Por: Martín Rivera Alzate
@riveraalzate
Publicado en: Combo 2600

El aumento desconsiderado del uso del carro se le ha atribuido, de manera grosera, al ascenso del status social. Tener uno, dos o hasta tres carros es sinónimo de éxito laboral y social. Mejor si es un Mercedes que un Renault. Pero el que tiene el Porsche es el putas. Pues bien, esa teoría no está nada mal y día a día vemos como algunos modelos a seguir como futbolistas, por ejemplo, se compran los últimos del mercado.

¿Y la bicicleta?

Pues bien, el símbolo del uso diario del caballito de acero ha sido siempre la de Lucho Herrera de quien se dice se iba todos los días desde su fría Fusagasugá hasta diferentes destinos en Bogotá para realizar sus actividades de jardinero. El pobre hombre no tenía con que comprar un carro. Y así, de una u otra manera, se ha relacionado socialmente a la bicicleta para los que nos son tan putas y les toca pedalear para ir de un lado a otro. Se sabe que el gran Nairo Quintana se inició muy joven en esta actividad pues no tenía otro medio de transporte para irse de su humilde casa hasta el colegio en la montañosa Boyacá.

Llegaron (¿llegamos?) los irreverentes.

En París hay una tribu urbana a la que se le conoce como los bobos (Bourgeois bohéome), los cuales nos son más que los ya conocidos hipsters cuya cuna se dice que es Brooklyn (Nueva York). Los bobos (así como los hipsters) encontraron en lo antiguo y usado un elemento de cohesión y tributo a lo orgánico y local. Encontraron en la bicicleta un excelente símbolo para luchar de manera pacífica contra el status quo e indudablemente empezaron a inundar las calles (tanto de París como de Nueva York) de velocípedos. Lo qué más llama la atención es que entre más viejas y usadas las bicicletas, mejor accesorio para ser mostrado y usado. Se convirtió en una moda y así en otro tipo de status social. El putas se volvió (en esta tribu) el que tuviese la bicicleta más vieja.

Las cosas de la vida. ¿No? Y como esas cosas son a la vez paradójicas e inexplicables, una vez esta moda (porqué eso es, una moda) llegó a las calles bogotanas, no fueron ni los bobos ni los hipsters, sino, digamos, los Canos (Cachacos Nostálgicos) quienes empezaron a utilizar la bicicleta como medio de transporte por muchas razones, pero al igual que en Nueva York y París también se convirtió rápidamente en un accesorio para mostrar el status social adquirido.

¿Hacia donde va todo esto?

Pues bien, son varios los objetivos al masificar el uso de la bicicleta: cuidar el medio ambiente, mejorar la movilidad de la ciudad, mejorar los niveles de salud pública, etc. Entre más seamos los que pedaleemos en nuestra cotidianidad, mejor, pero no se puede negar que este fenómeno en Bogotá se está elitizando.

Ya no es suficiente sacar cualquier bici. Si quiere ser el putas y reconocido como un buen Cano, debe ir a buscarse la bicicleta más antigua, con los accesorio más clásicos y de paso que sea fixie (es decir, sin cambios). Dese un paseo por las tiendas de bicicletas en la capital, esta que le acabo de describir no baja de $400.000 pesos. A eso súmele que debe ponerle la parrilla y alforja (esa maletica play que se pone atrás) además de las luces. Todo suma, y la suma es cuantiosa.

Al convertirse en una moda, puede que (no soy sociólogo para defender esta tesis desde la ciencia) tenga el efecto contrario. «Al no tener la bici adecuada, no podré entrar en esta onda de moverme en bici, prefiero seguir usando el carro. No quiero estar out.» Muchas veces la moda es incómoda y manejar una fixie no es pan comido. Hay bicicletas para todo tipo de ambientes (montaña, urbana, pista, híbrida) y para todo tipo de personas (altas, flacas, mujeres, hombres, chicos) la primera vez debe ser la más placentera y cómoda. No dejemos que la moda se convierta en un obstáculo para convertir las calles de la ciudad más amigables para la bicicleta.

Ya sé, habrán muchos que no estén de acuerdo con mi postura. La invitación (especialmente a los Canos, considerándome uno de ellos) es a la autocrítica y reflexión. Si bien la moda puede ser un buen motor para generar cambios, no siempre son positivos. ¿Los está generando en este momento? No me malinterpreten, quiero -y he sido un fiel abanderado desde la tribuna del Combo 2600- que cada día haya más personas usando la bicicleta, pero lo estamos enfocando por la vía equivocada. Por la vía etérea.

Para garantizar el éxito en el uso de transporte no motorizado (que debe existir cuanto antes) es necesario una inversión robusta. Debe haber compromiso y voluntad política además de cultura y buen uso de los equipamientos. Bogotá, a pesar de la adecuación de algunos bici carriles, no ha innovado, ni arreglado, ni mejorado su vasta red de ciclorutas. Mientras tanto seguimos con el putas en su carro, el putas en su fixie y el pobre hombre yendo a arreglar matas sin que le mejoren su calidad de vida. Por lo menos la del transporte.