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Imagínatelo: es junio de 2017 y mi segundo año de estudio en Edimburgo está llegando a un fin lloroso. Debe ser la tercera noche helada de esta semana que hemos pasado arrejuntándonos y quejándonos hasta llegar al frente de esta fila ruidosa. Y créanme, este no es un pasatiempo nuevo. Como cualquier estudiante británico con pocas responsabilidades, no me gusta imaginar el número de horas que he pasado haciendo esto, solo para quejarme a la mañana siguiente de que los clubes sudorosos rara vez valen la pena del dolor de garganta y de la cabeza aún más adormilada con las que me despierto. Pero en este caso, hay una diferencia. Porque cualquier cosa vale la pena si me permite presenciar a los más tensos y torpes de mis amigos sacudiendo las caderas y frunciendo los labios al sonido de la última colaboración latina de Justin Bieber.

Tras un par de mojitos baratos y dos ataques de tos inducidos por la máquina de humo, los estudiantes con aspecto decididamente desaliñado son expulsados de El Barrio. Avisto a algunos de mis amigos entre la masa agotadora y me pregunto por qué todos se ven tan tristes después de una noche de baile constante, pero cuando me inclino para ofrecer un abrazo reconfortante, aprendo lo que los ha hecho tan melancólicos: “¡Y pensar que al encontrar este lugar solamente ahora nos perdimos dos años de noches realmente divertidas!”.

Y todos estaban de acuerdo. Mientras que, hasta hace poco, cualquier club “latino” en Europa alojaba a una comunidad casi exclusivamente hispana, ahora cuentan con una clientela completamente nueva. Aunque no entienden el idioma, sino tienen simplemente el deseo de bailar realmente, tanto los adolescentes como los jubilados están acudiendo en masa a clubes como El Barrio, en Edimburgo, Escocia, todos con la impresión trágica de que sus Hips Do Lie. Finalmente, reconocemos lo divertida que es la música latina, en relación con el mismo pop estancado y monótono que ha estado dominando los rankings desde hace algunas décadas.

Los fanáticos del rugby escocéses celebran una victoria reciente en "La Casa de Mojitos & Fiesta"

Los fanáticos del rugby escoceses celebran una victoria reciente en “La Casa de Mojitos y Fiesta”. Crédito: Página de Facebook de El Barrio, Edimburgo.

Es cierto que las tendencias mundiales por los artistas hispanos han bajado y aumentado a lo largo de los años. Shakira, Ricky Martin y Enrique Iglesias cautivaron los rankings desde el cambio de milenio. Pero en la actualidad, no son solo ciertos individuos (en su mayoría estadounidenses) los que llaman la atención del planeta con su adopción de los ritmos latinos y el idioma español. Tampoco se trata simplemente del “tinte español” que Jelly Roll Morton proclamó por primera vez como un elemento fundamental del jazz estadounidense.

Más bien, como canta el colombiano J. Balvin en un español pegajoso:

“Mi música no discrimina a nadie […] / Toda mi gente se mueve […] / Hago música que entretiene / El mundo nos quiere, nos quiere”

Y tiene razón: la letra ya no necesita estar en inglés para trascender fronteras culturales y geográficas. De hecho, el mundo está saliendo activamente en búsqueda de canciones en español.

Si bien los sonidos latinoamericanos siempre han sido populares en este continente, solo en los últimos años el resto del mundo los ha empezado a disfrutar. Pero ¿por qué nos llevó al resto de nosotros tanto tiempo? ¿Y por qué esta oleada ha sido tan repentina?

