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Hasta los amigos más cercanos se tratan de usted. Nadie ha sabido la razón. Ni el gran lingüista Rufino José Cuervo quien en ninguna de sus cartas trata a nadie de “tú”, ni a sus amigos de la infancia como Miguel Antonio Caro o Rafael Pombo. Fernando Vallejo es el primer sorprendido de que que la mayoría de bogotanos (pero también la mayoría de boyacenses, santandereanos, nortesantandereanos, llaneros) solo hablen de usted y se dirijan así al papá, a la mamá, a los hermanos, a los hijos. “Quítese de ahí, niño, que va a quebrar el jarrón”. ¿Por qué  en otras regiones del país es distinto? “En Antioquia le habrían dicho de vos: Quitate de ái, mocoso. Y en la costa de tú: Quítate de ái, pelao. “Los idiomas son caprichosos -sentencia Vallejo-: varían según la altura de las montañas y con el transcurrir de los años”. De suerte que es inútil la empresa de las academias de la lengua al fijar normas al idioma. “¡Cuál norma puede haber en un idioma que tiene mil años y está repartido en veinte países díscolos, cada uno con la suya!” En últimas, “el idioma no es lógico ni ilógico, racional o irracional: es eficaz”.

El Cuervo Blanco -fernando Vallejo- Libro 

De estas y otras cosas divaga Fernando Vallejo en su nuevo libro sobre el lingüista colombiano Rufino José Cuervo, cuya obra podrá ser muy delirante y todo lo que se quiera pero cuya vida fue sumamente aburrida. No sé por qué a Vallejo le dio por escribir la biografía de un ocioso que se pasó la vida en inutilidades. La biografía de Rufino José Cuervo, “EL CUERVO BLANCO”, es una ociosidad al cuadrado. Nada tiene de la vida trepidante de Porfirio Barba Jacob o de José A. Silva, a quienes Vallejo les dedicó 14 años de investigación en “El mensajero” y “Chapolas negras”, respectivamente. 

Su biografía de Cuervo se me antoja una excusa para hablar de los misterios del lenguaje, para tomarle el pelo a las pretensiones de los lingüistas, despotricar de la tradición retrógrada de Colombia y “mamar gallo”, como solo él lo sabe hacer. 

De Rufino José Cuervo mucho se habla pero poco se lee, tal vez porque los títulos de sus libros no son los más exactos ni los más llamativos y parecen dirigirse al especialista y a lo mejor porque, más de 100 años después, carecen de actualidad. Básicamente el aporte de este Cuervo colombiano fue dotar de rigor científico al estudio de esta lengua. Su interés no fue la literatura, pues nunca escribió un poema ni un cuento ni se dejó llevar por el gusto de ninguna escuela literaria. Su interés fue el estudio científico del lenguaje como fenómeno en sí, como herramienta de la vida y del pensamiento. Suplantó sus energías poéticas por las filológicas; extinguiendo el valor de la poesía, hizo nacer en él la conciencia  lingüística. Y la aplicó a la vida cotidiana. De escuchar atentamente el habla popular de la capital colombiana, el acento y el vocabulario de cultos e incultos, Cuervo fraguó sus amenas “Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (1867-1872)”, que no eran apuntaciones ni se limitaban a Bogotá sino que abarcaban varias áreas de Hispanoamérica. Alfonso Reyes dijo que este libro volvió a zambullir la gramática en la vida diaria. 

Su obra cumbre fue el “Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana”, cuyo título también es inexacto. Para Fernando Vallejo no se trata de un diccionario sino de una gramática genial, “como no ha habido otra, con ocho mil doscientas cincuenta y siete páginas en sus ocho tomos en vez de unos cuantos centenares en uno o dos, y divididas en tres mil monografías de palabras ordenadas alfabéticamente en vez de las dos partes tradicionales de la Morfología y la Sintaxis divididas en capítulos (el del artículo, el del substantivo, el del adjetivo, el del pronombre, etc.), y estos en subcapítulos y estos en parágrafos”.

Cuervo logró ordenar y redactar las palabras comenzadas por las cuatro primeras letras (A-B-C-D). Murió antes de tocar las palabras comenzadas por la letra E. Y de ahí que Fernando Vallejo vea este libro como la empresa más delirante de nuestro idioma. 

“La sola preposición “de” ocupaba cuarenta páginas u ochenta columnas (veintidós más que la “a”), o sea cinco mil quinientos renglones. De solo hojearla se me corta la respiración. España y con todo y lo loca que es, en locos al lado de Colombia es terrenal yermo. […] Su alma solo se puede medir por el delirio. Con el “Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana” lo que él pretendía era apresar el río caudaloso de este idioma, que venía del año 1000 cuando se bifurcó del latín, y que arrastraba en sus aguas torrentosas mucha basura recogida de aquí y de allá de siglo en siglo aunque eso sí, mezclada con unas cuantas joyas. Cuervo en su desmesura lo quería todo: la basura y las joyas”. 

