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2019 fue un año de mucho crecimiento en todos los ámbitos de mi vida: cambié de trabajo, encontré un nuevo hogar, amé hasta quedarme muda, conocí grandes maestros, valoré muchísimo más lo que la vida tiene para mí aquí y ahora. Me abracé mil veces y aprendí a priorizarme.

Y como lo bueno se comparte, aquí les dejo mis diez mandamientos para este año. Ustedes quédense con lo que más les aporte.

1. El amor es todo.

Mi gran lección del año fue amar.

Llenémonos de la fuerza vital que es el amor: que cada deseo, cada pensamiento, cada propósito y cada acción, tengan como raíz sólida el amor.

Jamás será demasiado, amar transforma.

2. Sé más intuitivo.

Fanfarroneamos todo el tiempo con ser lógicos, queremos darle una explicación elaborada a cada una de nuestras decisiones, pero realmente en este punto, valoro más la intuición. Dejamos de lado nuestro instinto, cada segundo, como si este no nos conociera lo suficiente, como si no hubiera estado desde el primer momento con nosotros.

3. Agradece cada día por todo, incluso por lo que no pasa como deseas. 

Tomemos como buen hábito agradecer, nada pasa de manera aislada, todo está conectado y tiene un sentido. Puede que no siempre pase como queremos o al menos, como esperamos, pero nada pasa en vano. Posiblemente no tengamos una respuesta de inmediato y no entendamos muy bien el porqué, pero el tiempo es un gran maestro, el mejor de todos.

4. Perdona a los demás y, sobre todo, a ti mismo.

 Suelta eso que tanto daño te hizo y conviértelo en aprendizaje. Perdonar es una facultad del alma que la alimenta y renueva.

Ten la capacidad no solo de perdonar a otros, sino de perdonarte a ti mismo. Al fin y al cabo, el ‘para siempre’ es contigo.

5. Sé buena onda.

Deja ese complejo de roca, de querer que los demás tropiecen contigo y verlos caer; tu forma es humana, tu propósito es ese, ser persona.

Deséale solo cosas bonitas a los demás, todo lo que deseas regresará a ti en igual o mayor proporción. Ah, y está bueno ser bien hippie en redes sociales, pero no sirve de mucho si en persona eres del orto.

6. ¿Vale la pena pelear por eso? 

Una gran amiga me dio este consejo una vez y me cayó del cielo. Ella me cuestionó si aquello por lo que andaba armando el verguero, ameritaba tal trascendencia, como para llegar al punto de desajustarme.

La respuesta a veces es no, un no rotundo, no vale la pena entrar en guerra por cualquier cosa, en serio, la mayoría de las veces, todo es más simple.

7. No le caes bien a todos, ¿y qué? Está perfecto así. 

 Normalicemos dejar de lado el querer agradarle a todo el mundo, en lugar de ello, enfoquemos nuestra energía en fortalecer vínculos honestos. Creemos un campo de amor divino.

8. No insistas en círculos cerrados; hay figuras más ‘chimbitas’.

Ya sé que la persistencia se vanagloria solita, que hablan de intentarlo e intentarlo, hasta conseguirlo, pero ¿qué tanto lo amerita?

Deja de insistir en aquellos círculos donde no eres bienvenido, no todas las personas merecen tu tiempo.

9. ‘A la verga’ el “así soy yo”. 

No estamos terminados. Desde que tengamos convicción, podemos mejorar, ser totalmente diferentes, o tener varias versiones de nosotros mismos. Dejemos de ser tan flojitos, mediocres y egoístas. El cambio puede ser positivo.

10. No le dejes todo el trabajo a Dios, a la vida o al universo. 

Todas estas entidades a las que nos encomendamos se la pasan atiborradas de trabajo, imaginen cuántas solicitudes tienen pendientes a esta hora. Dejemos el descaro de andar entregando por completo nuestros deseos y echémosle una manita también. Que nuestros propósitos se cumplan, también depende de nuestra gestión.

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    Ahora sí, quiero compartirles algunas conclusiones a las que llegué. Pueden sentirse identificados como yo, o en su defecto, usar estos puntos como brújula para esos días de ánimo flojito.

    1. Abraza muy fuerte (sin importar la distancia).

    Este año todos perdimos. Escuchamos de personas que se quedaron sin trabajo, otros que invirtieron dinero en nuevos negocios y luego tuvieron que cerrar, pero más allá de lo económico, también vivimos rupturas y sentimos muy de cerca el dolor de aquellos que tuvieron que despedir de este plano a familiares y amigos tan súbitamente. Fue así como aprendimos a abrazar distinto, desde la distancia.

    Dicho esto, recordemos no escatimar nunca en compañía, así esta se traduzca ahora en mensajes y llamadas, de verdad no tenemos idea del refugio que somos para quienes amamos por el simple hecho de estar. Las cargas son más livianas cuando son compartidas.

