El paro docente fue por fin conjurado, y al final de una coyuntura como esta, el ejercicio intuitivo es pensar quién ganó y quien perdió con la resolución de la situación, y aunque en este caso, en principio resulta fácil adjudicar las etiquetas de ganadores y perdedores a las partes en discordia, la verdad es que es un poco mas complicado el asunto. ¿Que ganaron y perdieron el gobierno y el magisterio?
Se ha hablado mucho, de como el gobierno salió debilitado como resultado de la negociación; y es una afirmación bastante sustentada, a fin de cuentas, la ministra Gina Parody actuó de una manera que dejó en claro una evidente desconexión con la situación de su cartera, como lo mostró su serie de gaffes en medios alrededor de la situación salarial docente, para rematar, al momento de la negociación, Parody tuvo que hacerla acompañada de los ministros de trabajo, Lucho Garzón y de hacienda, Mauricio Cárdenas y en términos generales, la credibilidad que Parody necesita tener con los docentes está en su nivel mas bajo, por lo que tendrá que tener mucho cuidado en futuras declaraciones para evitar una situación de similar envergadura, a fin de cuentas, es la primera vez en 15 años que un paro docente llega a esta duración. Sin embargo, no todo está perdido. A su crédito, el equipo de negociación del gobierno logró llevar la negociación lejos del punto salarial el cual no podía tener muchos avances debido a temas de disponibilidad presupuestal; de esta manera, logró llevar las negociaciones al tema de la evaluación docente, el cual tiene muchas resistencias por parte de FECODE.
El acuerdo final deja en claro un cambio con respecto a la actual evaluación docente de competencias para mejoras salariales, la cual, ha resultado no ser el mecanismo mas idóneo para ese propósito, dando paso a una evaluación diagnóstica de carácter formativo la cual, se encuentra estructurada alrededor de la observación de clase, bajo el supuesto que las prácticas docentes son evaluadas de manera mas efectiva cuando se observan en el salón de clases. Si bien el acuerdo usa el término ‘preponderantemente’ a la hora de establecer el porcentaje de esta observación dentro de la calificación final, no establece un porcentaje exacto, lo que también ocurre con los criterios evaluativos a ser implementados y que serán desarrollados por una comisión que incluye universidades acreditadas, Ministerio de Educación y FECODE. En este sentido, el ministerio de educación tiene una oportunidad de oro para rediseñar la evaluación docente de tal manera que pueda lograr de una manera efectiva la mejora a la calidad educativa.
Por el lado de FECODE, mucho se ha hablado de como salieron ganadores de este paro. A fin de cuentas, por fin se visibilzaron de manera efectiva sus condiciones salariales que distan mucho de ser óptimas (Y que tienen un efecto sobre la calidad educativa sin ser la única variable) y en términos generales, lograron cosechar cierta simpatía por parte de la opinión pública nacional (Aunque cabe preguntarse que tanto de esa simpatía obedece a una animadversión al gobierno Santos). Sin embargo, la situación tiene varios matices. Como se comentaba la semana pasada, hay un problema grave de representatividad dentro del sindicato docente con unas cabezas que representan a los docentes del estatuto 2277 con unas bases que cada vez mas se rigen bajo los términos del estatuto 1278 a medida que sus contrapartes del otro estatuto se retiran. En virtud de esta desconexión, hay una inconformidad frente a la firma de unos acuerdos en la que estos docentes sienten que salieron perdiendo. El hecho que dentro del acuerdo se haya incluido la financiación, por 2500 millones de pesos de los juegos deportivos del magisterio en un paro que tenía los salarios como punto crucial plantea preguntarse que estaban pensando los negociadores en cabeza de Luis Grubert, y que intereses están velando. Por otro lado, el hecho que los docentes estén manifestando un desacuerdo frente al sistema de evaluación contemplado en el acuerdo, refuta la teoría que acepten ser evaluados y refuerza la percepción que los docentes no están dispuestos a aceptar su responsabilidad en la mejora a la calidad educativa en Colombia con aspectos tan reprochables como la repugnante homofobia que exhibieron a la hora de descalificar a la ministra Parody.
Tal y como están las cosas, da la impresión que el verdadero resultado del paro es una especie de sumatoria de cero, en la que si bien hubo acuerdos y cambios, nadie salió con una ventaja significativa sobre su contraparte, lo cual, en el fondo, puede ser bastante positivo para la educación en si. La posibilidad de reformar el proceso evaluativo a los docentes debe ser aprovechada de manera juiciosa y cuidadosa por el Ministerio de Educación para lograr cambios reales en el tema que afecten de manera positiva la calidad educativa de Colombia.
Aunque llegaron a acuerdos aun no estoy de acuerdo con el salario de los maestros.
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que buen blog
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