Por:
Oswaldo Díaz
Entrenador de baloncesto
Politécnico Grancolombiano
El mundo de hoy es un sobreviviente de una crisis que lo ha sacudido en la última década de manera contundente y que lo ha comprometido a buscar alternativas que le permitan encontrar salidas a tremenda coyuntura.
La presencia de la pandemia nos obligó a todos a refugiarnos en la esperanza y el deseo entrañable de volver a pisar una cancha deportiva y a darle más valor a lo que antes nos significó sudor, disciplina y entrega.
Desde los más novatos hasta los grandes atletas de élite se encontraron frente a una realidad absurda pero llena de espejismos que a la postre nos devolvió en el tiempo.
Una vez se volvió a la libertad de entrenar, se crearon nuevas metas en el planeta tendientes a recuperar la confianza y la metodología que permitiera regresar a la competencia y de la misma manera, fusionarse con el público necesitado de emociones y cargado de frustraciones.
A nivel mundial, los grandes torneos regresaron con cambios significativos en la metodología y en la ejecución, por cuanto las grandes marcas se reinventaron y buscaron otro foco comercial; pero mientras la élite del mundo encontró apoyo en las finanzas de las firmas más poderosas, los deportistas aficionados tuvieron que recurrir a la premisa “ volver a empezar “.
Las escuelas de formación deportiva redujeron su porcentaje de afiliados y los mecanismos de ejecución tuvieron que ser modificados haciendo menos dinámico su forma de ejecución; pero muy a pesar de todas estas contingencias, el deporte terminó convirtiéndose en la mejor alternativa emocional y física para ir abandonando la sombra de la pandemia.
Los procesos físicos pueden recuperarse y de manera progresiva el atleta puede llegar a tener su rendimiento e incluso los resultados previamente planificados; pero sin duda alguna el entrenamiento emocional terminó siendo la herramienta más importante para que los entrenadores del mundo apoyen en él el fundamento de sus atletas.
Superar lo superado es quizá la premisa sobre la cual el deporte mundial debería apoyar sus esquemas de rendimiento; lo que el mundo tuvo que superar nos enseñó que muy a pesar de las dificultades siempre se puede volver a intentar.
Hoy y después de semejante pandemia, aún vivimos sumergidos en un constante proceso de migración a nivel mundial y en medio de una guerra en un costado del mundo. Sólo el deporte proporciona un oasis de esperanza por su naturaleza misma y por su inherencia nos da la oportunidad a todos de mientras hacemos deporte de creer en sí mismos y de sentir que por difícil que parezca la vida siempre nos da una segunda oportunidad.
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