Por Álvaro Rodríguez Hernández, docente de la Escuela de Comunicación, Artes Visuales y Digitales. Director de PoliRadio y PoliDeportes del Politécnico Grancolombiano.
Las generaciones de las personas que hoy son llamadas adultas mayores, de aquellos que están a pocos años de entrar a esa denominación y algunos de los conocidos como adultos contemporáneos, guardan el hábito de escuchar radio hablada. Más allá de buscar en este medio la música, buscan información, el escuchar la voz de personas calificadas frente a un tema, saber lo que piensan los protagonistas de la realidad pública; pero, especialmente, se busca compañía.
Piense cuando usted va solo en su vehículo y queda en medio de un trancón, o cuando está solo en casa desarrollando cualquier actividad o, simplemente, descansando. El tener de fondo una voz que nos habla desde un artefacto tecnológico resulta la compañía que se necesitaba en el momento, es tan oportuna que en ocasiones se le puede responder o entablar un diálogo con el mensaje que recibimos desde lo que antiguamente se llamaba el transistor.
Hoy la radio se sigue escuchando en los tradicionales aparatos capaces de sintonizar la amplitud modulada y la frecuencia modulada; igualmente, se puede disfrutar desde teléfonos inteligentes, tabletas o computadores. El dispositivo ha evolucionado, pero más allá de eso, lo vital sigue siendo el contenido, lo que ofrecen los realizadores y lo que buscan los oyentes.
Lo preponderante es lo que se escucha, tanto en su forma como en su fondo, programas muy bien trabajados y muy bien presentados que generen una compañía agradable y productiva, una compañía que brinde información, que sea entretenida y que nos ayude en un proceso de enriquecimiento del conocimiento.
La radio conserva su audiencia, y con la emergencia sanitaria producida por la covid-19 ha logrado atraer a más oyentes que buscan que les cuenten la información y escuchar la voz de las personas que, por su trabajo, formación y comportamiento social, se han ganado la credibilidad de la sociedad.
Es posible que la radio en la capital y en las ciudades grandes perdiera un poco de terreno en el mapa de consumo de medios, pero el número de oyentes persiste y no es posible cerrar los ojos a la realidad que se vive en la región, en el ámbito rural y en los municipios intermedios, donde la radio es el medio por excelencia.
El anuncio hecho por el Gobierno, a través del Ministerio TIC, en donde se da a conocer que se abre la consulta para determinar si hay un interés en nuevas emisoras de carácter comercial en FM y AM, proyecta el crecimiento de la oferta de la radio en el territorio nacional y contradice los vaticinios del final de esta con la evolución de las tecnologías de la información y la comunicación. Ojalá ese mismo escenario se de para las emisoras de carácter educativo, como los medios de las universidades, en el caso del Politécnico Grancolombiano POLI RADIO, y las emisoras de carácter comunitario.
Las frecuencias tradicionales mantienen ese ámbito romántico de la radio; ahora, internet alberga, día a día, nuevas propuestas radiales, una radio por internet que mantiene los parámetros de programación del AM y el FM y que cuenta con una audiencia focal para cada uno de sus espacios. Ahí el crecimiento es mayor, con menores costos y unas audiencias mejor definidas y medibles.
Es así como nace este comparativo de la radio con la obra del pintor español Salvador Dalí, la radio vive una verdadera persistencia de la memoria.
Los trazos artísticos de la radio
Como se ha planteado lo relevante es el contenido y este es el que mantiene la memoria de la radio en el tiempo. Este medio pinta la realidad en la imaginación de los oyentes con las voces y los sonidos, trasmite las verdades que buscan los periodistas y selecciona lo que considera lo mejor del arte de la música. Así como Dalí abordó la temporalidad y la memoria en su obra, la radio se mueve en el tiempo y está en la memoria de cada uno en una época diferente, con un recuerdo distinto y con un significado individual.
La radio hace parte de la humanidad y a su vez se encarga de transmitir los hechos de una realidad, el pintor español camina desde el surrealismo de sus relojes hasta la realidad de las montañas en el paisaje, este medio interviene la percepción del tiempo con su compañía y traza un camino entre los oyentes y lo real que sucede en el acontecer diario.
Con cada emisión se produce un paisaje de la realidad, de lo bueno y de lo malo, de lo que le gusta y no le gusta a la gente; es decir, las hormigas de Dalí también las encontramos en la radio como un símbolo de aquellas cosas que causan desagrado en los ciudadanos, pero que hacen parte de lo real.
El tiempo se derrite, poco a poco, cuando alguien nos está hablando, nuestra percepción de su paso cambia sintiéndose más lento o rápido, cada uno lo aprovecha escuchando lo que desea y lo que el momento y su estado de ánimo puede necesitar, la experiencia se comienza a personalizar y es así como la radio encuentra un nuevo espacio, el podcast, pero siempre dentro de ese fenomenal mundo que es la narrativa sonora.
El movimiento podcaster
De la convergencia de las palabras I-pod (el dispositivo de Apple) y broadcast, que significa transmitir, emerge el término podcast, el cual fue masificado en el año 2004 en el diario ‘The Guardian’ por Ben Hammersley, periodista inglés.
Gracias a la tecnología ahora se realizan contenidos sonoros, generalmente de corta duración, los cuales se pueden publicar y ser descargados o escuchados en línea. Ya no es necesario pensar en una programación completa para cubrir las 24 horas del día o estar ligado a un horario específico y una duración determinada.
Las producciones sonoras asumen una oferta a la carta para los oyentes, diversifican sus temas y, al igual que la radio por internet, delimitan aún más su audiencia para generar contenidos con temas específicos; lógicamente también está la posibilidad de seguir por una línea generalista.
Un ejemplo de esto es la producción que ha realizado la Escuela de Derecho y Gobierno del Poli. Por medio del podcast ha generado un material llamado “La pandemia al derecho”, donde brinda una serie de recomendaciones legales, busca resolver dudas y da unas pautas generales de situaciones que se pueden producir durante esta pandemia. En el mundo podcast se pueden encontrar diversidad de temas, producciones de diferente duración, monólogos o construcciones colectivas que han liberado a la sonoridad de las emisoras tradicionales.
La comunicación sonora se sigue abriendo paso con las tecnologías de la información y la comunicación y es así, como el génesis de esto, la radio, persiste en la memoria y nos brinda su narrativa para las prácticas de producción y consumo de contenidos sonoros.
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