Debemos atribuir algo del crédito al auge del reguetón, un subgénero divertido con influencias caribeñas. Tan accesible es, que según el Baseball Prospectus de 2016, el reguetón es el tercer género más popular entre los jugadores cuando se trata de elegir sus propias canciones motivacionales para el “walk-up”. Con mil millones de espectadores de la Major League Baseball, cada uno entiende estas canciones, estamos viendo que esta tendencia hacia una fijación generalizada en la música latinoamericana impregna más y más ámbitos de la cultura popular. Sin embargo, vale la pena notar que tres parejas diferentes de baile sobre hielo en Pyeongyang tomaron la decisión imaginativa de usar “Despacito” para la sección inspirada en el mundo “latino”. No obstante, otro equipo usó “Shape of You” del pálido Ed Sheeran para esa vuelta, así que tal vez es injusto ir a quejarse…

Pero a pesar de todas las quejas que se pueden hacer sobre la pista exagerada, Luis Fonsi, el ilustre creador de “Despacito”, toma con gusto todo el crédito por la tendencia general:

“Gracias a “Despacito”, todos los ojos no están solo en mí, sino [en] la música latina en general”.

Y “Despacito”, con la ayuda de Bieber, ostenta el título del vídeo más visto de la historia, con 4,852 millones de visitas, desde el 21 de febrero. En 2017, el puertorriqueño Fonsi, y las dos estrellas colombianas, J. Balvin y Maluma, contaron con tres de los cinco vídeos de YouTube más vistos. Y solo dos meses después del cambio de año, la misma tendencia se está estableciendo, con Bruno Mars como el único artista no latino en ese mismo Top 5 (el 14 de febrero).

Sin embargo, más interesante que la obsesión del “Despacito” es quizás la que rodea a Balvin y Willy William, en “Mi Gente”. Al volar directamente al No. 1 del mundo el 1 de agosto de 2017, antes de que un remix la corrompiera, el corte revela claramente cómo aplauden las manos y las niñas (todavía) dan vueltas a lo largo de los océanos y las fronteras. De hecho, la canción incluso encabezó la lista de favoritos de final de año de Obama en 2017. Claro, Beyoncé hizo un remix de la canción más adelante, pero ciertamente no es gracias a ella que recibió su zumbido inicial.

J. Balvin: el Colombiano que está llamando la atención del mundo. Crédito: Google Images.

Pero, ¿qué pasa con el mundo del “streaming”? Bueno, ahora que el streaming impulsa la industria musical, vale la pena señalar que “Viva Latino” y “Baila Reggaeton” son dos de las listas de reproducción más populares de toda la aplicación de Spotify, cada una con cerca de 7 millones de seguidores. Y aquí es donde se pone interesante. La aparición súbita de la música latina en las plataformas principales se debe en parte al crecimiento masivo del streaming desde estos países. Con un mayor acceso a los sitios de transmisión, en 2016 los ingresos por el streaming en Latinoamérica aumentaron en un 57%. A lo largo de los años, América Latina se ha aferrado fielmente a la radio en lugar de abandonarla para iPod o reproductores de MP3, por lo que tiene sentido que seamos testigos de una progresión más natural hacia Spotify. El mercado regional se ha disparado desde el lado de la demanda, y afortunadamente, los usuarios aquí han traído consigo sus artistas latinos favoritos para que todo el mundo los disfrute.

¡Y claro que los disfrutamos! Incluso antes de poner un pie en este continente, el aspecto más único de la música latina me parecía su sinonimia total con los muchos estilos de baile. Y a las pocas horas de llegar aquí en las oficinas de EL TIEMPO, se me mostraron clip tras clip de todos estos estilos infinitos. Obviamente igualé al papel de la británica estirada cuando me mostraron un ejemplo del baile Bachata muy sensual y dejé salir un jadeo dramático (¡busca un ejemplo en Youtube, si te atreves! ADVERTENCIA: no lo recomiendo a los mojigatos). No solo eso, sino que en los bares colombianos, me he sentido absolutamente fascinada de cómo la gente de aquí puede moverse, pero también avergonzada de la inutilidad relativa de mí misma y de los demás europeos. Puede que no sepa nada de la biología que hay detrás de la tendencia, pero ya he aceptado como un hecho la idea de que un sentido del ritmo (o bien la falta de uno) es completamente genético. Gracias, mamá y papá.

