¿Pronto nacerá su primer hijo o hija? ¿Ya nació? ¿Un conocido o familiar suyo va a tener a su primogénito? Estas cortas reflexiones pueden ayudarle a hacerse un panorama de lo que será la experiencia, aunque a rasgos generales, porque cada historia es única. Sin embargo, es bonito poder sentir que no estamos solos, que no somos perfectos y que ser padres también es un proceso de aprendizaje. Así que hay que tomárselo con humor.
1.-“Este es al año más feliz y con más cansancio que he tenido”-, me dijo un conocido. Totalmente de acuerdo. El amor y la felicidad serán directamente proporcionales al sueño. Una extraña mezcla que te puede llevar a ponerte un día la pijama de camisa.
2. Con el tiempo pensabas que cambiar pañales iba a ser más fácil. Siento decirte que se volverá más difícil: a medida que tu hija, o hijo, crece terminas corriendo detrás de ellos y con el pañal puesto en tú cabeza.
3. Con la ropa será igual. A veces te sentirás como si estuvieras vistiendo a Jackie Chan en medio de una de sus volteretas. No desfallezcas.
4. Te sorprenderás del amor, realmente inmenso amor, que le profesan los abuelos a sus nietos. También te sorprenderás de las creencias de las –increíbles- creencias que tienen los abuelos, producto de su época. Como por ejemplo: «la luz del sol es mala para los bebés recién nacidos», entre otras. Sin embargo, piensa que en el futuro serás tú el que traiga todo tipo de «creencias».
5. A veces no reconocerás a tu hijo. Pensarás que es un Demonio de Tasmania, cuando haga una pataleta o show monumental. En instantes volverá a ser ese tierno ángel que tanto amas. Todo en segundos.
6. Habrá madrugadas, de madrugadas. En algunas tu hijo se querrá arrunchar contigo –en mi caso todas-. Esas son las más especiales. En otros casos te levantarás corriendo porque tu hijo llora y todo terminará en un revoltijo de vómitos, gritos y desvelos.
7. Comenzarás a peinar a tu hija para el mismo lado que el papá y tú ni te darás cuenta, claro hasta que alguna abuela venga y te lo diga.
8. Tu niña o niño bailará, sonreirá, te abrazará y te dará besos que harán que nada más exista o sea importante.
9. El día que nace tu hijo habrás preparado muy juicioso, o juiciosa, la maleta que te dijeron en el curso de posparto: llegarás al hospital con tu maleta, la del bebé y la de tu compañero, o compañera. Las enfermeras y los demás familiares te mirarán atónitos: no entienden si es que ustedes se fueron a vivir al hospital o si están preparándose para un viaje de diez meses. Ahora esa es la anécdota favorita de tu familia en las reuniones. Trata de no darles papaya en un futuro.
10. Podrás llorar si tu ginecólogo te da salida del hospital muy pronto. En mi caso fue al día siguiente de mi cesárea. Yo pensaba que me quedaría tres días y, por eso, estaba tranquila hasta que mi médico me dijo que esa misma noche ya estaríamos en casa con la bebé. No pude evitar llorar, pedirle –casi rogarle- que me dejará unos días más: No sabía que iba a hacer sola con mi esposo y mi bebé tan pequeña en casa y sin las enfermeras ¡Auxilio! Un tiempo después entendiste que era la decisión más racional. Las hormonas causarán todo tipo de reacciones «extrañas»: no te preocupes, es natural y después te reirás de ti misma o mismo, porque los papás también pueden sufrir ciertos cambios posparto, que los llevan a actuar de maneras muy “raras” y confusas.
11. En la cambiada del primer pañal te gastarás una cantidad inimaginable de pañitos y ni por eso acabarás. Además el tiempo: puede que dures 40 minutos y que sea peor que tratar de desactivar una bomba. Recomendación: en ese primer cambio usar algodón con agua tibia así todo saldrá más fácil. Con cada cosa será así: todo presenta una dificultad inicial, pero poco a poco irás aprendiendo. De eso se trata. Y solo recuerda una cosa: cada día será más fácil (también fue el consejo de un conocido).
12. Habrá días en que estarás muy cansado y tendrás que seguir activo con tu pequeña o pequeño. No te sientas mal si ese día no eres la mejor versión de ti mismo, siempre hacemos lo mejor que podemos. Somos humanos y el amor por ellos es más fuerte.
13. Tendrás que llenarte de paciencia. En ocasiones como darle la comida o vestir a tu hijo se te irán horas. Descubrirás cómo es vivir en otro tiempo, a dejar fluir la vida y a no desesperarte porque no tengas el control. Ahí radica una gran lección. Lo bueno: la gente a tu alrededor también tendrá que entender que con un pequeño no puedes cumplir sus exigencias de tiempo de la misma manera.
14. Junto con este despertar a nuevas cosas tu niño interior también se alumbrará más al jugar, al sonreír y al visitar lugares que lo hagan estar más presente en tu vida. Será una experiencia maravillosa estar con tu hijo y tu niño interior al mismo tiempo.
15. Tu pequeño te enseñará a amar las pequeñas cosas: ver un pájaro, probar una fruta, mirar el cielo, pisar el prado. Todo tan sencillo y simple que irás descubriendo los mejores y pequeños placeres de la vida. ¡De eso se trata!