DISTRACTOR/¿Nos queda claro qué es el erotismo? #LabiosDigitales [Parte 1]

Una mujer devora lentamente un plátano. En una esquina, un hombre se queda lelo viendo las caderas de una joven que corre afanosamente por la acera, mientras sujeta con firmeza su cartera. Los pasos de la gente se confunden con una sonora carcajada, proveniente de una morena con cabello ensortijado. Tras las escuetas divisiones de un café internet varios jóvenes se deleitan con la exigente coreografía de dos fornidos gimnastas, quienes acuartelan en un vibrante paréntesis a una dama de ojos rasgados…. en fin, las imágenes de la cotidianidad ocultan asombrosos fetiches que asociamos con deseos que difícilmente llevamos a cabo ¿Quién no se ha vuelto a mirar a una persona, así sea inconscientemente?

Por otra parte, hace ya unos 14 años tuve la oportunidad de trabajar con el periodista de esta casa editorial Francisco Celis Albán, quien en su libro de entrevistas Colombia erótica integró un cúmulo de personajes de la realidad nacional que de una forma u otra representaban lo que nos caracteriza sexualmente, cómo lo manifestamos y cómo lidiamos con ello en el día a día, desde la necesidad de trabajar en la prostitución hasta los resabios de nuestra moral católica frente a ciertas expresiones artísticas. De allí mantengo la curiosidad por hablar de este tema y desde acá lo saludo, recordando lo que aprendí en esa colaboración aunque se haya desecho de sus 3000 libros de contenido erótico.

Con el paso de los años veo que el erotismo es una palabra bastante manoseada por estos días por cuenta de la banalidad de novelas, películas y opiniones de “intelectuales” que la vinculan con actos perversos, látigos, golpes, sometimiento o expresiones como “desnudos artísticos” “hice una escena de cama con todo profesionalismo” y demás lugares comunes que pululan en el ambiente.

Vengo del siglo XX pero no soy para nada anticuado, no obstante ahora todo lo que tiene que ver con sexualidad, sexo, diversidad y otros similares se encuentra tan exacerbado que por momentos se olvidan aspectos esenciales del ser humano ¿Conocemos nuestro cuerpo? ¿Qué es lo que nos hace estremecer, lo que nos vitaliza en el contacto con otros? Seguro muy pocos darán fe de ese autodescubrimiento y en ello el erotismo se volvió la etiqueta fácil para estructurar protocolos y manuales de instrucciones que nos dicen cómo ser “el tigre” o “la puta” en la intimidad. Podemos vulgarizar el acto sexual, llenarlo de palabras soeces y abundantes fluidos, pero ¿y lo demás dónde queda?

Esas no son las únicas preguntas que me hago ¿El erotismo es únicamente sexo? ¿Qué entendemos por lo erótico? En el terreno literario ¿la idea es narrar cualquier clase de fantasía extrema? ¿En qué obras de la literatura, especialmente en la colombiana, encontramos otras maneras de ser eróticos? ¿Qué otras posibilidades nos ofrece nuestra interacción frecuente con el mundo, por ejemplo, con los medios de comunicación?

Para ello busqué a seis personas que, desde ámbitos académicos y algunos artísticos, ofrecen planteamientos frente a lo que es el erotismo en la actualidad.

En primer lugar conversé con Lillyam González, escritora y periodista, que aporta desde su formación académica y su gusto por la lectura su punto de vista sobre ese atributo erótico en la literatura contemporánea. Actualmente Lillyam realiza sus estudios de postgrado en la Universidad Carolina en Praga, y si bien su tema de estudio se aparta de estas consideraciones, su experiencia académica es esencial para hacernos ver que lo erótico se presenta en cualquier momento de la literatura, con más o menos intensidad, enfrentándose a la hipersexualización (sí, la vieja frase de que el sexo vende) y convertir relatos personales en una recreación de penetraciones y gemidos más dignos de una película de Multipremier.

¿Han leído o escuchado hablar de la novela Ruega por Nosotros? Su autor, el cartagenero Alfonso Carvajal, propone una visión del erotismo literario que debe evitar el peligroso convencionalismo de la literatura erótica como algo “femenino” o “masculino”. De hecho él mismo cuestiona que una novela anterior suya, La Sonata del Peregrino, sea considerada como erótica. Tanto Carvajal como González han evocado el ensayo La Llama Doble, del Nobel mexicano Octavio Paz, referencia obligada para ampliar la percepción sobre esa conexión entre erotismo, amor y sexo. No obstante ¿habría que actualizar esa frase del ensayo en la que Paz afirma “el amor es una elección hacia una persona única, a un cuerpo y a un alma. El amor es elección, el erotismo, aceptación”?

Una perspectiva distinta ofrece Virginia Mayer. Su primera novela, Polaroid, fue considerada un debut interesante en la narrativa actual colombiana. Ella no discrepa del todo de la etiqueta “erótica” que se le da a su novela, aún así se encarga de contarnos cómo fenómenos como 50 Sombras de Grey no pasan de ser basura (con película y todo) vendiéndonos la idea de una “liberación” que para nada es actual ¡Los textos del Marqués de Sade aún alborotan al mundo desde su publicación hace más de tres siglos! Mayer aboga por que el sexo se escriba como se habla en la cotidianidad. Recientemente incursionó como escritora y actriz de la pieza teatral “No te metas a mi Facebook” (junto a Tomás Cháves) en los shots de teatro de Casa E. 

En un terreno audiovisual ¿cómo se percibe el erotismo? La televisión y el cine son los principales creadores de mitos eróticos y escenas de diverso calibre, sobre las cuales ya han corrido los suficientes ríos de textos. Ana Piñéres me hizo olvidar por un momento que es la vicepresidenta general y productora ejecutiva de CMO Producciones y me regaló un encantador punto de vista: “Ver comer a alguien es erótico” Todo lo que sugiere el protocolo que conlleva ingerir algún alimento reúne imágenes que atraen irresistiblemente. De paso habló de lo que significa la iniciativa de La Siempreviva, película que acudió al crowdfunding para estar a tiempo en cartelera, tema de nuestro post anterior.  Ya nos ponemos más sinestésicos.

Pasamos a lo que es el objetivo de #LabiosDigitales y es demostrar el poder tanto de la palabra como de la voz humana y sus matices. Por esa razón fue para mí un placer compartir con Alex Pinilla y Carlos Calvache, director y fonoaudiólogo respectivamente de la iniciativa El Locutorio. Pinilla se ha destacado por prestar  su voz a distintos proyectos en radio y televisión, amén de comerciales institucionales (fue la voz del canal National Geographic) Junto con Calvache me aclararon qué caracteriza una voz sensual, cómo podemos cuidarla y potencializarla. En El Locutorio ofrecen diversos talleres para lograr ese objetivo. Pueden ubicarlos en su página de Facebook o en su cuenta en Twitter 

Para finalizar, nada mejor que esto: