Los chilenos completan casi un mes en las calles. A lo largo y ancho del país hombres, mujeres e incluso niños se manifiestan con vehemencia para rechazar las políticas que consideran injustas del gobierno de Sebastián Piñera.
Las movilizaciones han dejado imágenes inolvidables como aquella entonación sublime de El baile de los que sobran, canción popular del rock latinoamericano, por parte de miles en la capital, Santiago de Chile.
Pero sin duda, uno de los elementos más representativos de las actuales protestas en el país austral es el contundente mensaje que los referentes de la selección de fútbol han enviado: solidaridad y apoyo con el pueblo en las calles. No están solos.
En la última jornada de partidos amistosos antes de las eliminatorias al Mundial Catar 2022, los jugadores del combinado nacional de Chile decidieron no presentarse a los encuentros deportivos, todo para evitar desviar la atención de la grave realidad que se vive desde hace tiempo en ese país.
El fútbol, una vez más, es escenario de la contienda política, y aunque hoy Arturo Vidal, Gary Medel o Claudio Bravo figuren en todos los diarios del mundo como un ejemplo de unidad y apoyo a las exigencias de los ciudadanos, hay quien lo hizo antes en el mismo país: Carlos Caszely, el hombre que desafió al dictador Augusto Pinochet.
La pelota contra el fusil
- Con el Palacio de La Moneda en Santiago todavía destruido tras la muerte del presidente Salvador Allende y la instauración de la dictadura, el general Pinochet organizó una ceremonia de despedida para la selección que iba a disputar la Copa Mundial en Alemania.
Los futbolistas ingresaron al salón principal del edificio Diego Portales, se formaron y el general habló.
Caszely, figura del equipo chileno, solo tenía en mente la imagen de su madre que fue a recibirlo al aeropuerto previo a la concentración del equipo. Ella estaba allí, pero fuera de sí, con la mirada desencajada y la voz temblorosa.
-¿Qué te pasa? ¿Chocaste el auto?- le pregunta Carlos ya en el hogar.
–No, me llevaron detenida y me torturaron- responde ella sin ser capaz de mirarlo a los ojos.
En ese momento se abre la blusa y muestra los pechos con los que alguna vez amamantó al hombre que ahora está en frente. Tienen quemaduras y todo su cuerpo rastros de maltrato. Los dos se ponen a llorar como niños.
El general termina sus palabras y se dispone a saludar uno por uno a los jugadores. Un silencio mortal recorre todo el salón, como si el fusil que mató a Allende, a Víctor Jara y miles de chilenos en el último año ahora los amenazara a ellos.
Todos lo saludan, con más miedo que respeto, todos menos uno: Carlos Humberto Caszely Garrido, que horas antes vio en el cuerpo de su madre la huella de la bota militar que reina en Chile.
La poca prensa que existe aún en el país se entera del suceso y lo titula ‘La humillación del dictador’, pero más allá del encabezado clandestino, ese acto valiente llevó a que lo denominen Caszely, ‘el jugador del pueblo’.
Los rebeldes
Esta y otras anécdotas las recoge la serie documental Los rebeldes del fútbol, dirigida por Gilles Perez y Gilles Rof, presentada por el exjugador francés Éric Cantona.
A través de cinco capítulos, la serie cuenta historias de fútbol y subversión. El deporte más famoso del mundo convertido en plataforma de transformación social en cabeza de cinco futbolistas que, en su época y contexto, le dijeron no a la tiranía, la pobreza o la desigualdad.
Aunque la producción fue estrenada en 2012, hoy los jugadores de ‘La Roja’, que en sus redes sociales y entrevistas han expresado explícitamente su apoyo al pueblo que protesta en la calles, se suman a los rebeldes de la pelota.
Todos los capítulos de la serie están disponibles en Internet y al final de esta entrada encontrará el episodio completo con la historia de Carlos Caszely.
Más que una lección
Aunque muchos lo tilden de populismo, el respaldo de los jugadores chilenos a la gente es vital para legitimar sus exigencias al gobierno.
La situación de un país le compete a todos sus ciudadanos, vivan o no en él, hayan votado como hayan votado y sean de la clase que sean. Por eso, algunos jugadores que no son propiamente de la selección nacional sino que compiten en el fútbol local, han salido en Santiago y otras ciudades a protestar también, hombro a hombro con el estudiante, el obrero y el artista.
Tras la decisión de no jugar la fecha FIFA, el técnico de ‘La Roja’, el colombiano Reinaldo Rueda, expresó que si no hay equipo para jugar podría renunciar.
Rueda viene de un país que pocas veces es capaz de ser solidario, en el que reina la ley de ‘si no me afecta, no me interesa’, y esto se extiende a sus jugadores y exjugadores de fútbol: los que contratan abogados que desprecian la cultura y tradición del territorio, y los que se ufanan de haber sido amigos de narcotráficantes.
El fútbol es la alegría del pueblo, y el gol más que un grito de victoria. Es hora, también, de que nuestros deportistas entiendan que la situación que se vive en Colombia les compete y que no se trata de tintes políticos.
https://www.youtube.com/watch?v=Mq0f4l2IQdo
Error. Puedo respetar el derecho suyo de apoyar que los jugadores de Chile se sumaran al paro. Lo que si no puedo apoyar es que usted aproveche el hecho de las palabras de Rueda para acusarlo de manera velada (y cobardemente y sin pruebas) de vinculos con el narcotrafico. Es el derecho de Rueda pensar de tal manera, claramente se preocupa por los aspectos futbolisiticos, como le corresponde, y respeta su condicion de foraneo no alineandose con asuntos internos del pais. Yo apoyo el paro en Colombia, pero jamas apoyo a los que como usted creen tener el derecho de meter a toda la sociedad a las buenas o a las malas, y creo tambien que defiendo a muerte su derecho a protestar, pero defiendo a muerte mi derecho a que usted no me rompa el carro, los vidrios de mi casa o agreda a mi familia como manera de protesta.
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Hola, muchas gracias por escribir. El comentario de los vínculos con el narcotráfico no refiere a Rueda, no existe ninguna clase de sospecha contra él. Son jugadores como Viáfara, ya acusados por la justicia, y otros que todavía no pasan por un tribunal pero que si han tenido (o tienen) amistades en el oscuro mundo de las drogas. Ahora, que usted diga que yo voy a romperle el carro o los vidrios de su casa no tiene fundamento. Buen día.
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