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¡Claro, Yo soy capaz!, pero…

Muy loable la gran acogida que tuvo la campaña “Yo soy capaz”, en aras de la Paz. No tengo la menor idea de quien fue la idea, pero merece todo el reconocimiento.

No creo que exista en el planeta ningún Ser que no desee una vida en paz, con una tranquilidad o sosiego placentero y envidiable, sin sobresaltos y temores, con tolerancia y mutuo respeto, con una convivencia a plenitud y en calma, salvo con algunas excepciones, como es el caso de los terroristas del medio Oriente y de Álvaro Uribe Vélez y sus amigos alienados y alineados y cuyo estado natural es el de guerra, de la zozobra e inestabilidad; razones aquellas más que suficiente para que miles de voces se sumaran al compromiso y apoyo a la búsqueda de la Paz.

No me extrañó en lo más mínimo que los “cacaos” (léase los ricos) de este país estuviesen al frente de esta cruzada y respondieran sin titubeos: “Yo soy capaz” , por cuanto ellos así no tengan los mismos problemas de seguridad que tienen las personas de a pie, en cuanto a su integridad personal, sí son los primeros beneficiados, en todo aspecto, teniendo un Estado democrático que garantice sin contratiempos la plena estabilidad política, económica y social, máxime como el nuestro que ha procurado mantener grandes gabelas en el sector privado, sobretodo en el Bancario y en el de las Comunicaciones, por solo nombrar dos de esta gran fauna.

Estos compromisos públicos de tolerancia y perdón, necesarios para facilitar y cristalizar los acuerdos que pongan fin al eterno conflicto armado, y que la reinserción a la vida civil de los subversivos se realice en armonía y que se garantice su duración, deben de estar precedidos de otro compromiso indispensable y que será puntal del objetivo principal, la consolidación de la Paz, y ese no es otro que aquel que proscriba las prácticas corruptas en todas las instituciones y en sus diferentes modalidades, aunque éste no se haga de viva voz por razones obvias.

La pandemia de la corrupción es tan dañina y destructiva como lo es la de un conflicto armado, y aquella como ésta sólo generan violencia, y si se soluciona ésta quedando viva la culebra de la corrupción, más temprano que tarde tendremos por doquier nuevos focos de violencia con diferentes nombres y tratando de justificar su actuar ilícito aduciendo discriminación, desigualdad y prebendas en favor de pocos, y esos pocos no es que gocen de privilegios, sino que son delincuentes de cuello blanco que saborean y disfrutan de las mieles que les proporciona la corrupción y que gozan de total impunidad.

La corrupción no contribuye a ningún desarrollo de un país, no genera empleo ni productividad, sólo sirve para aumentar la brecha entre ricos y pobres, convirtiéndose en caldo de cultivo para propiciar diferentes modalidades delictivas y violentas que afectan la convivencia social y que inexorablemente nos vuelve a llevar a la repetición de la historia aciaga ya superada, en caso de que se llegue a feliz término con los acuerdos de Paz. La extirpación de la corrupción es tan necesaria como lograr aquella.

No se puede desconocer, así les duela a muchos y otros tantos callen por cobardía, que la corrupción se encuentra enquistada en las tres ramas del poder público, y su erradicación de raíz sólo se podrá vislumbrar cuando el sistema de investigación y juzgamiento de los aforados se reforme de manera total y que su administración de justicia quede en manos de jueces especiales de excelsa formación académica, ética y moral, de manera que la hagan expedita, ágil, oportuna y eficaz, al punto tal que la impunidad quede reducida a su mínima expresión.

La gran cruzada que se adelantó para medir en la opinión pública el respaldo a una posible Paz que se logre con las guerrillas de las Farc, estuvo muy animada y acompañada de rimbombantes y rebuscadas frases por parte de los entrevistados, así como también, de indulgencias y perdones a granel. Pero, olvidaron los promotores de esta encomiable campaña, lanzar al azar la pregunta antónima: “De qué es incapaz”. Y es aquí donde está agazapado el gran enemigo del post conflicto, y el cual es de más difícil manejo que la fase de los acuerdos.

