Intento ponerme en el papel de Teresa y me es imposible. No logro imaginar qué puede estar pasando por su cabeza, por su estómago y por su corazón. Tampoco quiero ponerme en la piel de la familia, una familia que afronta, indefensa, uno de las situaciones más bizarras que ha sufrido España.
Teresa Romero es la enfermera que se ha infectado con el ébola después de estar en contacto con un misionero español contagiado que fue repatriado de Sierra Leona. Ella lo atendió y cuidó hasta que el misionero falleció por la enfermedad, su estado era ya demasiado delicado.
El primer caso de ébola en Europa y tiene que darse en el país con el gobierno más incompetente de toda la zona.
Los gobiernos deben estar siempre a la altura de las circunstancias, dar respuesta y asumir las responsabilidades que su cargo (y su sueldo) le otorgan. Pues bien, en España no ha pasado nada de eso. A la ministra de Sanidad se le ha visto una sola vez y los encargados de Salud cada vez que han hablado la han embarrado más. Para el gobierno de Rajoy la única responsable de uno de los casos más graves de salud pública de toda la historia de ese país es la enfermera. Nadie más que ella.
Teresa está estable en el momentos en que escribo este post, pero sigue entubada y el pronóstico es grave. Nadie sabe que pasará con esta española ni con las otras personas que han mantenido contacto con ella. El sistema de salud español no estaba preparado para una emergencia de esta índole, y tampoco se había entrenado al personal médico para que manejaran una crisis tan grande. Además, poco a poco, el gobierno actual ha ido desmantelando un sistema de salud pública que es igual para todos, porque todos los españoles lo pagan. Si un gobierno no vela por la salud y educación de su ciudadanía, ¿para qué carajo nos sirve?
Durante lo que llevamos de crisis, emergencia o caos, como quieran llamarlo, el ejecutivo ha comparecido dos veces, una de ellas sin la posibilidad de que los periodistas pregunten. “Transparencia política” dicen que se llama eso. Mal por lo políticos. Mal por los periodistas por jugar a ese juego repugnante.
En internet hay muchísimas consignan que afirma eso de que “Teresa somos todos”, pero no es verdad. Teresa está sola, sola ante un destino incierto. Le siguen suministrando tratamiento (ya lleva tres distintos) y cada hora que pasa esta enfermera le puede decir a la muerte: ven más tarde, que aún no me toca. Y aunque mantengo que está sola, sí es cierto es que hay una sociedad entera que está entregada y que desea con todas sus fuerzas que esa mujer fuerte y valiente vuelva a hacer lo mejor que sabe: cuidar de los demás.
Uno de los Trending topics de Twitter ayer en Colombia era #SiElEbolaLlegaAColombia. Había, como siempre, comentarios bastante deplorables, pero otros muchos tuiteros querían tener más información sobre lo que está pasando en el mundo. Porque ahí está el quiz de toda esta cuestión.
El África, mientras nos escandalizamos con fotos de niños moribundos en hospitales decrépitos, han muerto casi 4000 muertos. Pero que esta vaina no llegue aquí, por favor, que se quede allí. Además, no son nuestros muertos. Eso piensa Europa, EEUU, y nosotros. No son nuestros muertos, repetimos, cuando no nos damos cuenta de que nuestra vida no vale más que la de otros que no tienen ni la opción de quejarse.
En las sociedades se crean muertos de primera, de segunda y de tercera clase. Pero la muerte es lo más democrático que existe, y nos llevará a todos por igual.
Ojalá que la muerte sea más compasiva que las sociedades y le de todo el tiempo que se merece a Teresa.
El mayor logro que puede tener una persona hoy en día, es la habilidad con la que se lava las manos o logra sacar el jopo ante hechos que ameritan toma de decisiones. En Colombia esto es producto del conflicto donde aprendimos a no hablar o participar porque el que lo hace está bajo tierra. Pero es una moda general, nadie quiere asumir, todos quieren evadir… Qué se espera de las siguientes generaciones? Esto no contribuye a hacer país, a generar desarrollo, pero sobre todo constituye un antivalor que hay que erradircar!
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