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@NataliaGnecco
Esta no es la historia de una mujer en particular sino de todas y es el recuento que se hace de manera anónima para presentar el contexto dentro del cual se realiza el encuentro realizado por Ágape.
Los miembros de la sociedad civil tuvimos un papel importante para desarrollar: ser «ángeles» por un fin de semana, servir de apoyo, escuchar a las mujeres, acompañarlas durante cada una de las dinámicas que realizamos, pero ante todo construir entre todas propuestas concretas para que estas aguerridas líderes logren sostenerse económicamente con sus familias.
La mirada profunda y la tristeza de la mujer que nos dio su primer testimonio se suma al rosto de las demás víctimas de violencia sexual por parte de los grupos armados, que se reunieron en Villavicencio gracias a Ágape, una entidad canadiense y colombiana sin ánimo de lucro que facilita espacios seguros en Colombia para que las víctimas, victimarios y miembros de la sociedad civil realicen experiencias de convivencia en búsqueda de paz.
El primer paso fue presentarnos para conocer a cada una de nuestras protegidas, luego escuchamos por qué estaban allí, unas son de los Llanos otras de Guaviare o Vichada y aunque parezca que escuchar no sea de gran ayuda, descubrimos que muchas de ellas han vivido callando su realidad por muchos años, por eso desahogarse es un acto de liberación. En medio de este ejercicio comprendimos que el abandono ha sido un denominador común, además que todas tenían más de dos hechos victimizantes: secuestro, reclutamiento forzado, violación, desplazamiento, etc. Cada testimonio que escuchamos es más desgarrador que el anterior, otra mujer me dice al oído: “lo que a ella le pasó es peor que lo mío, pero es una verraca”.
Muchas de estas mujeres se definen como guerreras, sobrevivientes de masacres, a pesar de que fueron empaladas, algunas viven con hijos de las violaciones y luchan contra enfermedades venéreas. Algunas de ellas que son líderes en sus comunidades están siendo amenazadas y han sido víctimas de atentados recientes.
¿Dónde fue la guerra?
Varias sentían que la voz se les quebraba al reconocer qué tanto habían perdonado a sus victimarios; otras se mostraban orgullosas de haber enfocado su mente en proyectos de emprendimiento como sembrar, cocinar, coser, asistir a las capacitaciones que les ha ofrecido el Gobierno u otras organizaciones sin ánimo de lucro.
Otra participante me habla con efusividad sobre el gran apoyo psicosocial que han recibido de otro organismo que de hecho en estos momentos tiene en Villavicencio una exposición en el Centro de Memoria Histórica, con mujeres sobrevivientes que cuentan, a través de fotos, dibujos y narraciones los horrores que vivieron.
Luego, cuando cayó la noche, cada una de las supervivientes tomó su perfil y lo pegó en el suelo. La dinámica consistió en visitar a las mujeres y sus perfiles para entregarles un mensaje a cada una. Las supervivientes colocaban pequeños faroles encendidos en los pies de su figura, mientras nosotros como sociedad civil las visitábamos. El mensaje para mi protegida fue para su corazón, para que poco a poco la tristeza dé paso a la alegría. Al final se congregaron a escuchar un poco de música y hacer una fiesta simbólica de ese renacer que tanto esfuerzo les ha costado, porque son luchadoras, valientes y quieren construir un futuro mejor.
¿Cuál es nuestro aporte?
Asimismo, las mujeres supervivientes están siendo apoyadas a través de proyectos de responsabilidad social empresarial por parte de la petrolera canadiense Frontera quien facilitó los fondos para esta actividad y también se están buscando alternativas para generación de empleo, con apoyo de organismos locales. Sus representantes expresan que el asistencialismo no es la solución, porque eso complica el proceso con las poblaciones, lo importante es aunar esfuerzos para ayudarles a crear empresas viables que les permitan tener un sustento económico.
Por último, nos reunimos de nuevo para retroalimentar la actividad, hay abrazos agradecimientos y la promesa de este grupo de sociedad civil de no echar en saco roto la experiencia, de sensibilizar a más personas, de pasar a la acción, porque la paz es responsabilidad de todos.
Frases de las supervivientes:
“Los hombres no tienen la culpa de lo que nos pasó, los hombres también han sufrido violaciones”.
“Hoy me enamoré de mí y de mi cuerpo.”
“Mi cuerpo fue utilizado como un campo de guerra”.
“Cada hombre tiene su valor y hoy están aquí apoyándonos”
“Dicen que nos van a decir dónde están los restos de los desaparecidos, pero si se los daban de comer a los caimanes ¿cómo van a cumplir?”
“Dios me ha fortalecido, me siento valiente”.
“No tengo lágrimas porque le prometí a Dios que solo iba a cantar, pero a veces el diablo me tienta”.
“Saber que tus seres queridos dudan de lo que te pasó es muy duro”.
“Nunca es tarde para seguir adelante y sanar el corazón”.
“Fui violada por un guerrillero, fue un sábado, lo recuerdo como si fuera ayer. Lo he perdonado”.
“Sí hay una vida después de la muerte”.
“Necesito un trabajo, no pido casa, ni tierras”
“Voy a luchar mi sueño, voy a volar”
Fotos: Ágape for Colombia
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Vikingos: entre la realidad y la ficción
Canadà es un país experto en temas de postconflicto, ojalá el presidente Duque busque este apoyo, porque hay mucho que trabajar en este tema, con las víctimas como estas señoras tan valientes. Felicitaciones AGAPE!
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Lamentable es el grado de impunidad y el abandono del estado en colombia. Los daños causados a estas mujeres son graves y a veces muchos años son necesarios para sanar. Gran labor la de Agape y canada.
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