La estrategia de usar corredores humanitarios internacionales para deslegitimar la capacidad de los diferentes gobiernos de atender a sus propias poblaciones no es nueva y por el contrario está perfectamente documentada. En esta oportunidad me permitiré abordar el ejemplo de la “intervención humanitaria” israelí en el suroccidente sirio, este escenario como paralelo perfecto de en lo que puede desembocar la acción fronteriza que se pretende llevar acabo entre Colombia y Venezuela.
Imagen de: BBC Mundo, noticias internacionales 03 de junio, 2018
La región de los altos del Golán fue desprendida de Siria por parte de Israel durante la guerra de los seis días (1967) y la guerra del Yom Kipur (1973). Aunque Israel considera este territorio una zona en disputa (debido a que ningún país en el mundo ha reconocido esta zona como parte de Israel), el consejo de seguridad de las Naciones Unidas declaro por unanimidad en la resolución 242 que los Altos del Golán son un “territorio ocupado”. De esta forma y hasta la actualidad Israel ha venido ejerciendo control en este territorio, integrándolo en el sistema administrativo israelí y utilizándolo como una importante posición estratégica.
Desde esta localización y desde el 2011, año en que inicio el conflicto interno en Siria, Israel ejecutó un programa aparentemente humanitario y que llevaba por nombre “buen vecino”. El programa consistía en brindar la asistencia médica, alimentaria y sanitaria a los habitantes sirios que se encontraban en condición de vulnerabilidad por causa de la guerra.
Sin embargó lo que era un secreto a voces fue confirmado por el ex vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), teniente Gadi Eisenkot. El oficial reconoció que durante todos los años de la guerra en Siria y a través de los corredores humanitarios que se habían establecido para llevar a cabo la operación buen vecino, Israel suministro armamento, entreno y proporciono atención medica a los grupos que el gobierno sirio clasifico como terroristas. Esta situación solo ceso cuando el ejército sirio comenzó a retomar el control de su territorio, momento en el cual empezó a encontrar decenas de depósitos de armamento manufacturado en Israel y que dejo en total evidencia al país vecino.
Sobra aclarar que, en otro contexto, este tipo de acciones serían reconocidas como actos hostiles hacia una nación extranjera y serían pretexto más que suficiente para declarar una guerra.
Teniendo como punto de referencia este escenario, debemos preguntarnos ¿debe Colombia prestarse como plataforma fronteriza para ingresar cargamentos de ayuda humanitaria, aunque esta no haya sido solicitada por el gobierno de Venezuela? Estos canales podrían introducir otro tipo de recursos que lleven al país hermano a un conflicto interno con consecuencias humanitarias más desastrosas.
Como colombianos debemos ser evaluadores constantes de nuestra realidad, por eso no sobra recordar cómo en el ámbito interno resulta totalmente paradójico y hasta perverso querer crear centros de acopio con toneladas de suministros para un país extranjero, todo esto en territorios como la Guajira, vergonzoso símbolo nacional del hambre. A nivel de país, en cifras dictadas por el exprocurador general de la nación, Alejandro Ordóñez, hasta el 2016 habían fallecido 4.770 niños por desnutrición, esto en un periodo de tan solo 8 años.
Lo invito a cuestionarse las intenciones del embarque humanitario que tiene como destino Venezuela, la manera atropellada y que expone a la sociedad civil por la forma en que quiere ser ingresado este contenido a dicho país. También se extiende la invitación a releer las razones por las cuales la Cruz Roja Internacional, organización que en todo el mundo se encarga del transporte de ayudas humanitarias, en este caso no se esta apersonando de este envió.