Poema – «Retazos de la otra orilla» – Camila Vallendor – «En busca de poetas»
Aquí les dejo otro de los hermosos poemas de la talentosa joven porteña Camila Vallendor, encontrada por el proyecto «En busca de poetas».
«Retazos de la otra orilla
Todos tenemos un cuento para reír y llorar, somos payasos que el viento trajo a la orilla del mar.
Agarrate Catalina
Porque una orilla o la otra orilla, lo mismo da. Es la misma luna sobre el mismo río, izquierda o derecha es solo una cuestión de perspectiva. Es que en este cuento, me tocó nacer rioplatense. Noctilucas o bichitos de luz, Kiyu o San Isidro alimentándome alegría. Sonrisas que so revoluciones, la luna redonda y hermosa como una naranja, esta vez poco importa donde se paran los pies, mi cielo no es ni uruguayo ni argentino.
Los ojos gigantes y desarticulados, la sonrisa agrietada por miles de emociones alunadas, la carcajada y la nostalgia inesperada de pisar por primera vez un tablado. Vino tinto y Montevideo, amor desordenado, como no, hermano, esto es arte, arte, arte y nuestra revolución, es la alegría. En mi piel, es el mismo amor que brota rebelde, como una florcita entre la arena y la basura, como un destello de Perota chingo en el río porteño, a la sombra del Bosque Alegre o el Vial Costero.
Una chacarera o un candombe, que importa si todo me lo regala tu guitarra, el efecto terremoto de tu voz que mueve el mundo, el sol, el mar.
Somos payasos de este o aquel lado, tu risa, mi risa, son pura poesía que se enreda, se enraíza aun en lo más gris de esta ciudad, aun cuando un semáforo no es un ombú, aun cuando Ballester no es Punta del Diablo. No importa, si todo es un ventarrón de risas y letras, circulando en espirales infinitos de música, poesía, coincidías y sincronencias.
Monigote en la arena es cosa que dura poco, cuenta el cuento de una hermana pequeñita como bichito de luz en los juncos. Pero como evitar enamorarse del viento, que nos lleva y nos trae, de una orilla a la otra, siempredespeinados, siempre con los bolsillos llenos de piedritas y papeluchos, con las uñas despintadas, el mate calentito, el alma sonriente. La fiesta de volver a casa con un pan y una manteca, con una mochila llena de noctilucas y canciones y flores y risas y humo y juguetes.
Que importa lo poco que dure nuestro monigote, sea cual sea el lado del río. Que importa si al final, siempre es el viento y la arena, si al final, siempre, lo último que se borra es la sonrisa».
Camila Vallendor, Buenos Aires, Argentina, veintiún años, estudiante.
Ushuaia, Argentina, febrero de 2013.
Espere nuevos poemas del proyecto «En busca de
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