¿Sabrá Petro a estas alturas que no es el alcalde de Colombia?
– Ricardo Silva Romero, 31 de octubre de 2011
El diablo quiere acabar con el MIRA y ese gusto no se lo vamos a dar. [… Los concejales] son implacables y compran votos y sólo van por los votos. Nos toca hacer igual, ser astutos. Me adelanto: el próximo año, cuando abran elecciones, voy por la gente y la inscribo. […] Y el día de marzo del 2006 voy y los recojo y los llevo a la urna y me cercioro si mis votos aparecen. No hay otra opción.
– Carlos Alberto Baena, senador del MIRA, 2006
Debo admitir que no había querido volver a escribir sobre el destituido (y ojalá revocado) alcalde Gustavo Petro, ya que sería llover sobre mojado. Pero, gracias a las desatinadas pero no extrañas declaraciones de María Luisa Piraquive, sierva, ama y señora de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, resulta necesario hablar del futuro exalcalde. ¿Por qué? Fácil: Piraquive y Petro sufren del mismo problema: delirio de grandeza.
Quiero comenzar con la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, que lejos de ser una de las tantas iglesias cristianas que en los últimos años han invadido garajes, antiguos cines y canales públicos, es una secta donde la palabra de Dios es interpretada para afianzar el poder de María Luisa Piraquive y sus secuaces. Si uno escucha un video de la «hermana María Luisa», donde ella dice que es parte de «la verdadera Iglesia de Dios» (clamor que han repetido bastantes sectas, desde los testigos de Jehová hasta el hilarante Inri Cristo) y que sus enemigos son esbirros del diablo que ponen en la prensa una serie de injurias envidiosas contra la hermana María Luisa y su iglesia, no queda la menor duda. Menos, si leemos la historia que contó Boyacá 7 Días en 2005, cuando una mujer se atrevió a denunciar el fin de su matrimonio debido a la secta y recibió una golpiza en la sede de Chiquinquirá, si escuchamos los reportajes que ha hecho Blu Radio, o la entrevista que dio Oscar Jair Bedoya Piraquive, sobrino de la «hermana María Luisa», a esa emisora. Si uno aplica un checklist realizado por Janja Lajich y Michael Langone en 2006, no quedan dudas. Entre otros puntos de la lista de Lajich y Langone, se destacan los siguientes (la traducción es mía):
- El grupo muestra un compromiso excesivamente entusiasta e incondicional a su líder (sin importar si está vivo o muerto) con respecto a su sistema de creencias, la ideología y las prácticas [que son consideradas] como la Verdad, como la ley.
- El cuestionamiento, la duda y la disidencia se desaniman e, incluso, se castigna.
- El grupo es elitista y reclamando un estatus especial y exaltado para sí mismo, su(s) líder(es) y miembros (por ejemplo, el líder es considerado como el mesías, un ser especial, un avatar—el grupo o el líder están en una misión especial para salvar a la humanidad).
- El grupo tiene una mentalidad polarizada de «nosotros contra ellos», que puede causar conflicto con la sociedad.
- Se considera que el líder no debe rendir cuentas a ninguna autoridad (a diferencia, por ejemplo, de profesores y comandantes militares o ministros, sacerdotes, monjes y rabinos de denominaciones religiosas tradicionales). [ASF: ¿Acaso el Padre Chucho sabrá eso?]
- El grupo enseña o induce que sus fines, supuestamente exaltados, justifican cualquier medio que considere necesario. Esto puede resultar en la participación de sus miembros en actividades y conductas que habrían considerado reprobables o no éticas antes de unirse al grupo.
- El líder induce sentimientos de vergüenza o culpa en aras de influir o controlar a los miembros. Frecuentemente se hace esto a través de la presión de grupo y persuasión sutil.
Lo que me sorprende realmente es ver la indignación que ha causado el discurso de la «hermana María Luisa» en algunos personajes en las redes sociales que no han tenido ni el decoro ni la decencia de declarar su admiración por Gustavo Petro mientras fingen ser «indignados» (la nueva palabra de moda, todos somos indignados así como hace cinco años todos eran hipsters y hace diez años todos buscaban la paz en las marchas). Si algo ha caracterizado a Gustavo Petro en el último mes ha sido una megalomanía delirante, lo que no nos extraña a todos los que nos hemos opuesto a Petro desde el principio. Aplicar la lista de Lajich y Langone a los discursos recientes del futuro exalcalde nos daría resultados similares a los ya mostrados con María Luisa Piraquive. Algunos fragmentos de las declaraciones de Petro (y no pocas de sus acciones) nos revelarán las coincidencias, que he resaltado en rojo.
- Nosotros somos la generación de la paz, no nos vamos a dejar arrebatar de nuevo la esperanza de la paz y la democracia, no vamos a caer en sus trampas, nos quieren llevar a la violencia y no señores, los violentos son ellos, los tristes son ellos, nosotros somos la alegría, nosotros somos la paz y la democracia. Alegres pero firmes, por eso debemos ser conscientes de lo que empieza hoy en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Aquí empieza una movilización popular, este es el primer día de muchos, hoy nos vemos muchos, pues seremos más. (9 de diciembre de 2013)
- Quieren acabar con la Bogotá humana porque quieren acabar con la democracia en América Latina. (9 de diciembre)
- Los espero mañana con más y más gente, los espero mañana con más fuerza, aquí nos mantendremos en la sede de Nariño y en la sede de Gaitán. (9 de diciembre)
- Como Alcalde Mayor de Bogotá convoco a todas y todos los demócratas de Colombia a manifestarse en las plazas públicas este 10 de Enero. (Twitter)
- Mario Iguarán, quien fuera acusado por Petro de haber sido elegido con dineros del paramilitarismo, hoy es el abogado defensor del futuro exalcalde.
