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El pasado lunes 18 de mayo, el municipio de Salgar presenció la emergencia más grande de su historia. Hacia las 3:00 a.m. de la madrugada, una creciente en la quebrada la Liboriana provocó una avalancha de grandes proporciones, dejando a su paso un número considerable de víctimas y personas damnificadas.

Pero incluso en medio de los desastres hay oportunidad para historias de esperanza. Allí nace la historia de Luis Guillermo Correa Araque, oriundo de Salgar, pero criado en el municipio de Suán, Atlántico, quien tras la emergencia regresó a su tierra de cuna para buscar a la familia que dejó 30 años atrás al trasladarse junto con sus padres a otra ciudad.

La esperanza del reencuentro

El viernes 22 de mayo, Luis Guillermo Correa llegó a Salgar en medio del caos, tres días después de la tragedia que enlutó a todo el municipio. Su misión no era sencilla, habían pasado 30 años desde la última vez que visitó a sus tíos, primos y abuelos en tierra antioqueña. Sin embargo, continuó en su propósito en medio de este panorama desalentador, pues había viajado más de 700 kilómetros para tener noticias de los suyos.

Durante días realizó por su cuenta la búsqueda incansable de su familia, pero la impotencia aumentaba cada día por no tener noticias de ningún miembro de su familia, el tiempo y el dinero se le agotaban y pronto debía regresar a Suán. Fue así como el miércoles 27 de mayo se encontró con un sargento de la Armada Nacional, quien lo remitió de inmediato a la oficina de Restablecimiento de Contactos Familiares (RCF) de la Cruz Roja Colombiana, encargada de ayudar a los colombianos a reencontrarse con sus seres queridos. De inmediato los voluntarios documentaron el caso e iniciaron la búsqueda de la familia Correa Araque, con el único dato que les dio Luis Guillermo: el nombre de su madre.

Al día siguiente, John Freddy Salazar Montoya, voluntario experto en RCF de la Cruz Roja Colombiana Seccional Antioquia, inició la labor en las principales entidades de registro público. Al llegar al Sisben no encontró ningún registro, tampoco en Planeación, en donde no había ninguna ficha catastral con esos apellidos. Entonces se fue directo a la Secretaría de Salud de Salgar y allí le entregaron un listado con direcciones de varias familias que tenían el mismo apellido, Correa Araque.

John Freddy y otros dos voluntarios visitaron cada dirección en busca de esta familia. Durante los dos primeros días de visitas no tuvieron mucha suerte, ya que no conocían a nadie con el nombre de María Amparo Correa Araque. Al tercer día, visitaron la última casa e inclusive allí no coincidía la información de búsqueda, pero consiguieron un dato alentador que le devolvió la esperanza a este grupo de voluntarios en busca de la familia de Luis Guillermo: en la cuadra siguiente había una familia más con estos mismos apellidos.

Los voluntarios se dirigieron a la casa señalada y se encontraron con la señora Dolores, quien resultó ser la tía de Luis Guillermo. Por horas hablaron y en un instante le contaron los deseos de su sobrino de conocer a su familia completa. Así mismo le consultaron si ella quería conocerlo también y la señora Dolores aceptó sin titubear.

Cuando John Freddy llamó a Luis Guillermo tres días después de haber iniciado la búsqueda, recibió la buena noticia y durante 5 minutos se quedó en silencio; solo se escuchó el llanto y luego una voz entrecortada repitiendo, muchas gracias.

Un reencuentro posible

La historia familiar cuenta que María Amparo Correa Araque se fue de Salgar hace 30 años con su esposo. De ese matrimonio nació Luis Guillermo y al cumplir 4 años, su mamá lo llevó de nuevo a Salgar para conocer a su abuela, pero ella ya había fallecido. Volvieron a Suán y nunca más volvieron a saber nada de su familia en Salgar.

Con los años nacieron Derly Hernando Correa y Davinson de Jesús Gómez Correa, hermanos menores de Luis Guillermo. La familia de Salgar desconocía la existencia de estos dos jóvenes que actualmente viven en Bogotá. El voluntario John Freddy recuerda, “…cuando Luis Guillermo nos contó, todos estábamos asombrados en la Cruz Roja. Entonces volvimos rápido a la casa de la señora Dolores para contarle que él no venía solo, a su lado llegarían su esposa, hija y sus dos hermanos”.

El encuentro estaba programado para el jueves de la semana siguiente, es decir el pasado 28 de mayo. Esos 5 días fueron eternos para la familia. Mientras la ansiedad aumentaba en la casa de los Correa Araque, el equipo de apoyo psicosocial realizaba sesiones en grupo para ayudar a sobrellevar este proceso de reencuentro. En este espacio los psicólogos de la Cruz Roja Colombiana explicaron de qué se trata el Programa de Restablecimiento de Contactos Familiares y realizaron actividades en donde cada miembro de la familia expresaba sus sentimientos e inquietudes, brindando herramientas para reducir la ansiedad y manejar las expectativas de toda la familia.

El miércoles 27 de mayo, Luis Guillermo ya se encontraba en Medellín con su esposa, hija y sus dos hermanos. Cerca de las 10:00 de la mañana del jueves, Luis Guillermo y su familia llegaron a Salgar muy ansiosos por el encuentro con sus seres queridos. En el parque central del municipio se encontraron con Maira García, una psicóloga de la Cruz Roja Colombiana, quien realizó el acompañamiento durante toda la semana en casa de la señora Dolores.

Después de una corta sesión de apoyo psicosocial realizada por Maira, ahora dirigida a Luis Guillermo y su familia, empezaron a caminar rumbo al reencuentro con su familia. La cuadra de la casa de la tía Dolores estaba atiborrada de gente, vecinos y amigos de la familia que no querían perderse el emotivo encuentro. John Freddy se adelantó y se sentó al lado de la señora Dolores, para tranquilizarla y prepararla aún más para recibir a su familia.

Pronto se acercó Davinson, hermano menor de Luis Guillermo, y quizás por el gran parecido físico entre su tía y su madre, se arrodilló y sin pensarlo le dio un fuerte abrazo. Todos se abrazaron con fuerza en medio de lágrimas de felicidad, sintiendo esos vínculos de sangre que jamás se perdieron a pesar de la distancia.

Toda la familia ingresó a la casa y en privado lograron relatar experiencias, pérdidas, e incluso hechos olvidados, que rápidamente fueron desempolvados para afianzar esos lazos de familia que hace 30 años se habían extraviado.

“Pensamos que estábamos solos los tres, pero mi mamá siempre nos insistió de su familia en Salgar, de sus hermanas, sus hermanos y su mamá. Pero nunca dimos el primer paso de ir a conocerlos. Solo hasta que pasó la emergencia pedí permiso en el trabajo y me fui a buscarlos”, destaca Luis Guillermo Correa Araque.