Y Cuervo también quería “mamar gallo”. Divertirse con una empresa inútil. De ello hay constancia en los testimonios del hispanista francés Foulché-Delbosc, quien conoció a Cuervo en París. Foulché-Delbosc decía que la letra de Cuervo era casi incomprensible y que cuando salió el segundo tomo del “Diccionario”, el propio Cuervo le había dicho que solo lo había publicado para disgustar a ciertas gentes, sin más explicación. ¿A quién quería disgustar? ¿A los gramáticos de España? ¿A sus amigos bogotanos? Vaya uno a saber. Lo cierto es que Cuervo, si bien se carteó con los mejores gramáticos europeos de su tiempo a quienes les escribía en latín si era del caso, nunca tuvo una vida social activa. Vivió en París, pero se la pasó la mayor parte del tiempo alojado en su apartamento. Nada hay en su obra ni en sus cartas de la mundanidad parisina. De goce, de modernismo, de sensualidad. Nunca se le conoció mujer, ni novia ni tampoco novio. 

El hispanista Foulché-Delbosc quiso tratar a Cuervo como un verdadero amigo, y durante quince años compartió con él un café o una copa de jerez. Confesó deberle muchas enseñanzas y admiró sus conocimientos. Pero espiritualmente se sintió muy alejado del gramático bogotano. Cuervo, según él, era matrero y desconfiado, muy indio (recalca Foulché-Delbosc), muy cortés, muy inacorde con la psicología europea, impenetrable”. Incapaz de tutear a sus colegas. Alejado por el “lejano” USTED.

Fuente: “Carta de Alfonso Reyes a Pedro Henríquez Ureña”. (París, 10

de julio de 1914). Correspondencia, Edición de José Luis Martínez,

FCE, 1986. Pág. 394 

Imagen del cuervo blanco tomada de: http://cuaderno-campo.blogspot.mx/2009/03/cuervo-blanco.html

Sebastián Pineda Buitrago

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Dr. Profesor-investigador universitario, autor de algunos libros sobre crítica e historia literaria y de las ideas. E-mail: spineda@colmex.mx Imagen: pintura de Yolanda Pineda

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6 Comentarios
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  1. Hubo alguna vez una discusion por el termino “usted”, realmente para un llaner@ es una forma de respetar al otr@, el “tu” indica confianza o “confiancitas”, realmente es para no tener confusiones…pero uno de los que discutieron y como piensan otr@s creen que el “tu” pertenece a una clase alta y el “usted” a una clase “baja”…creo que es un error muy grande.

  2. < !DOCTYPE HTML PUBLIC "—//W3C//DTD HTML 4.01//EN" "http://www.w3.org/TR/html4/strict.dtd">

    Vallejo es una mierda

    Para hacerle el feo a Vallejo

    Estuve leyendo “El lejano país de Rufino José Cuervo” del ‘maestro Fernando Vallejo’ (*) quien nos cuenta la historia de los hermanos Rufino y ángel Cuervo, de cómo emigraron hacia Europa, de cómo junto con Miguel Antonio Caro (el presidente) en su amor por el idioma español hicieron esfuerzos loables aunque inútiles como relata Vallejo “…Cuervo quiso apresar un idioma de mil años, de la A a la Z. Empresa tan imposible como la de quien quisiera meter en un balde al río Cauca. Al Cauca no lo agarra nadie, pasa y se va. Se va por el Magdalena rumbo al mar, como se fueron los Cuervo a conocer a Europa, y al año justo por ahí volvieron a liquidar su fábrica de cerveza y a arrendar sus casas con sus tiendas, que era como llamaban entonces los locales de la planta baja, y a despedirse de los amigos y las monjas y a empacar…”. Y Vallejo quizás reflejado en el último gramático de “La Virgen de los Sicarios” se indulge en elogios al esfuerzo magnánimo de los Cuervos y su amigo Caro por escribir un diccionario que evitará la escisión de la lengua madre como le sucedió al Latín en sus lenguas romances español, portugués e italiano. Vallejo aprovecha a fustigarnos a todos aquellos que decimos “Visité Bogotá” pues según la lengua castiza es “Visité a Bogotá”. Y mientras nos cuenta estas fabulosas anécdotas de los Cuervo y unos de nuestros atropellos al idioma, Vallejo trata de explicarnos en paralelo sobre las razones por las cuales los Cuervo abandonaron la Patria. Y va así: Si Vallejo al igual que los Cuervo ama la lengua madre, y Vallejo odia la madre Patria se deduce que los Cuervo abandonaron a Colombia por las mismas razones: odio por Colombia. Interesante.

    Vallejo aprovecha a fustigarnos a todos aquellos que decimos “Visité Bogotá” pues según la lengua castiza es “Visité a Bogotá”. Y mientras nos cuenta estas fabulosas anécdotas de los Cuervo y unos de nuestros atropellos al idioma, Vallejo trata de explicarnos en paralelo sobre las razones por las cuales los Cuervo abandonaron la Patria. Y va así:

    • Vallejo y los Cuervo aman la lengua madre,
    • Vallejo y los Cuervo abandonaron la madre Patria
    • Vallejo la abandonó por odio.
    • Ergo, Los Cuervo abandonaron la Patria por odio.

