Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Natalia TorresNatalia Torres Camargo, estudiante de Comunicación social – Periodismo del Politécnico Grancolombiano

Periodista amante de la moda, creadora del blog Nattalia Style y del canal de podcast Tela por Contar. Enfocada desde la cultura, la sostenibilidad y la visión de los derechos que esta abarca. Soy #Diferencer Poli.

 

Las chaquetas, abrigos, bolsos y accesorios que llegan a su armario, provienen, según cifras de AnimaNaturalis, de 60 millones de animales que sacrifican anualmente para que su piel termine en la industria textil, la cual produce el 10% de emisiones de carbono en el mundo.

Un informe de Inexmoda, del mes de julio del 2019, reveló que los hogares colombianos gastaron 69,18 billones de pesos en este sector. Si tenemos en cuenta que es el segundo nicho más contaminante en el mundo, después del petróleo, ¿por qué no hay una responsabilidad con lo que se compra y se usa?

La moda se debe tomar como una acción política y democrática, ya que es un sector que involucra a toda la ciudadanía. Hoy por hoy, suena hasta macabro conocer que, para la fabricación de las prendas que se usan a diario, de origen de cuero animal, sufrieron y murieron animales como: vacas, cabras, ovejas, caimanes y hasta perros y gatos.

Antes de continuar piense si en su armario hay alguna prenda que sea de cuero animal; si es así, debe saber que para la fabricación de ella esos animales que antes se mencionaron, se vieron enfrentados a: confinamiento extremo, castración, marcación y cortes de sus extremidades sin anestesia. Además, para que la piel este intacta como se ven en las vitrinas, la mayoría murió por gases, envenenamiento, desnucados y electrocutados por vía bucal, anal o vaginal.

Debido a la difusión de movimientos en contra del maltrato animal, ya no es un secreto lo que hay detrás del lado oscuro de la moda y han tomado fuerza creaciones vanguardistas libres de crueldad.

La nueva piel parte de la sostenibilidad

La moda sostenible, como su nombre lo dice, nace de un concepto de sostenernos en el tiempo, y no solo es hablar de la banalidad de las tendencias, es generar acciones equilibradas desde la industria llevadas a una relación entre lo económico, lo social, lo cultura y lo ambiental.

El slow fashion va en contra de ser el primero en vender, en llevar a todas las tiendas de la forma más rápida e irresponsable lo que esté en auge, es generar responsabilidad social, garantizar derechos en las prácticas laborales, transparencia en la producción, conciencia del consumo y sostenibilidad ambiental.

Cambiar la piel de animales por lucir alternativas como piñatex, fibras de manzana, té de kombucha y hasta el corcho que se desecha luego de tomar una botella de vino, para la creación de cuero es una realidad.

Las nuevas pieles han surgido del rechazo a la crueldad animal y al daño ecológico que genera la producción del cuero tradicional. Ideas tan innovadoras como la de Carmen Hijosa, quien decidió usar los residuos de las fibras de la hoja piña para la creación de cuero, este emprendimiento tardó 10 años en hacerse realidad, pero hoy es toda una alternativa en el mundo de la moda.

También esta Bio – Couture, es el Proyecto de la diseñadora Suzanne Elizabeth Lee, quien propone crear cuero a partir de la bebida milenaria Kombucha, el proceso es usar este té en fermentación, donde se generan bacterias y azúcares, para crear de una forma orgánica lo más parecido a una piel de animal en el mundo textil.

Son materiales poco comerciales y aún son proyectos en construcción, pero los países en donde el consumidor ya ha aceptado estas nuevas pieles muestran los mayores niveles de ahorro de agua a nivel mundial, además de dejar atrás esas escalofriantes prácticas en los animales. Así que la próxima vez que vaya de compras, reflexione que llevará a su casa, si una chaqueta de cuero, por la cual un ser vivo fue torturado de la forma más vil, o una prenda con un proceso natural, ético y responsable.

Compartir post