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Cuando escuché por primera vez que el ser humano es humano porque tiene lenguaje y ese lenguaje es una representación de lo que pasa afuera, pero no es lo que pasa afuera, no solo me sonó a chino avanzado sino que me sentí tan perdida como cuando abres los ojos después de un sueño profundo y aún no sabes si estás despierto o dormido.
Pero los años no solo me ayudaron a entenderlo, algo que no he logrado con el chino, sino que hoy vivo de y desde este principio: mi lenguaje (que se refleja en mis conversaciones) es mi interpretación de lo que veo y me rodea, no es precisamente LA REALIDAD, solo mi interpretación de ella y ello condiciona mi forma de actuar en ella, de relacionarme con los demás y con mi entorno.
Voy más despacio. El pasado miércoles 16 de diciembre tuve el gusto de compartir con un grupo de personas que se arriesgaron a aceptar mi invitación para una charla virtual sobre Principios Básicos para Conversaciones Efectivas, y digo arriesgaron porque en el intento tuvimos que afrontar desafíos tecnológicos y climáticos, pero creo que logramos el objetivo de llegar al final, y hablábamos de cómo nuestro cuerpo y nuestros pensamientos reaccionan de forma diferente frente a situaciones o palabras acorde con nuestra propia historia personal, social o cultural.
Es entonces cuando por ejemplo la palabra “secuestro” nos indigna a los colombianos por las connotaciones que ha tenido para nuestro país y puede llevarnos a conversaciones muy fuertes y viscerales, mientras que a los argentinos solo les causa enojo o curiosidad porque en esta nación la palabra “secuestro” está más referida a una incautación o retención por parte de una autoridad competente por ejemplo de un auto o una vivienda por deudas de impuestos, o mal estacionamiento.
¿Y qué significa esto? Que decimos qué somos y logramos aquello que vive en nuestras conversaciones, no solo hacia otros, sino las que tenemos con nosotros mismos. Y es allí, si comienzo a entender esto y a concientizarlo, que puedo empezar a darme cuenta de que mi capacidad de tener logros extraordinarios, puede ampliarse a partir de trabajar con mis conversaciones, las propias y las mías con el mundo.
¿Dónde está el liderazgo? En la conversación que yo tenga sobre liderazgo. ¿Dónde está la felicidad? En la conversación que yo tenga sobre la felicidad. ¿Dónde está el éxito o el fracaso? En la conversación que yo tenga con estos conceptos. Y a partir de allí actúo.
Son cuatro las competencias básicas que recomiendo comenzar a observar para ser más efectivo en las conversaciones: Asertividad en los actos del hablar; Emocionalidad adecuada; Escucha Efectiva y Diseño de conversaciones.
La primera, Asertividad en los actos del hablar, se refiere a la gestión de cinco componentes de nuestro lenguaje: Afirmaciones, que no son otra cosa que hechos comprobables, aquello que no me pueden refutar: no es frio o calor, sino que hacen 7 o 30 grados; la sensación de frio o calor se convierte en un juicio, es decir, la interpretación de ese hecho que no es ni bueno ni malo, sino fundado o no, dependiendo si tiene hechos que lo comprueben.
El tercer componente son las Declaraciones, gracias a las cuales abrimos nuevas posibilidades ante el mundo y nos permitimos crear más allá de la realidad actual. Las declaraciones nos han permitido tener una pareja cuando declaramos “acepto” o renunciar a un trabajo cuando declaro “basta” o emprender una empresa.
En este punto, el coaching es una disciplina que apoya a los líderes, equipos, organizaciones, a las personas en general, a observar sus posibilidades desde una perspectiva diferente y relacionarse de otra manera incluso con sus propias limitaciones y las de su entorno.
Y finalmente están las peticiones, ofertas y promesas. Tres actos lingüísticos que se convierten en el motor para la coordinación de acciones en nuestra vida. ¿Qué tan competente estoy siendo en mi gestión del lenguaje? ¿Mis conversaciones giran en torno a mis juicios o a mis afirmaciones? ¿Declaro y actúo para que esas declaraciones se cumplan? ¿Prometo y cumplo?
En la segunda competencia Emocionalidad adecuada se debe tener en cuenta que todo lo que pasa en una conversación tiene consecuencias en nuestras emociones… y viceversa, por lo tanto, generar una emocionalidad adecuada a través de las conversaciones que emprendemos, incide de manera directa y decisiva en la potencialidad de nuestros resultados.
En la tercera Escucha Efectiva, es un tema que he desarrollado ampliamente en otros artículos como Claves para escuchar de forma efectiva o Una clave silenciosa del éxito: hablar menos y escuchar más. Significa no solo escuchar a otros sino también a nosotros mismos y a nuestras propias reacciones. Pero no obsesivamente. Sino lo que es relevante, poder estar en silencio para que nos llegue lo importante.
Y finalmente, en el área de Diseño de conversaciones, debo decir que la competencia en elegir, diseñar y mantener la conversación más adecuada al objetivo deseado, puede modificar dramáticamente los resultados obtenidos.
¿En cuál competencia estoy más fuerte? ¿Cuál debo trabajar más? ¿Hasta dónde podría llevar los resultados de mi equipo, mi familia, o los propios con una más acertada comprensión de lo que estoy logrando con el lenguaje?
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