto me llena gozo al saber que los escritos son un aporte para el bienestar de los lectores. Aprovecho esta una oportunidad para dar gracias a eltiempo.com por todo su apoyo a este blog Diálogos Espirituales.

Por otra parte, existen comentarios muy fuertes y que critican este intento de llevar conciencia. El calificativo que más me llamó la atención fue el de un lector que me escribió diciendo “se nota que eres muy ingenuo pensando que puedes haces algo con tus recomendaciones” y es aquí donde me quedé pensando: “¿qué me habría querido decir con ingenuo?”, pues la primera reacción es asimilar este término con “iluso”, “falto de experiencia” o simplemente “tonto”.

Es por ello que hice el ejercicio de buscar en internet diferentes fuentes que definieran el concepto “ingenuo”. Comencé por de la RAE que lo describe como “candoroso, sin dobles” y en la voz femenina: “Actriz que hace papeles de persona inocente y candorosa”. Luego de otras direcciones pasé a Wikipedia donde descubrí que ‘ingenuo’ fue un usurpador romano que en el 260 se declaró emperador tras la muerte de Valeriano y que murió en el campo de batalla luego de un muy corto periodo en el poder. Finalmente me detuve en una página (www.deficinicionesabc.com) que expone su conceptualización con el siguiente párrafo:

“La palabra ingenuo es el término que empleamos con recurrencia para dar cuenta de aquel individuo que en su comportamiento no presenta malicia, ni segunda intención y que además se muestra bastante inocente en cuanto a la realización de alguna travesura. Es decir, el individuo no dispone de maldad alguna y suele aceptar sin reclamos, incluso, aquellas situaciones más incómodas, grotescas e increíbles, que en cualquier otra persona pueden desencadenar una venganza, un enojo o hasta un grito”.

Es así que al confrontarme con estas definiciones reflexioné sobre qué tan “ingenuos” en realidad podrían llegar a ser los pensamientos y sentimientos expresados en el blog, y la conclusión es que SÍ SOY UN INGENUO y que eso es bueno. Que acepto mi ingenuidad al creer que unas letras o unos ejemplos pueden contribuir a cambiar la realidad, a sanar corazones y a devolver la esperanza en medio de un mundo que parece empecinado en la violencia, el sufrimiento y la egolatría. Y sí soy ingenuo al sentir con convicción que cada persona desde espacio y desde su vida puede contribuir a transformar el mundo para bien.

La ingenuidad en nuestro tiempo era vista como una virtud, y en estos días en un contexto competitivo e individualista parece que la ingenuidad designa al que es “bobo”, “al que se puede engañar” o “al fácil de abusar”. ¿Qué ha producido este cambio? ¿Por qué una condición tan deseable de la bondad se convirtió en una desventaja para “triunfar”?

No es fácil una respuesta pero valdría cuestionarse si como humanidad hemos perdido esa ingenuidad y esa inocencia y por eso la despreciamos. Nos hemos vuelto tan desconfiados que hay que ponerse alerta para que los otros no nos devoren, nos hemos vuelto tan morbosos que toca cuidarnos para que no nos violenten, nos hemos convertido, con aprobación social, en depredadores de los demás con la lógica de atacar primero y conquistar a toda costa.

Confieso, y eso debe ser por mi edad, que me duele escuchar a niños, niñas y adolescentes hablando con morbosidad, repitiendo letras de canciones denigrantes y exponiendo sus cuerpos al mercado público, y no por ellos, sino porque los adultos no supimos acompañarlos o no pudimos darles ejemplo. Que los adultos eduquemos en el amor, el respeto y la consideración por los demás será el incentivo para dejar de instrumentalizar a nuestros semejantes.

Veo también cómo los jóvenes que son objetos de bullying son aquellos que fueron educados en valores de hogar y se ven confrontados con otros que fueron educados bajo la ley del abuso y violencia a sus semejantes. Y qué decir de los ancianos, que vuelven como niños a la ingenuidad y son objeto de abuso y explotación tanto de sus parientes como de extraños que se aprovechan de su condición de soledad, marginación y vulnerabilidad. Se requiere entonces, para cuidar de la inocencia, que la justicia sea efectiva y equitativa tanto en las familias como a nivel social, que la justicia guarde a quienes hacen el bien y que defienda a quienes están en situación de vulnerabilidad.

De igual forma, me consterna la sonrisa burlona de quienes afirman que el problema es del “pobre ingenio” que se dejó hacer daño. El problema no es la ingenuidad, sino la abundancia de maldad en las acciones de quienes se aprovechan de los demás. Por eso hoy son tan valiosos como personas los que trabajan honestamente, los que no se venden por un soborno, los que no se disfrazan detrás de las mentiras y los que prefieren mantener las manos limpias del sufrimiento de sus hermanos. Hoy más que nunca se requieren héroes de la vida, que sean ejemplo de inspiración para ser una humanidad mejor.

En el buen sentido, qué importante es volver a la ingenuidad y a la inocencia como una actitud de vida que se manifiesta en la limpieza de corazón, en la bondad y ternura de la mirada, en la transparencia de las intenciones, en volver a sorprenderse de las maravillas de la existencia, en el creer en los demás, en el sonreír espontáneamente, en la verdad en los labios, en la renuncia a la manipulación y en el manifestar nuestra divinidad volviéndonos ángeles de amor para los demás.

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PERFIL
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El teólogo Fabián Salazar Guerrero, ha dedicado gran parte de su vida al estudio de diversas denominaciones religiosas, visitando varios países y compartiendo enseñanzas con líderes de diferentes tradiciones espirituales. Su labor como consultor, junto a su reconocida trayectoria como investigador y profesor Universitario de Teología, le ha permitido acompañar procesos de integración interconfesional y reconciliación. Actualmente dirige la fundación para el diálogo y la cooperación Intereligiosa INTERFE y se desempeña profesionalmente como consejero espiritual personal y empresarial.

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6 Comentarios
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  1. Totalmente cierto!!! La pérdida de valores y la alienación de la sociedad nos tienen en una situación lamentable!! Amor, respeto, tolerancia, aceptación , responsabilidad… tantos valores por trabajar para cambiar esta triste realidad!!!

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