    Interesante.

    Ya en terrenos Vallejianos o Rendoneros (por el odio contra su madre biológica una Rendón) es más fácil rajar contra ‘la colombianidad’. Dice Vallejo “Colombia es lo peor de la tierra y Antioquia lo peor de Colombia. En esos páramos de esas montañas feas y yermas por las que se ruedan las vacas, en esos huecos de tierra caliente donde zumban los zancudos, el alma se encajona asfixiándose en su propia mezquindad. El Magdalena, que pudiera ser la salida, es un río pantanoso, enfermo de fiebre amarilla y malaria. No hay salida ni arrimadero. Nadie sale, nadie entra y en el encierro a los empantanados se les ha ido avinagrando el alma. Se han vuelto envidiosos, ventajosos, malos. O mejor dicho peores pues malos siempre han sido, desde que los engendró España cruzándose con indias y negras. Cuando yo nací me los encontré bajándose las cabezas a machetazos. Luego se civilizaron y pasaron a matarse con metralleta. Lo malo es que no se acaban pues en tanto matan se reproducen, y con una furia creciente. Políticamente se dividen en conservadores y liberales; gramaticalmente en género masculino y género femenino: masculino es el que engendra, femenino es el que pare. Y en tanto se matan y engendran y paren se alimentan de vacas y cerdos que acuchillan y pollos que torturan en unos galpones infames donde los encierran desde que nacen hasta que se mueren sin ver la luz del sol. Dicen que los animales no tienen alma pero que ellos sí. Y sí: son Homos sapiens de alma sucia, puerca. A las vacas y a los cerdos que acuchillan y a los pollos que les tuercen el pescuezo se los comen para convertirlos en excremento que va a dar a las alcantarillas, que van a dar a las quebradas, que van a dar a los ríos, que van a a dar al mar. Al mar ambiguo, necio, estúpido, que mece olas diciendo: “Al carajo, al carajo, al carajo”.

    Más adelante “Los idiomas cambian, se empeoran. En el siglo XIX el castellano se estaba afrancesando; hoy es un adefesio anglizado. La lucha del presidente Marroquín, de la Academia Colombiana de la Lengua, y la de sus compañeros Caro y Cuervo contra los ques y los gerundios galicados fue en vano. Por estar concentrado Marroquín en esta guerra y no desviarse en dos frentes dejó perder a Panamá. ¡Qué importa! ¡Que se queden los panameños con su zancudero! Tierra malsana aquí es lo que sobra. Lo que importa es el espíritu, el idioma.”

    “La máxima locura que ha producido la raza hispánica, por sobre la de Don Quijote, es la tuya, tu diccionario, delirante, desmesurado, hermoso con la hermosura que tienen las grandes obras sin sentido ni razón. Pretendiste apresar en siete tomos todo el caudal de tu idioma. Imposible. El idioma es como un río que no agarra nadie. El río fluye y se va. El idioma es fugaz, deleznable, cambiante, pasajero, traicionero. Como Antioquia.”

    La pregunta es:

    1. ¿A quién le conviene este odio por su patria?
    2. ¿Quién galardona a esta ponzoña?
    3. ¿Quién publica sus libros?
    4. En tiempos del FreeTrade® y del Sustainable Development ¿A quien le conviene pintar a ‘los pulmones del mundo’ como un desbarrancadero?
    5. En la madre tierra que alimentará a economías en crecimiento como China, ¿a quien le conviene mostrar a Colombia como una tierra infestada de mosquitos y malaria?
    6. En la tierra de abundantes concesiones mineras y de los más ricos yacimientos de oro en Remedios, Caucasia, Segovia ¿a quien le conviene pintar en la mente de los antioqueños “…esas montañas feas y yermas por las que se ruedan las vacas, en esos huecos de tierra caliente donde zumban los zancudos, el alma se encajona asfixiándose en su propia mezquindad.”?
    7. En la tierra de los más abundantes recursos madereros como en el Atrato ¿A quien le conviene mostrarla como una selva inhóspita?
    8. En la tierra que acaba de aprobar el TLC, y la cual respetará las patentes y una de las más ricas en biodiversidad ¿A quien le conviene convencer a los colombianos que esas plantas y animales pertenecen a una tierra malsana y traicionera?

    Reciclado del siguiente post

  3. Sí, hay todo un análisis socio-lingüístico sobre el excesivo uso de USTED en Bogotá y en el oriente colombiano.
    En la radio y en las telenovelas colombianas se ha exacerbado de manera alarmante. Al hispanohablante que
    llega a Bogotá, de México, Argentina o España, le parece cuando menos brusco que ni entre colegas se tuteen.
    Pero es más fácil remover una montaña que cambiar las costumbres verbales de un pueblo. Así que “usted” no se
    preocupe mucho.

  4. “USTED” es la barrera que ponen los montañeros o serranos, para poder ser “diplomáticamente” distantes con los demás. Es un escudo como bien lo describe usted en su blog. “USTED” es solo eso y nada más.

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