Otro elemento del género que me encantaba de las noches de salsa, reguetón o samba cuando estaba en el Reino Unido, que tal vez no lo hubiera admitido en ese momento, fue el poder que me sentía al ser la única capaz de entender la letra. Es decir, me sentía así hasta aproximadamente la marca de veinte minutos de cualquier noche, cuando experimentaba una variedad muy particular de náuseas, inducidas por la letra. Pues, no me malinterpreten: la letra típicamente “romántica” sigue ofendiendo profundamente a las mujeres en todos los géneros. Pero, me resulta difícil apreciar realmente la famosa “sensualidad” de la música y del baile latino cuando los sentimientos que se rugen son profundamente sexistas.

Sin embargo, Becky G., de veinte años, una estadounidense con suficientes raíces mexicanas como para ser capaz de cantar en español, es una de las muchos artistas latinas que están subvirtiendo esta tendencia. Incluso el título de su exitosa canción “Mayores”, sorprendió al público al referirse directamente a su tipo preferido de cuerpo masculino, digamos. Cuando Billboard le preguntó cómo se sentía acerca de que le pidieran una versión “decente”, Becky le ofreció:

“[Los críticos me dijeron:] “eso no es lo que querías decir.” No, eso es exactamente lo que quise decir. […] Siempre es esta generación mayor diciendo: “Las mujeres no deberían hablar así”. ¿Pero quién eres tú para decirme […] lo que me hace sentir fuerte?”.

La pereza de este argumento del ojo por ojo normalmente me molestaría, pero aquí me encuentro pensando, ¡bien por ella! Cuando los hombres se han empoderado y se han financiado a sí mismos en su objetivación de las mujeres durante todos los siglos que han grabado la música, ¿por qué Becky no debería reclamar esto como su propio acto feminista?

Becky G: una chica con estándares

Becky G: una chica consciente de sus preferencias. Crédito: Google Images.

Y así mismo, supongo que sería perezosa si no ampliara mis pasos de baile más allá de mi preferido: el ‘chis pun chis pun chis’. En lugar de preguntar por mi seguridad o por mi pobre corazón solitario, es la rápida adquisición de movimientos impresionantes de la que mis amigos están cada vez más preocupados. Con esto en mente, desde mi llegada a Colombia, me encuentro en un estado constante de confusión divertida, cada vez que pongo un pie en un club. Siempre estoy abierta a las sugerencias, pero a veces me agota que me saquen de mi grupo de amigos para enseñarme una y otra vez a bailar. Aparentemente no está claro que que no puedo bailar reguetón; o que asombrosamente, todavía puedo divertirme, y que no, probablemente no quiero tu ayuda, especialmente si eres el duodécimo Príncipe Encantador esta noche que me ofrece noblemente su mano. Afortunadamente, ¡tengo la habilidad de tomar las cosas como cumplidos!

Digo todo esto y apenas he experimentado una pequeña parte de lo que la música colombiana ofrece. Así que estén atentos mientras sigo caminando por la escena musical, por no hablar de las clases de salsa que están en proyecto…

 

Referencias:

Comment of the Day: How many people really watch MLB games?

‘Despacito’ Effect: Behind This Year’s Latin Music Revolution

List of most-viewed Youtube videos

Así suena Colombia

Latin Music History: A look at the cultural mix and social environment that produced Latin music

Latin music is American music

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Acabo de llegar a Bogotá para ingresar en el equipo de Redes Sociales de EL TIEMPO como la nueva practicante internacional, y aprender de la fascinante cultura colombiana. Soy estudiante de la Universidad de Edimburgo, en Escocia.

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1 Comentarios
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  1. Esos amigos NO ven el corazón solitario que llevas, ya muchos de estos fraternales, estarán pensando como acompañarlo je je, bailar es divertido, pero no importa como se le haga, solo pasarla bien se lo dice un bogotano no tan movido como un costeño o caleño, pero me defiendo, hágale gozarla todo lo que pueda que para eso es Colombia.

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