    2. Vuelve a la capacidad de asombro, como cuando eras niño. 

    Estábamos tan cegados por nuestras rutinas que este año fue una bofetada. Todo es impermanente, pero lo habíamos olvidado, con el tiempo nos despojamos de nuestra capacidad de asombro, en eso los niños son maestros. Saludar con un abrazo es una bendición, comer en nuestro restaurante favorito, caminar por las calles que más nos gustan, sentir el aire despeinándonos y respirar con tranquilidad (sin un tapabocas), ver el contraste de árboles y cielo, los letreros de bienvenida en los pueblos cuando vamos de viaje y el número de kilómetros que restan para ver a nuestras familias, los conciertos bajo sol o lluvia, ir por una cerveza con amigos, ver un estreno en cine, caminar horas para llegar a la cima de una montaña, bailar pegaditos e, incluso, tomarnos el tiempo de escoger qué ponernos para salir. Recordemos que la vida misma ya es una hazaña y está pasando ahora mismo.

    3. Apaga el modo automático y despierta el alma. 

    Vale la pena parar un segundo y preguntarse si esta es la vida que hemos querido o si solo estamos actuando las expectativas de los demás. No vamos tarde para cumplirle a nuestros sueños o para hacer más de lo que amamos, soy una fiel creyente de que a veces solo estamos un poquito distraídos.

    4. Conoce muy bien cuáles son tus salvavidas y mantenlos cerca. 

    Qué hubiese sido de mí si no me hubiese refugiado en hablar con mi mamá todos los días, agradecer por dormir con quien amo, ver a mis amigos en videollamadas, saltar lazo, meditar, encontrarle el gustico a cocinar y de lo más bonito: haber escuchado a una de mis amigas y crear mi Instagram de frases, post-its que voy pegando en mi estudio y que ahora son públicos, aspirinas para el guayabo emocional. Porque yo no voy a mentirles con eso de que todos los días me siento invencible, pero si de algo me han servido los malos ratos ha sido para conocer muy bien aquello que me salva.

    5. Cultiva siempre lo esencial para que cuando alcances tus metas materiales no te quedes sin propósito.

    Está bien querer ese celular, carro, casa, etc, pero está mejor cultivar en paralelo la esencia como el amor, el autoconocimiento, el equilibrio, buscar un estado de paz constante, el perdón, la empatía, el agradecimiento y la resiliencia. Que nuestro crecimiento trascienda, así, cuando alcancemos lo material, no vamos a quedarnos vacíos.

    6. Cuida lo que consumes.

    Al hablar de consumir lo primero que pensamos es en “comer” y comer, definitivamente, no es lo único que debemos cuidar. También somos resultado de lo que vemos, leemos, escuchamos y experimentamos, y definitivamente estamos expuestos a demasiada información, buena o mala, ya depende de nuestro criterio, así que no olvidemos filtrar muy bien lo que nos traerá bienestar.

    7. Sé la persona con quien disfrutas estar. 

    Pareciera obvio que uno debería caerse bien por el solo hecho de ser uno, pero no siempre es así. No en vano nos damos tanto palo y somos muchas veces nuestros peores jueces, reprobando cómo nos vemos, lo que decimos a veces y las decisiones que tomamos. O buscamos siempre la compañía de otros, de esa forma también nos evitamos. Pues bien, tuvimos un año para estar a solas, muchísimo tiempo que dio cabida a todo tipo de reflexiones y, entre tanto, ¿ahora disfrutamos más estar con nosotros mismos?

    Recuerdo una meditación que decía “siempre puedes volver a ti. Tú eres el refugio más seguro” y, más que seguro, también el más cercano, así que vale toda la pena trabajar en ser con quien disfrutamos estar.

    8. No te quedes en donde te hagan sentir que eres difícil de amar.

    Eso sí que no, por más carácter atípico que tengamos, para el amor no debe ser difícil abrazar, así que si te dan a entender que quererte es difícil y eres solo una carga, por ahí no es, ponte las medias que te regalaron de navidad, tus zapatos y encuentra un atajo hacia el amor propio. Ojo aquí, que con “amor” no solo me refiero al romántico, esto también aplica para amigos y familia.

    9. Para sentirse seguro, a veces hay que arriesgarse. 

    Cuando ves que el barco se está hundiendo (pero tú estás en tu zona de confort), puedes pasmarte e irte directito al estanco, como también puedes tomar la opción de nadar; con la segunda opción está la posibilidad de ahogarse, obvio, pero mejor que eso está la oportunidad de encontrar tu propia isla la verga y salir a flote con todo y un par de piñas coladas. No sé a ustedes, pero a mí me encantan los cócteles. Así que tomen riesgos que lo único constante es el cambio.

    10. ¿Cómo puedo incluir a Vito dentro de mi contrato laboral? 

    No me imagino volver a la oficina y ya no tener a Vito cerca, nuestro perrito se ha convertido en nuestro mejor compañero de trabajo y estoy segura de que ustedes piensan lo mismo de sus mascotas (ojalá las empresas también concuerden). Él hace sus veces de pelota antiestrés, ante situaciones tensas con el trabajo basta consentirle un poco la panza para liberar cortisol; y además me ayuda con las pausas activas, porque es inevitable juguetearle de vez en cuando. Yo sé que el equipo de Seguridad y Salud en el Trabajo estaría orgulloso de su gestión. Una estrellita para Vito.

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2 Comentarios
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  1. Buen blog, y me robo su frase “Ah, y está bueno ser bien hippie en redes sociales, pero no sirve de mucho si en persona eres del orto.” Conozco muchos así, dictadorcillos benevolentes!

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