Colombia es uno de los países más violentos de Suramérica según el informe “Índice de Paz Global” de 2013 revelado por el Institute for Economics and Peace. Cientos de colombianos sufren no sólo por los estragos de la naturaleza; sino también por la aguda violencia en varias comunidades del país, que a su vez no cuentan con agua potable, servicios de salud y educación.

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“Cuando uno ayuda con amor, sabe que está construyendo país”. Esta frase describe 30 años de labor humanitaria de Luis Ángel Molina, un voluntario vallecaucano que pertenece al grupo de Socorrismo Aéreo de Rescate (SAR) de la seccional Valle de la Cruz Roja Colombiana, condecorado en tres ocasiones por sus ya 5.000 horas de servicio y por su ejemplar manera de compañerismo. Lo más valioso es el ejemplo que da a su hijo de 12 años quien es voluntario juvenil de la Cruz Roja Colombiana desde hace 2 años.

Alrededor de 40 mil voluntarios y voluntarias conforman el accionar humanitario de la Cruz Roja Colombiana, en cada una de sus agrupaciones (Socorrismo, Juventud, Damas Grises) han logrado con su trabajo e iniciativa, ampliar la presencia de la institución en el país, pues son ellos los que desarrollan y dan vida a la acción humanitaria de la Cruz Roja Colombiana.

En regiones en situación de violencia se presta una atención en Apoyo Psicosocial, Salud Mental y Rehabilitación Física; en zonas de mayores necesidades se ofrece una especializada atención primaria en salud y actividades para incentivar una cultura de la no violencia y paz, gestión en riesgo de desastres, entre otras acciones.

Luis Ángel recuerda el rescate de un hombre que fue arrollado por una mujer en una en una de las carreteras más importantes de Tuluá; la mujer fue trasladada con pequeñas heridas a un centro asistencial, mientras que él seguía tendido en el suelo pues el impacto le había costado su motricidad que podría dejarlo parapléjico. Sin embargo, la inmovilización rápida del voluntario vallecaucano ayudó a contrarrestar este efecto y permitir que el paciente lograra recuperarse del trauma físico.

Meses después, Luis Ángel recibe una visita inesperada a su oficina, un hombre con cuello ortopédico y muletas que venía a conocer a la persona que le había salvado la vida. “Ese hombre con lágrimas en los ojos vino a darme las gracias, me contó que el médico le había dicho que si no hubiera sido por la inmovilización que se hizo en el momento, él hubiera quedado parapléjico. Esos momentos son gratificantes, pues uno hace las cosas con amor sin esperar nada a cambio”.

Otro corazón voluntario es el de Paola Andrea Cortés, quien con más de veinte años de experiencia como voluntaria y cuatro importantes reconocimientos a su labor altruista en el departamento de Antioquia. Ahora tiene el gran reto como Directora General de Voluntariado fortalecer el liderazgo de los voluntarios, a partir de sus atributos más significativos; vocación de servicio, sensibilidad a la labor humanitaria y disciplina para cumplir los objetivos humanitarios de la institución.

A diferencia de la creencia general, los voluntarios en su gran mayoría cuentan con una profesión que ejercen a cabalidad, mientras complementan sus actividades cotidianas con la vocación de servicio voluntario en favor de millones de personas, comunidades y familias en todo el territorio nacional.

¡Porque a esta hora hay alguien de la Cruz Roja trabajando por Colombia!

100 AÑOS DE ACCIÓN HUMANITARIA

1923: Se reune una junta preparatoria convocada por Eduardo Peláez. Dos días después se aprobaron los estatutos y se eligieron los dignatarios del Comité de la Seccional de Manizales.