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De los deseos de las masas, de sus miedos y sus aberraciones, siempre debe dudarse. Rara vez hay algo tan moldeable y fácil de manipular como las mayorías, ingenuas por definición y capaces de indignarse todas las semanas por causas distintas.

Pocos miedos se han mantenido con tanta vigencia a lo largo de los siglos entre las sociedades humanas como la posibilidad de una ruptura en el orden social, que tan frágil parece ser. Existe la noción, basada en una larga cadena de evidencias históricas, de que el caos y la destrucción de todos los sistemas de valores son contenidos por una fuerza que en cualquier momento puede ser vencida. Y entonces todo cambio es temido, mientras que la estabilidad es observada como una delicada conquista en riesgo permanente.

Pero falla desde su propia estructura una sociedad que prefiere esa estabilidad, aún sabiendo que es excluyente en su sola definición, y consciente de que todo lo que es ha sido construido sobre injusticias. Cualquier proyecto constituido sobre una falencia tan absurda, carece de sentido y de autoridad moral en todas sus búsquedas. Es por eso que el progreso debe entenderse, en ese sentido, como la lucha humana por enfrentar sus incongruencias y sus contradicciones más profundas.

Sin duda uno de los asuntos de debate que más ha enfrentado a las sociedades modernas ha sido la aceptación de formas de sexualidad distintas a las concebidas durante los siglos de dominación católica. Los más religiosos, valiéndose de las tradiciones y del argumento de un supuesto orden natural, han intentado de todas las maneras bloquear el alcance de la igualdad en materia de derechos por parte de las minorías, que a pulso han ido avanzando lentos pasos en contra de una fuerte corriente, a lo largo de varias décadas.

En Colombia las parejas del mismo sexo han logrado obtener un mínimo de derechos, tras años de enfrentamiento incansable y desde una posición de inmensa desigualdad frente a una sociedad mayoritariamente conservadora, y sobre todo cerrada. La posibilidad de que estas uniones tengan la facultad legal para adoptar hijos es uno de los capítulos que más ha causado división, aunque lentamente las balanzas de la ley y la ciencia han entregado la razón a las parejas homosexuales.

Desde el otro lado, plagados de prejuicios y de concepciones únicamente amparadas por sus religiones, están quienes se oponen a que las parejas del mismo sexo tengan acceso a la adopción. Sus tesis, valiéndose de fragmentos bíblicos y de creencias tradicionales, plantean que los niños necesitan de figuras masculinas y femeninas a la hora de ser criados, y que los homosexuales podrían cometer horrendos abusos contra sus hijos. Estadísticamente, esta apreciación ha demostrado ser nada más que un prejuicio ignorante, pues la inmensa mayoría de las violaciones son cometidas por personas heterosexuales.

Es al darse cuenta de la ausencia de cualquier argumento moral a su favor, cuando los opositores de la adopción por parte de parejas del mismo sexo plantean la posibilidad de que sean las mayorías quienes tomen la decisión final sobre esta materia, pues conocen mejor que nadie el temor que un cambio tan repentino puede causar en una comunidad.

Para nadie es un secreto que la senadora Viviane Morales, una de las promotoras del referendo contra la adopción por parte de parejas del mismo sexo, es una radical cristiana, algo que de ningún modo debe criticarse. La constitución política del 91 declara como un principio inalienable el respeto por la religión que cada cual decida adoptar, o por la ausencia de ésta en la vida de quienes, como yo, nos definimos como ateos. Estamos en el deber de aceptar y de promover todas las formas de diversidad, incluso cuando nuestros principios nos sugieren que las creencias ajenas son falaces.

Pero desear que sean las mayorías, desde su ignorancia y desde su total parcialidad, quienes decidan sobre los derechos de las minorías es algo que carece de cualquier suelo moral. Porque nada garantiza que los deseos de las masas aseguren la toma de decisiones responsables y coherentes con las libertades que proclama la constitución. Y a pesar de hoy parecer inexplicables, los peores horrores de la humanidad siempre han sido avalados por la tibieza moral de las mayorías, temerosas frente a cualquier posibilidad de cambio.

Aunque la religión haga sentir moralmente superiores a quienes se oponen a la adopción por parte de las parejas del mismo sexo, la constitución les entrega una idéntica proporción de derechos. La senadora Morales sabe que en el marco de la legislación colombiana, y de los derechos y libertades que la definen, una propuesta como la suya jamás tendría posibilidades de convertirse en ley. Y por eso acude, como todos los tiranos, a una inexistente legitimidad a través de los votos de quienes se enfrentan a una causa que, aunque impopular, es el camino que cualquier sociedad humanista debe emprender con convicción.