Cuándo será que podemos asegurar y constatar de que las fuerzas militares y de policía, en un acto de contrición de corazón y propósito de la enmienda, serán incapaces: de volver a cometer un falso positivo, de hacer nuevas alianzas o conciertos con grupos al margen de la ley, de vender más armas, municiones y material de intendencia a subversivos, de volver a violar los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, de volver a realizar espionajes ilegales y de vender esta información y de volver a recurrir al uso de la figura de la solidaridad de cuerpo para encubrir a sus miembros, sobretodo en procesos penales.

Así mismo, tener un Congreso reducido y que el pueblo se sienta orgulloso de él por su capacidad de trabajo y sus valores éticos y morales, que jamás infrinja la ley electoral; que en su tarea legislativa prime el interés general ante cualquiera otro personal de índole económico o político; que no incurra en el tráfico de influencias ante ninguna institución estatal; que nunca se repitan las alianzas macabras y concierto para delinquir con grupos al margen de la ley, en busca de aumentar su cauda electoral, su elección y su peculio; que proscriban esa tendencia hacia la falsedad, a través de los “micos” y de las actas de conciliación; que no desvíen los dineros de los cupos indicativos para gastos de su reelección o de su patrimonio; que renuncien a las trampas o artimañas para engrosar las pensiones de su jubilación. ¡Claro!, que un Congresos con estas virtudes, sólo se da en el Reino del Señor.

En cuanto a la rama judicial, es necesario recordar que en épocas pretéritas gozábamos de plena tranquilidad y seguridad hacia los operadores judiciales, situación que hoy en día no se da, y en ciertas ocasiones nos invade la desconfianza, lo que nos lleva a añorar esas épocas en las que se administraba una justicia cristalina, imparcial y con equidad desde el pináculo del tribunal supremo hasta el más humilde juzgado promiscuo municipal, época en que se proferían Jurisprudencias en puro Derecho y Sentencias impecables sustanciadas por un Reyes Echandía, un Medellín Forero, un Gaona Cruz, un Gnecco Correa o de Fanny González Franco, y de otros tantos más que fueron inmolados entre el 6 y 7 de Noviembre de 1985, en la incursión al Palacio de Justicia por el M-19-, y en la retoma del mismo por parte de las Fuerzas Armadas.

La estabilidad institucional, así como también, la convivencia pacífica y armónica de una sociedad descansan en una diáfana, segura y pronta administración de justicia, jamás tendremos una paz duradera como la que se pretende con una justicia endeble, politizada, polarizada y selectiva como la que venimos constatando y padeciendo desde hace unos diez años hasta el día de hoy, por los desafueros, la desidia y unas decisiones non sanctas, siendo ostensible la mengua o pérdida de los valores morales, éticos y jurídicos en algunos miembros de las altas cortes.

Lo anterior se corrobora, inequívocamente, habida cuenta de sus constantes tumbos en los que han incurrido, tales como: la dificultad para elegirse entre ellos mismos; los tropiezos en la elección de funcionarios y candidatos; la aquiescencia y/o silencio en ciertas prerrogativas en proyecto de la fallida reforma a la justicia; jurisprudencia, si así se le puede llamar, que da trato preferencial a parlamentarios al momento de tasar la sanción punitiva en delitos comunes (violatorio del Derecho a la Igualdad); cambio intempestivo de jurisprudencia que permitía la captura antes de la indagatoria para los delitos de lavado de activos y paramilitarismo; el inexplicable cambio de jurisprudencia respecto de la extradición de ‘paracos; carrusel de las pensiones; el innecesario y vergonzoso turismo nacional e internacional,…y es mejor no seguir.

¿Serán incapaces para renunciar a todas estas prebendas y prácticas ignominiosas y aberrantes?

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, septiembre 11 de 2014.

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