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El aumento del uso de tecnologías digitales ha obligado a las empresas, los hogares y el sector público a adoptar cambios en la forma de relacionarse con su entorno. La cuarta revolución industrial impone retos importantes en diversos ámbitos de la sociedad.

La asistencia de robots con Inteligencia Artificial y la capacidad de aprendizaje continuo de las máquinas; la visión computacional y el reconocimiento de patrones; el Internet de las cosas (IoT), el procesamiento masivo de datos y su análisis a nivel individual (BigData); la nanotecnología y sus avances para la industria farmacéutica con nuevos medicamentos, la química de nuevos materiales, la realidad expandida, la tecnología de alta seguridad- Blockchain y la impresión 3D incrementarán su presencia en todos los ámbitos de la actividad humana.

Las múltiples posibilidades de acercarnos a la economía digital van desde nuevas oportunidades de negocio hasta nuestra participación en inversiones en criptomonedas, que se convierten lenta, pero de manera permanente, en el medio digital de intercambio que hoy ya utiliza criptografía fuerte (Blokchain) para asegurar las transacciones. La economía digital aún tiene muchos espacios en donde nuevas aplicaciones y modelos de negocio tienen posibilidades de desarrollo. Esto no solo es una opción para las grandes corporaciones, sino también para emprendedores y ciudadanos que con su disciplina y constancia pueden lograr grandes beneficios.

Los efectos de la digitalización se reflejan tanto en la mejora de la productividad de los factores como en otros ámbitos, tales como la reducción de la contaminación y nuevas formas organizacionales. La adopción generalizada de la digitalización podría convertir las ciudades en lugares menos ruidosos que ofrezcan mejor calidad de vida. Todo lo anterior ha llevado a los hacedores de política pública a repensar opciones de digitalización para diversos ámbitos de la vida en sociedad.

Sin embargo, la sociedad colombiana enfrenta retos que le obstaculizan entrar en la generación de riqueza basada en lo digital, puesto que las brechas digitales son elevadas y heterogéneas entre grupos poblacionales. En el primer nivel de integración de las TIC al sistema educativo, es decir, en lo que respecta al acceso a un computador e internet en los hogares, las brechas son amplias. El estudio denominado “The digital divide between high school students in Colombia”, que utilizó datos de las pruebas SABER 11 desde el año 2009 a 2018, señala que en promedio, en este periodo de tiempo, solo el 38 % de los estudiantes de establecimientos públicos de educación media tenían acceso a internet en sus hogares; entre los hogares rurales era solo el 20 %. También muestra las diferencias en el acceso a las tecnologías de los diversos municipios (según su nivel de desarrollo y su evolución, en dicho periodo de 10 años), indicando que los municipios de desarrollo incipiente e intermedio no han tenido cambios en el acceso a las tecnologías durante cerca de 10 años. Esto amplía las brechas regionales y aleja a estos municipios de las oportunidades que ofrece la revolución digital.

Los bajos niveles de acceso a las tecnologías que sufren algunos grupos poblacionales no solo se traducen en un precario acceso a la educación, los servicios de salud y los demás beneficios de la conexión a internet, sino también en la imposibilidad de generar riqueza en un ecosistema digital.

La creciente demanda de habilidades digitales muestra la necesidad de generar condiciones de equidad en el acceso a las tecnologías. Esto, con el objetivo de que la generación de riqueza digital sea un reductor de las desigualdades presentes en el país. Finalmente, las inversiones que garanticen el acceso a las TIC en los hogares colombianos son uno de los determinantes más importantes para poder asegurar la competitividad del país en los próximos años.

 

Por: Wilmar Quintero, Profesor del Programa de Economía de la Escuela de Negocios y Desarrollo Internacional – Politécnico Grancolombiano.

 

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