What’s in it for me?

Hace poco más de un año, se estaba cocinando un paro nacional docente que, hasta cierto punto, puso de rodillas al gobierno nacional frente al magisterio y lo llevó a la mesa de negociación. El día de mañana, junto con otros sectores gremiales y agrupaciones sindicales, los docentes colombianos harán una manifestación nacional cuyas reivindicaciones, en parte, repiten algunas de las hechas en el paro de 2015, y que tienen que ver con las remuneraciones salariales de los docentes. Siguiendo un poco la línea de la entrada de la semana pasada, que se preguntaba sobre el estado actual de la formación docente a la luz de las reformas gubernamentales, en esta ocasión buena es la pregunta sobre el efecto de la remuneración salarial de los docentes sobre la calidad educativa del país.

Parte de la pobre representación social de la profesión docente tiene que ver con la remuneración que esta recibe. No en vano, una frase común de los padres colombianos es que nadie se hace rico siendo profesor cada vez que sus hijos manifiestan un interés en una licenciatura, y si miramos los salarios con los que entran los docentes licenciados a la carrera docente bajo el actual escalafón del decreto 1278, no es una afirmación descabellada. Y, si bien es cierto que la vocación y motivación docente más allá de la remuneración salarial, también es cierto que una carrera con salarios históricamente bajos no va a atraer a aspirantes altamente competentes. En ese orden de ideas, cabe preguntarse sobre lo que va a pasar con graduados de programas de licenciatura como el recién estrenado programa por parte de la Universidad de los Andes. Tomando en cuenta los salarios históricamente altos de los egresados de dicha universidad frente a sus colegas de otras universidades, y el escalafón docente. Dentro del discurso actual, y del trabajo de la universidad en el área durante los últimos años, resulta claro que el programa busca formar docentes de calidad para el sistema público; sin embargo, resulta claro que en un escenario donde estos futuros licenciados estén ante una alternativa de trabajo pública y una privada mucho mejor remunerada, ellos escogerán esta última. Una opción completamente comprensible pero que pone de manifiesto las desventajas de la educación pública a la hora de atraer graduados de alto perfil a las plazas docentes.

Por otro lado, una carrera donde la remuneración no logra satisfacer el estilo de vida y hace que quienes estén en ella deban pensar en otras alternativas de ingreso, necesariamente causa niveles de insatisfacción y desinterés que tienen un efecto notable sobre la calidad de sus prácticas en aula. Todo aquel que ha pasado por la sala de profesores de un colegio oficial ha visto o ha recibido las ofertas de sus colegas para infinidad de productos por catálogo; más allá de lo anecdótico, este hecho, que en sí mismo no tiene nada de malo, pone de manifiesto la situación en la que se encuentran muchos docentes con respecto al estado de las remuneraciones que reciben.

La solución es sencilla: aumentar los salarios de los docentes para hacerlos realmente competitivos con el mercado laboral y que atraigan a aspirantes de calidad. Esta solución plantea entonces los mecanismos de aseguramiento de la calidad a través de el fomento a los docentes de desempeños notables, y la salida de aquellos que no cumplen con los estándares previamente establecidos.