Por: Diego Laserna @DgLaserna

El Alcalde Gustavo Petro y el Representante a la Cámara Miguel Gómez
son dos tipos decentes que hacen política desde orillas distintas pero
por convicción. Uno podrá estar en desacuerdo con ellos pero nadie con
credibilidad los acusa de bandidos. Por eso tal vez es tan lamentable
verlos envueltos a los dos en la pantomima farandulera de la
revocatoria.

Me explico. La revocatoria es en teoría una herramienta legitima y
útil para que los ciudadanos le retiren su apoyo a quien eligieron. El
problema es que las leyes 134 de 1994741 de 2002
que definen cómo funciona impusieron unos requisitos demasiado altos
para convocar un referendo revocatorio pero sobre todo para ganarlo.

En Colombia desde 1996 se han solicitado 80 revocatorias
de las cuales se han votado 37 y no ha prosperado ninguna. Sólo en dos
casos, en Murindó, Antioquia y en Miraflores, Guaviare se superó el mínimo de participación
requerida pero ganó el «no».

Concientes de la dificultad para revocarle el mandato a un gobernador
o alcalde, en 2011 se aprobó nuevamente un proyectó de ley que reduce
los requisitos para convocar un referendo revocatorio y que éste sea
aprobado. Sin embargo este proyecto por ser una ley estatutaria necesita
ser aprobado por la Corte Constitucional para entrar en vigor y así
hacer más accesible la herramienta de la revocatoria del mandato a
ciudadanos alrededor del país.

Tomando en cuenta que el proyecto de ley está en manos de la Corte
Constitucional desde junio de 2012 uno esperaría que ante un poco de
presión política (como sin duda pueden ejercer los muchos enemigos de
Petro) la Corte se pronunciara rápido y aumentaran enormemente las
posibilidades de que la revocatoria fuera exitosa.

Pero no, para el Representante Gómez aparentemente no es tan
importante que la revocatoria sea exitosa como arrancarla antes que
cualquier otro y así tener todas las cámaras para él. Gracias a esto
Gómez es el papá indiscutido de la iniciativa y pasó de la Siberia
mediática que es la Cámara de Representantes  a la franja triple A de
los noticieros. Una movida inteligente si quiere brincar políticamente
de la Cámara a cualquier otro lado.

El Alcalde a su vez, ni corto ni perezoso ha salido a decir
que detrás de la iniciativa de la revocatoria está el «cartel de la
contratación»  y que los progresistas deben salir a las calles a
derrotarla. Otra movida inteligente si quiere seguirse presentando como
la antitesis de la corrupción y como un mandatario al que sus opositores
no quieren dejar gobernar.

Lo grave es que Gómez sabe que en esta ocasión como en las 37
anteriores no saldrán 1.234.000 personas a votar por la revocatoria. Y a
su vez Petro sabe que los hampones que se robaron Bogotá con Samuel
Moreno son demasiado vivos para botar su plata en una iniciativa sin
futuro. Pero más importante aún, los dos saben que la revocatoria les
ofrece una excelente oportunidad para crecer políticamente.

Mientras tanto el público y los periodistas, en lugar de hablar sobre
los temas importantes de ciudad están haciendo cabalas sobre el futuro
de la revocatoria y si se llega a convocar (como seguramente sucederá)
se desperdiciarán más de 40.000 millones de pesos en la logística de las elecciones.

El día después amanecerá con Petro y Gómez más famosos y la pobre Bogotá más pobre, sucia y desordenada.

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