- Ricardo Galán, primer secretario de prensa de Uribe, es el asesor de prensa de Petro.
Leí hace poco, no recuerdo dónde, que los líderes necesitan un pequeñísimo componente de megalomanía y sociopatía. Pero, desafortunadamente, vivimos en manos de megalómanos de opereta: desde el futuro exalcalde hasta el procurador Ordóñez, pasando por líderes de grupos más pequeños que se convierten en titiriteros de almas, con ardorosos deseos de ser la Mamá Grande del cuento de García Márquez. Lo peor de todo es que la situación parece empeorar con los fanatismos que crecen. Si fui pesimista a finales de 2012 para con el 2013, en 2014 no cambia mi pronóstico. Si acaso, como las tormentas de invierno, se hace más fuerte.
Voyeur: Hace unos meses, algunos periodistas y líderes de opinión de todas las tendencias políticas enviaron una carta abierta que solicitaba a los partidos políticos no presentar listas al Parlamento Andino, una entidad que será eliminada gracias al acuerdo de cancilleres el pasado 19 de septiembre. Adherí a esa iniciativa, liderada por José Manuel Acevedo y firmada por personas con quienes he trabajado (Jorge Espinosa, Ricardo Silva, José Manuel Restrepo) y a otros a quienes admiro (Salud Hernández, Natalia Springer, Marcela Prieto). No obstante, a pesar de que la entidad será eliminada, algunos partidos políticos tramitaron listas para el infante occiso. Hubo uno, en especial, que fue el autor intelectual de ese atraco directo de más de 6000 millones de pesos al año: la resucitada Unión Patriótica, que arguye la necesidad de «integración latinoamericana» que podría proveer una entidad paquidérmica, no vinculante, innecesaria e inútil; además de -según la UP y personajes como Luis Carlos Avellaneda- incomodar (cómo no, siempre es la excusa de ese tipo de partidos) al «proyecto imperialista». Junto a ese partido se encuentran la Alianza Verde (más clientelistas que nunca desde que les llegó el «progresismo»), los conservadores (al sol que más arrime), la Opción Ciudadana (el partido antes conocido como PIN), 100% Colombia (antaño Afrovides, con el apoyo de Juan Carlos Martínez y Enilse López) y el inefable Polo Democrático.
Si bien pienso votar en las elecciones del Congreso y presidenciales, así como -si se da- en la revocatoria del Luis XIV que ocupa el Palacio Liévano, habrá un voto en blanco en el tarjetón del Parlamento Andino. Pero quiero ir más allá: ¿por qué no castigar a esos partidos que enviaron listas y negarles cualquier voto en cualquier corporación? En cristiano: castiguemos el afán clientelista de la UP, el Polo, la Alianza Verde, los conservadores, el ex-PIN y el ex-Afrovides excluyéndolos de nuestros tarjetones.
En los oídos: I Predict A Riot (Kaiser Chiefs)
El columnista y cualquier otra persona con aceptable educación, aunque llenos de razón por las mil y una artimañas de cuanto politiquero quiere la vigencia del poder, debemos de hechar una miradita al verdadero culpable de todas estas desgracias emanadas de la inmoralidad de quienes viven del poder y dentro del mismo y es el pueblo, este pueblo masoquista, fetichista religioso y de cotidianidad instintiva, capáz de matar por migajas y llorar a moco tendido por un capítulo de una burda y mal actuada telebobela; Este pueblo sin educación es y seguirá siendo un híbrido patético y sin esperanza alguna de cambios para bién.
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Alguien «imparcial y ecuánime» dice que Petro sufre de delirio de grandeza. ¿Dónde deja la megalomanía de ORDOÑEZ?. Este siniestro prevaricador sí debería estar muy alineado con la Piraquive; se parecen. Dios los crea y el diablo los junta; ORDOÑEZ tiene su iglesia en la mismísima sede de la procuraduría; la Piraquive en el garaje de su casa; ésta pide canonjías a sus fieles; aquel, frentero, lo pide a los secuaces del congreso para la boda de su hija. ORDOÑEZ tiene una constitución propia, personalísima, un engendro satánico que se ramificó de la del 91, pero que creció más y más y ahora su poder es omnímodo. Pobre PETRO con semejantes impolutos funcionarios; el matoneo de ORDOÑEZ no tiene parangón, mientras verdaderas acciones disciplinarias, por ejemplo al minambiente y el caso Drummond, a ORDOÑEZ le parecen irrelevantes.
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Aprenda a leer antes de criticar. El autor dice:»Pero, desafortunadamente, vivimos en manos de megalómanos de opereta: desde el futuro exalcalde hasta el procurador Ordóñez».
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He perdido mi valioso tiempo leyendo esta seudo-columna. Mucha megalomania excrementicia la del bobo profeta que se dice díscipulo de Franzen según el credo que puso en su perfil.
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