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Durante la semana pasada, el investigador y consultor Pablo Abitbol planteaba a través de su cuenta de twitter, una interesante propuesta alrededor de la manera en la que se aborda el tema de los requisitos de admisión desde la universidad y desde la educación media al mercado laboral; la propuesta de Abitbol, si bien plantea preguntas interesantes por si misma, también plantea preguntas que han pasado un buen periodo de tiempo sin ser abordadas. ¿Que esperamos de los estudiantes que se gradúan de grado 11? ¿Que estamos haciendo al respecto?

Idealmente, se parte del punto que la educación media, entendida como los grados 10 y 11 del sistema escolar es el periodo de tiempo en el que los estudiantes son preparados para alguna de las tres alternativas que tienen al recibir el título de bachiller: La entrada al mercado laboral, la educación técnica o la educación superior; En este sentido, es importante notar como, históricamente, ha habido una preferencia significativa por parte de la institucionalidad colombiana de favorecer la educación universitaria como la meta ideal, un favorecimiento el cual, en buena parte, viene determinado por las representaciones sociales asociadas al titulo otorgado por la finalización de un programa académico. Al valorar mas la institución que otorga el diploma y el título en si que el conocimiento asociado al mismo, se ha dado por ignorar las posibilidades que ofrecen los programas técnicos y tecnológicos los cuales, al complementarse con los programas profesionales, pueden ofrecer mayores posibilidades de desarrollo que la tradicional dependencia de los programas profesionales como proveedores de fuerza laboral.

Como consecuencia de esta marcada preferencia asociada a las representaciones de superioridad de los programas profesionales, se han presentado una serie de consecuencias alrededor de los enfoques para la educación media; en primer lugar, ha implicado que las modalidades académicas de la educación media hayan recibido una atención desproporcionada con respecto a las modalidades técnicas y vocacionales, lo que se manifiesta en instancias como por ejemplo, el deficit en la creación de instituciones de esta modalidad en los últimos años, situación que si bien se ha visto remediada parcialmente con iniciativas como la media especializada, realmente se queda corta a la hora de resolver la problemática; así mismo, esta falta de atención al desarrollo de las modalidades técnicas ha convertido la oferta en el campo en una especie de tierra de nadie donde aparecen instituciones de dudosa calidad y la alternativa estatal, el SENA, es una entidad manejada con criterio politiquero en lugar del criterio técnico y educativo que debiera tener. Para empeorar el panorama, no se ha considerado el escenario real de miles de bachilleres para los cuales la educación técnica o superior no es una posibilidad  y deben entrar de una vez al mercado laboral. ¿No es acaso necesario estructurar el perfil del bachiller de tal manera que cuando entra al mercado laboral pueda desarrollarse de tal manera que pueda adquirir saberes y habilidades que le permitan ascender laboralmente y mejorar su calidad de vida? ¿Que papel tiene el sector empresarial en la definición de estos saberes y habilidades?

En este sentido aparece un escenario en el cual la educación media, tal como el hijo del medio, no recibe la atención que corresponde. Resulta necesario un trabajo a nivel de ministerio de educación el cual reconstruya y estructure de forma clara las modalidades, currículo y perfil de salida de la educación media de tal manera que esta pueda cumplir de forma satisfactoria su función de antesala y preparación de los jóvenes para la mayoría de edad y la siguiente etapa en sus proyectos de vida.

 

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