“No me aguanté un día más”. Con esta expresión María Eugenia me resume la pésima experiencia que tuvo con su jefe inmediato y continua: “las principales razones se pueden atribuir a que es una mujer muy insegura, algo que se hacía evidente cuando otros jefes o directivos de mayor rango se mostraban más amables conmigo que con ella. La forma como me miraba denotaba cierta envidia por mi forma de vestir, mi apariencia física y mi preparación académica, todo ese malestar que le producía tener una profesional competente y atractiva en su equipo volvió un infierno mi lugar de trabajo”.
El caso de María Eugenia es apenas una muestra de muchas personas que afrontan bullying laboral, el cual sigue vivito y coleando pese a la existencia de la Ley 1010 de 2006 que previene, corrige y sanciona el acoso laboral y otros hostigamientos en el marco de las relaciones de trabajo. Quienes pensaron que esta ley acabaría con los jefes tiranos y que tendrían sus días contados para dejar de humillar y ofender a sus subalternos, se equivocaron. Ya sea por temor a represalias o por simple desconocimiento de la ley, los tiranos siguen reinando sin que nadie les ponga un tatequieto, pues ante la necesidad económica, la mayoría de las víctimas siguen trabajando bajo la amenaza de su verdugo.
Lamentablemente, estuve incapacitada por un legrado que me practicaron y cuando regresé me encontré con la sorpresa que me renovó el contrato por menos valor y ahora me ataca con comentarios desobligantes enfrente de otras personas. Lo peor es que no puedo renunciar, porque mi familia depende de mi salario”.
“Si por allá llueve, por aquí no escampa”, me asegura Julio, ingeniero industrial de 29 años que confiesa estar cansado de los jefes represivos, que se apropian de las ideas ajenas, que piensan que ser productivo es estar aplanchado ocho horas en un escritorio y si alguien sale después de las seis de la tarde, entonces si es proactivo. Julio agrega: “Mi jefe se aprovecha que todos necesitamos nuestro trabajo y no tiene tacto para nada, cuando obtengo un logro ni siquiera se toma la molestia de felicitarme, la idea es humillar, descalificar. Es increíble, pero tengo correos donde me dice ¿Esto es lo único que se le ocurre? Hasta en reuniones delante de todo el mundo me pregunta irónicamente ¿Qué fue lo que usted estudió? Todo porque difiero de su punto de vista, no significa que soy un tarado.”
Y como de todo existe en la viña del señor, Víctor arquitecto de 31 años me asegura que nunca sabe a ciencia cierta quién sufre verdaderamente de bullying en su oficina y quién no, él puntualiza: “no entiendo por qué algunos adoptan una actitud tan masoquista, entre más los trapea el jefe, más arrodillados son con ellos. Tanta hipocresía, me despista”.
Periodista Comunicadora Social. Personaje del año 2010 en Montreal- Canadá por Le Conseil interculturel de Montréal (CIM). Ganadora Premio Literario y Periodístico Cesar Vallejo 2011- Caracas Venezuela. Reconocida por calidad de trabajo Superintendencia de Industria y Comercio Colombia 2017. Autora de "Son mis huellas y hay camino" 2018. www.nataliagnecco.com
No se la dejen montar y la mejor manera es no callar sino enfrentar a la persona que trata de hacerlo pasar mal a uno en ese momento, mirar a los ojos y con voz calma preguntar que le molesta, asi la otra persona responda feo, hasta alzando la voz, traten de estar siempre serenos, calmos, no se dejen intimidar. Y ensayen delante de un espejo sus reacciones y palabras para defenderse, no se dejen humillar, es decir, pueden salir de la empresa por orden de esa persona pero salgan dando combate, pero es mas el miedo y este hay que vencerlo hablando ante el hostigador serenamente, sin perder la compostura.
El colaborador o funcionario, cuando encuentra un trabajo para desarrollarse, ascender, prosperar, etc. cuando se encuentra con personajes de Manejo Altanero, lo primero que piensa es por “la perdida del empleo si llega a reclamar o quizás a revirar por el trato incomodo”. Lo mejor es que las directivas de una empresa, factoría, etc. revisen el asunto y preparen a sus Ejecutivos en Relaciones Humanas y en el Trato con Sus Subalternos, con incidencia en la repercusión en el Clima Laboral. Cuantos empleados pierden su trabajo, así sea la Empresa “buenísima” si se tienen ejecutivos de talante agresivo, déspota y discriminador? Y en Colombia, vemos todos los días este tipo de personajes. Hay que idear una Escuela de Preparación para Manejo de Personas.
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No se la dejen montar y la mejor manera es no callar sino enfrentar a la persona que trata de hacerlo pasar mal a uno en ese momento, mirar a los ojos y con voz calma preguntar que le molesta, asi la otra persona responda feo, hasta alzando la voz, traten de estar siempre serenos, calmos, no se dejen intimidar. Y ensayen delante de un espejo sus reacciones y palabras para defenderse, no se dejen humillar, es decir, pueden salir de la empresa por orden de esa persona pero salgan dando combate, pero es mas el miedo y este hay que vencerlo hablando ante el hostigador serenamente, sin perder la compostura.
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El colaborador o funcionario, cuando encuentra un trabajo para desarrollarse, ascender, prosperar, etc. cuando se encuentra con personajes de Manejo Altanero, lo primero que piensa es por “la perdida del empleo si llega a reclamar o quizás a revirar por el trato incomodo”. Lo mejor es que las directivas de una empresa, factoría, etc. revisen el asunto y preparen a sus Ejecutivos en Relaciones Humanas y en el Trato con Sus Subalternos, con incidencia en la repercusión en el Clima Laboral. Cuantos empleados pierden su trabajo, así sea la Empresa “buenísima” si se tienen ejecutivos de talante agresivo, déspota y discriminador? Y en Colombia, vemos todos los días este tipo de personajes. Hay que idear una Escuela de Preparación para Manejo de Personas.
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También hay que acudir a otros jefes, los superiores del bellaco o bellaca.
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