Por: Martín Rivera Alzate
@riveraalzate
El pasado jueves 5 de febrero se celebró un día sin carro más. Esta fue la 15ª versión de la jornada en donde, según el Decreto 1098 de 2000, no pueden circular vehículos particulares (con algunas excepciones) entre las 5:00 am y las 7:30 pm. Una jornada durante la cual se volvió a discutir la necesidad de este día y su utilidad. A juzgar por las opiniones encontradas, parecería que la gente está más en contra que a favor. Quisiera reflexionar algunas cosas.
En primer lugar, cuando se implementó la medida (en el 2000) Bogotá estaba estrenando un nuevo juguete; Transmilenio y la administración tenía mucho interés en que los ciudadanos se familiarizaran con él y entendieran sus bondades. De igual manera, había más de 250 kilómetros de ciclorruta construidos por lo que, quienes se empezaban a entender con la bicicleta, encontrarían una red nueva y próspera para movilizarse sin contaminar.
15 años después y casi 4 administraciones, el estado de la infraestructura (Transmilenio, vías vehiculares y ciclorrutas) ha aumentado pero muy levemente. Por ejemplo, para 2014 se proyectaban 336.4 kilómetros de troncales y hay 112,9. En cuanto a las ciclorrutas/carril bus/bici carril, si tenemos en cuenta su deterioro y las falsas promesas de la actual administración (se comprometió a la construcción/habilitación de 250 y van 14 km) podríamos afirmar que no ha habido mayor avance a los más de 350 km existentes.
Esto para decir que si vamos a evaluar al día sin carro como una medida fallida impuesta por el entonces alcalde Peñalosa estamos, a todas luces, en el lugar equivocado. Esta debe ser sin duda una jornada para que los ciudadanos experimentemos nuevas formas para transportarnos; caminar, usar el transporte público, sacar la bicicleta e inclusive trabajar desde la casa.
Pues bien, ante la inacción administrativa (corrupción, pereza, desconocimiento o como lo quiera llamar) de los últimos 11 años, la única función, válida por lo demás, del día sin carro ha sido seguir sobre diagnosticando los problemas estructurales, a pesar de tener la solución del corto y mediano plazo (implementar al 100% y con calidad el SITP y completar el 100% de las fases de Transmilenio, adjudicando el sistema de bicicletas públicas promoviendo la intermodalidad).
Aparentemente la jornada fue un éxito y según datos oficiales más de 1.400.000 personas se movilizaron en bicicleta por lo que se redujo la emisión de monóxido de carbono en un 60%. De ser esto cierto, sería una gran noticia para la ciudad y valdría la pena seguir replicando la jornada mensualmente.
Se nos olvida, sin embargo, que en el decreto original, había un segundo artículo que decía: “Prohibir a partir del 1º de enero del año 2015 la circulación de vehículos automotores en la ciudad de Bogotá D.C., en días hábiles en los horarios comprendidos entre las 6:00 a.m. y las 9:00 a.m. y entre las 4:30 p.m. y las 7:30 p.m.”. Dicho artículo fue derogado, un año después durante la segunda administración de Mockus pues según un concepto del Consejo de Nacional Electoral la votación no tenía validez.
Durante esa época, cuando se concibió la idea del Día sin Carro, se tenía la esperanza que para el 2015 la ciudad sería una moderna como lo reportó en su momento una noticia de prensa al citar a varios candidatos a la Alcaldía para las elecciones del 2000: “para esa fecha se contará con Transmilenio, Tren de Cercanías y otras alternativas de transporte”. ¡Qué lejos estamos de la fantasía del pasado! Esto para decir que podemos seguir echando globos y teorías sobre dicha jornada, pero lo verdaderamente importante, la modernización de los modos de transporte, se sigue aplazando.
Publicado anteriormente en: combo2600.com