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Whatever Gastronomy

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Todavía me cuesta creer que en Bogotá la gente salga a pasear a la sabana los fines de semana. Los que lo han padecido saben que solo para salir es una hora larga de trancón, si todo sale bien. Yo trato de evitarlo, pero si uno se embarca en semejante periplo, bien hace en(...)

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Escoger la mejor hamburguesa siempre será -como les encanta titular a los noticieros colombianos- una polémica decisión. Pero hay unos detalles que ayudan a formar tal sentencia. El pan, por ejemplo, es determinante. Si es industrial, de supermercado, creo que el producto(...)

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¿Qué se puede decir nuevo de México cuando ya se le ha botado toneladas de tinta? Seguramente muchas cosas nuevas, porque cada persona tiene su propio viaje y una manera única de vivirlo. Aunque no deja de ser una tarea difícil. Pero una buena salida a este lío es no(...)

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Si Bogotá es caótico, el centro lo es aún más. No importa el alcalde. Pero por naturaleza, creo que esto pasa en todas las capitales de este país. Sin ese barullo infinito, el centro de una ciudad perdería su gracia. O, al menos, así pienso hoy, como ser inconforme que(...)

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Hace unos cuatro años, cuando empecé a trabajar en La Candelaria, conocí un restaurante italiano muy encantador a media cuadra del Chorro de Quevedo. Se llamaba Nuraghe y era atendido por madre e hija. En aquel entonces ofrecía un plato que ellos llamaban la bandeja sarda, y(...)

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Es ridículo todo el tiempo que se puede perder en Facebook, no solo chismoseando a los amigos, sino viendo videos y casos inauditos de cosas que pasan en el mundo: el niño que baila salsa de manera envidiable con una catana deliciosa, el arquero de un país desconocido que se(...)

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Yo sí quiero unirme a las flores que le vienen echando blogueros y periodistas al restaurante Tres Bastardos; primero, porque conocí hace algún tiempo cuando trabajaba en otro local bogotano a Francisco del Valle, uno de los argentinos que hace parte de este trío de(...)

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Por allá en los años noventa, cuando yo era un pseudometalero-alternativo, con mis amigos -los mismos güevones de toda la vida-, y luego de pasar por los parches más bajos de borrachos, marihuaneros, drogradictos en general y gente descachalandrada que ganaba simpatía por(...)

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La gracia de pedir una chuleta a domicilio es que cuando se abra la caja -pequeña casi siempre- de esta se desdoble un pedazo tan grande que pueda alimentar a toda una familia. Lo increíble de esta fenomenal costumbre vallecaucana es que debajo de esa enorme sábana de carne de(...)

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Un amigo francés, de abuela italiana, me recomendó Il Mercatino, un restaurante italiano de muy buena pinta y con un gran horno de leña. El francés me lo vendió así: “me sentí comiendo como en la casa de mi abuela”. Y eso ya es mucho. Así que allá caí para(...)

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