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Politólogo de la Universidad de los Andes. Analista de temas políticos y activista por la paz. Creo en un país de jóvenes empoderados, críticos y comprometidos con el futuro colectivo. Músico de tiempo completo.

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13 Comentarios
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  1. alfonso578559

    El gran problema que nos plantea esta propuesta de la cenadora Viviane Morales es que si admitimos la prohibición de la adopción de niños a personas solas o del mismo sexo, es que en cualquier momento a esta señora se le ocurre proponer por ley que los negros y los indígenas no son seres humanos o que a los ateos hay que sacarlos de todas las instituciones educativas y seguro gana por mayoría ya que el pueblo colombiano es ignorante, iletrado y fanático religioso.

  2. Hipocritas de pacotilla que callan cuando el pecado les roza sus huestes. Por que estos falsos cristianos callan cuando se permite la prostitucion ( Sexo Pagado) femenina? Por que los padres siguen llevando a sus hijos adolescentes a los prostibulos para iniciarlos como hombres? El problema es la forma como se entiende el sexo en la sociedad. Segun la biblia el sexo debe entenderse solo como reproductivo (engendrar hijos), esto cubre a heterosexuales y homosexuales. Los animales solo lo hacen cuando estan en temporada de celo (una vez por año?). Nadie piensa quienes son los seres humanos que se prostituyen, pertenecieron a una familia?, quien los oriento?, …la iglesia calla y se hace complice del gobierno. Los de derecha callan porque oponerse no produce votos, la sociedad calla porque es preferible que un adolescente se convierta en un patan abusador de las mujeres que en homosexual, como si la orientacion sexual fuera algo voluntario. Si el que lee esto es un religioso reflexivo, le invito a leer el evangelio de San Mateo, capitulo 19, versiculos 10,11,12. Para entenderlo hay que recibir la inspiracion del Espiritu Santo. En conclusion usted puede amar al que quiera, pero por favor no tenga sexo si no es para engendrar. Eso es ser cristiano.

  3. Parejas del mismo sexo deben afrontar y aceptar de la misma manera como aceptaron sobre sus deseos sexuales, la consecuencia lógica y natural que significa que la unión de parejas del mismo sexo no produce nueva vida, no se procrea. Entonces aceptar la adopción de niños es convertirlos en objetos al servicio de los adultos dominados por sus deseos más profundos.

  4. Periodista, uno creería que con tantos pergaminos en su curriculum, usted debería entender y tener claridad que el supuesto orden natural, como usted le llama, nos permitió a todos, incluido usted, venir al mundo, fruto de la unión de un hombre y una mujer, crecer y desarrollarse culturalmente. Suponemos entonces que los deseos sexuales hacen parte del desarrollo cultural y pueden darse todo tipo de deseos hacia personas de sexo distinto e igual. (los heterosexuales, tienen igualmente el derecho a suponer) Pero de allí a querer por vía legal y pseudocientífica que ese deseo les da derecho a criar niños, como si ellos fueran cual mascota o juguete infantil hay una distancia que el sentido humano, no puede aceptar.

  5. Oiga ignorante (y por lo visto maricon tambien), no se trata del derecho de una minoria de depravados sexuales, se trata del derecho de ninos normales, que no tienen por que, siendo ninos, ser obligados (al no tomar ellos la decision) a crecer siendo deformada su mente, imponiendoseles que es normal lo que pervertidos sexuales hacen.

  6. Si señor nos sustentamos en la Biblia,es decir, en la palabra de DIOS, nada más ni nada menos, harían muy bien leerla y seguirla, DIOS PADRE, con su bondad y poder y con su inmenso amor los sacara de esa aberración en la que están y de la quieren convencernos que es normal y natural

  7. si su idea de democracia es que las minorias ateas lgbt van a dictar como se deben de educar los hijos de una mayoría creyente, no esta distando mucho del ejercicio de cualquier dictadura de bolsillo, que asumen el paternalismo de decidir por la masa cuando ésta no los sigue como borregos, colombia es el septimo pais católico en el mundo, es lo que hay, gústele o no, tendrá que ser tolerante e incluyente con los deseos y expectativas de esa mayoría

  8. Es inmoral que obliguen a un niño a ser criado por un modelo de familia que no es natural… una cosa es que dos adultos decidan vivir de la manera que ellos quieran, lo cual aunque desagradable hay que tolerarlo, pero que entreguen a un inocente niño en manos de estos personajes es una forma de abuso… es por eso que la mayoría quiere votar en contra y que los desviados no quiere que se vote porque saben que la mayoría moral los aplastaría en las urnas.

  9. Muy bien, asi se habla. Por cuenta de una supuesta mayoria no se pueden negar derechos fundamentales a las personas y menos teniendo como argumentos lo escrito en un libro escrito hace varios milenios plagado de contradicciones, fabulas ridiculas y hechos espantosos.

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