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El ‘pace car’, apaga sus luces y la carrera se reinicia con Matt Kenseth en la punta. Johnson lo ataca y se la arrebata. Un par de vuelta después Kenseth la recupera. Hamlin sube al tercer lugar, Martin baja al quinto. Montoya asciende de forma rápida al séptimo. Se le ve consistente, recortando distancia sobre los bólidos que lo preceden. Kahne lo supera pero unas vueltas después Montoya recupera su puesto. Pasa a Casey Mears. La pantalla lo muestra alcanzando a Martin. En la vuelta 59 lo rebasa por afuera. La transmisión de ESPN hace una toma desde el interior de su cabina. El velocímetro alcanza las 197 millas por hora. Continua raudo en la pista, recortando distancia sobre Johnson quien perdió la punta con Hamlin y se ha ido rezagando. Lo rebasa asumiendo el cuarto lugar. Papá me llama.
 
– Viste como anda pasando carros. Creo que se puede ganar la carrera-, dice.
 
Kenseth es el primero de los líderes en entrar a ‘pits’ en bandera verde. Johnson y Martin entran y salen. Montoya asciende al segundo lugar detrás de Hamlin. Sus mecánicos se ponen los cascos rojos y se alistan para recibirlo. Los cambiadores de neumáticos yacen sobre el muro de contención, llantas en mano, rodillas dobladas. Se lanzan cuando el colombiano llega. Cambian las de afuera primero y se apresuran a cambiar las de adentro. La pistola mecánica produce un chillido intenso cuando aflojan y aprietan los pernos. Sale de quinto.
 
Vuelve a pasar al bólido 07 de Mears y persigue a Johnson por el cuarto lugar, Hamlin va de primero y por ahora luce inalcanzable.
 
Montoya reta a Johnson, pero el líder del ‘chase’ defiende su posición. Martin desciende al noveno. Johnson pasa a Kyle Bush y una vuelta después Montoya también lo pasa, justo antes de que el corredor de Las Vegas, Nevada, haga un trompo con su Toyota de M&M’s.
 
El bogotano entra a ‘pits’. Sus mecánicos cambian las cuatro llantas. Algunos otros equipos se la juegan cambiando dos. Sale de trece. El ‘pace car’ apaga sus luces y la carrera se reinicia. Los bólidos aceleran y pasan rugiendo con Jeff Gordon en el liderato, Biffle segundo y Ryan Newman tercero. Montoya pelea con Martin puerta a puerta. Luchan la posición de forma aguerrida hasta que los pierdo de vista en la curva uno.
 
El número 42 del colombiano desciende posiciones en el tablero. Puesto 15,16, 17,18, 19,20. Sale del tablero. ¡Maldita sea! Algo le pasó. Miro la transmisión de ESPN en las pantallas planas del centro de operaciones de Sam Hornish pero no veo lo que pudo haber sido. En la siguiente vuelta el corredor colombiano pasa entre los carros que cierran la fila. Da otro giro rezagado con respecto a los coleros. Llamo a papá.
 
– Tuvo un contacto con Martin en el reinicio. En ‘Speed Channel’ dicen que se le averió la parte posterior derecha de su carro. Lo que no entiendo es por qué no lo llaman a ‘pits’.
 
– Deben estar esperando el milagro de una bandera amarilla para no perder vuelta -, le digo al verlo pasar, aún más rezagado. Su bólido se ve esforzado y sin velocidad. En cada una de las vueltas se alarga su distancia con el resto de vehículos. Salgo de ‘pits’ y entro al centro de prensa para escapar del frío y el sonido ensordecedor. Me sirvo un café humeante. Caliento mis manos en el vaso de cartón. La transmisión de ESPN lo muestra en el puesto 34. Hasta aquí llegó su racha de carreras terminando en el ‘top five’. Sus aspiraciones de título se van al traste por una sola maniobra. Puedes construir un reino y perderlo en un instante. Los incidentes hacen parte de las carreras. Un competidor te golpea y hasta ahí llegó tu día. Hasta aquí llego el campeonato en éste caso. ¡Qué mierda!
 
Le llevo un café a Anette, quien tirita en un asiento. Habla con un bombero voluntario que viajó más de diez horas desde Harrisburg, Pensilvania. Los acompaño un rato y vuelvo a ‘pits’. Hamlin recorta distancia sobre Gordon, Montoya sigue girando a menor velocidad. Las cámaras lo enfocan en la vuelta 163. Su carro se mueve hacia la derecha coleando de forma brusca. Luego colea hacia la izquierda. Se ve errático, a punto de perder el control. Algunos bólidos escapan de su lado. Se inclina hacia la derecha y derrapa dejando tras de sí una cortina de humo blanco. Alcanza a frenar antes de golpear la barda de concreto en la salida de ´pits’. La amarilla ondea y el ‘pace car’ sale. Montoya maniobra su carro y lo conduce con dificultad alrededor de la pista. El ‘pace car’ lo alcanza y el colombiano entra a ‘pits’ formando una fila doble al lado de Gordon y Hamlin.
 
Los cambiadores de neumáticos se lanzan cuando llega. Cambian su llanta averiada. Montoya sale raudo buscando no perder una nueva vuelta ante los líderes. Hamlin le arrebata la punta a Gordon en la salida de ‘pits’. Los mecánicos de Montoya lo esperan de nuevo. Cuando llega le cambian los cuatro neumáticos y lo cargan de combustible. Sale antes de que el ‘pace car’ pase precediendo a los líderes. Montoya da un giro veloz y vuelve a ‘pits’. Sus mecánicos retiran la parte posterior derecha de su vehículo y la cambian por una nueva pieza. Trabajan de forma apresurada antes de que el ‘pace car’ complete un nuevo giro. Uno de los bomberos trastabilla en la barda de concreto. La supera pasando sus piernas por encima y le adiciona un poco más de combustible. Montoya sale. Da un giro a su máxima velocidad en busca de la cola de carrera. La alcanza antes de que se muestre la bandera verde. Se incorpora al grupo que reinicia la competencia con Hamlin en la punta.
 
– ¿Lleva cuantas vueltas perdida? -, le pregunto a uno de los mecánicos. Levanta su índice y anular con desencanto en sus gestos. Otro monta la llanta desflorada en un diablo. Se la lleva con el resto de neumáticos usados.
 
Gordon recupera la punta. Montoya supera algunos bólidos pero gira a la velocidad de los coleros. La carrera llega a la mitad de su distancia en la vuelta 178. Le hago fuerza para que supere al carro 99 de Carl Edwards, pero en el siguiente giro el corredor de Columbia, Missouri, le saca distancia. ESPN muestra al colombiano en el puesto 38.
 
La amarilla número seis ondea. Un pedazo de metal rojo yace en la mitad de la pista. El logo circular de la marca de Target evidencia que es el cuarto posterior derecho del bólido de Montoya. Los líderes entran a ‘pits’, y cambian cuatro llantas. Kenseth sale de primero. Montoya entra. Los mecánicos trabajan en su avería de forma desesperada. Le cambian los neumáticos, lo abastecen de combustible y sale de nuevo. Los de Martin le ponen un remiendo adhesivo en la punta de su carro. El corredor de cincuenta años sale a pista y conecta al grupo al final de la fila. Con su choque contra Montoya, le dejaron la vía libre a Johnson para el título.
 
La carrera se relanza con Kenseth en la punta, Johnson segundo, Kurt Bush tercero, Gordon cuarto y Kahne quinto. Montoya pasa de último perdiendo distancia con los coleros. En la siguiente vuelta luce aún más rezagado. Su carro produce un sonido ronco y desentonado, diferente al rugir afinado del resto de bólidos. Lo veo girar con esfuerzo. Va peleando contra el aire. Perdiendo varios segundos por vuelta. No tardará en perder una más.
 
– ¡Todo se echó a perder! -, le digo a papá.
 
– El carro azul le trajo mala suerte.
 
Al poco tiempo Kenseth y los demás líderes lo superan. Me volteo y camino al centro de prensa. Me sirvo unas alitas de pollo y le sirvo otras a Annete. Salgo y la busco.
 
– ¿Andas como una paleta?
 
– Sí -, responde escondiendo sus pies bajo su cuerpo. – Pero no te preocupes, viajamos desde muy lejos para esto. Vuelve a ‘pits’.
 
Salimos del ‘infield’ por el túnel que pasa bajo la pista. Los carros producen una energía electrizante a su paso. Su rugido genera un eco que se cuela por las bardas exteriores de la pista. – Así son las carreras -, digo ante el panorama de los miles de carros parqueados alrededor del autódromo. – Si se acaba para tu piloto, se acaba para ti -, añado.
 
El rugido de los bólidos va disminuyendo a medida en que nos alejamos. La noche muestra su cara arriba en las cumulonimbos que flotan sobre en cielo. Hasta aquí llega la intensión de título. Supongo que volvimos a vibrar. Que Montoya fue el de antes, el que peleaba carreras y campeonatos, el que nos generaba satisfacciones y alcanzaba triunfos en tierras extranjeras. Todo es cuestión de suerte, sí claro. Malditos futuribles con los que te rompes la cabeza, ese “hubiera”, que te pega como un puño en la cara y luego no te deja dormir si lo dejas. Si no hubiera perdido tantos puestos en ‘pits’, si hubiera salido un puesto más adelante, si hubiera salido un puesto más atrás, si las circunstancias hubieran sido distintas, si Kyle Bush no hubiera hecho el trompo, si Montoya hubiera usado el color rojo de Target, si hubiera… ¡Maldita sea! Te lo estoy diciendo, te rompes la cabeza…
 
 
Vea fotos en: www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com

escarabajomayor@gmail.com

 

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Mi nombre es Eduardo Bechara Navratilova. Escribo como acto liberador que me ayuda a escapar del mundo, así termine volviendo a él. Me sirve para entender mis propios actos, aunque admito que acabo con más preguntas que respuestas. Tengo defectos despreciables, que dejaré al lector descubrir por si mismo. Detesto los trancones, las modelos y hacer fila en los bancos. Me gusta el fútbol y la rumba, me gusta la gente que persiste. Tengo los títulos de derecho (1999) y literatura (2005) en la Universidad de los Andes. La novia del torero, Editorial La Serpiente Emplumada (2002) y Unos duermen, otros no, Editorial Escarabajo (2006), son mis dos novelas publicadas. No tengo un peso en el banco, pero me he recorrido medio mundo en viajes. El ser humano y su comportamiento son mi tema de fondo.

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