«Anímate a escribir de nuevo», me dijo mi papá que siempre ha sido un motor impulsor para reanudar lo que me mantiene viva. Me conoce aunque estemos a miles de kilómetros de distancia y presiente o sabe lo que siento o necesito.

Ya casi son tres meses en que no he escrito. Ser mamá de una pequeña hermosa me tenía en un letargo difícil de explicar. «Es como si un huracán me hubiera pasado por encima», le dije a una amiga. Es un huracán de amor, pero también de esos nervios de papá primerizo de querer hacerlo todo bien. Es como ser otro yo, nacer de nuevo uno mismo, perderse y encontrarse hasta que con la marea llegue la calma y una sonrisa ilumine tu vida entera.

En este camino de reconstrucción, de ser alguien nuevo y de estar totalmente enamorado de otro ser, vas aprendiendo a sortear tu propio yo. Como madre recién estrenada es mucho lo que me falta por aprender o por decir, pero por algo se empieza. Estos son mis primeros pasos y me sorprende que mi hija vaya cada día más rápido que su mamá, corro con pasión por alcanzarla, y veo que es ella la que cada día me enseña más y más sobre esta compleja pero tremenda tarea humana.

Y aquí vamos, con pocas líneas, pero aún con tanto por decir.