El Ministerio de Cultura y la Embajada de Francia les rindieron homenaje a él y a Aimé Césaire, escritor franco caribeño, fallecido en 2008. Comprobamos por teléfono que el maestro conserva su buen humor. A los 85 años sigue imbatible en fortaleza de espíritu. Hacemos fuerza por que su Madredios alcance a estar para la Feria del Libro en Bogotá.

Color de Colombia se suma al homenaje con esta foto de Guillermo Torres, cortesía de Semana, y recuperando un artículo de 2007 en El Tiempo, del crítico literario Alfonso Carvajal.

Las estrellas son negras

Por Alfonso Carvajal.

En 1943, Arnoldo Palacios llega a Bogotá. Viene de Certeguí, un pueblo aurífero de las selvas del Chocó. Como equipaje trae una poliomielitis -que lo obliga a moverse en muletas-, el corazón grande de su raza y el sueño de estudiar lenguas clásicas en Europa.

Termina el bachillerato en el Camilo Torres y regresa a Quibdó. La literatura corre caudalosa por sus venas. Escribe un drama sobre Manuel Saturio Valencia, el último fusilado en Colombia por la Constitución. Con actores naturales, se monta la obra y antes de la presentación circulan rumores de que un grupo de blancos los fusilará en el escenario. En un país donde la realidad supera a la ficción, deciden no hacer la función.

En 1947 está de vuelta en la capital. Vive humildemente, pero la literatura le da fuerzas para vencer obstáculos casi imposibles. Comienza a escribir Las estrellas son negras. Es el grito rebelde de su raza contra una nación feudal y conservadora. Carlos Martín le permite utilizar la máquina de escribir del despacho del Ministerio de Educación. El ambiente está enrarecido por toques de queda, y el 8 de abril de 1948 pone punto final a la novela.

El 9 de abril el pueblo lastimado saquea el centro de Bogotá y el edificio Cadena es incendiado. La novela de Palacios es un montón de cenizas que la efímera insurrección se llevó. En medio de la conmoción nacional, el escritor vive su propia desgracia. Algunos amigos, entre ellos el profesor Cardona Londoño, le dan ánimos para reconstruir el libro, y con el arma ferviente de la memoria lo rehace en dos semanas.

Clemente Airó, un refugiado y editor catalán, imprime 500 ejemplares de Las estrellas son negras. La novela recibe la bendición crítica de Ulises (Eduardo Zalamea) y, al poco tiempo, Palacios es becado para estudiar lenguas clásicas en la Sorbona.

El primero de septiembre de 1949 zarpa en barco desde Cartagena al viejo mundo. En Francia permanece más de medio siglo, donde, según dice la leyenda, se casa con una condesa en decadencia y vive en un palacete de las afueras de París.

En el 2007, Intermedio Editores reedita este drama canónico que no cesa de sorprendernos. Unas líneas del libro resumen su poderío narrativo: «Algunos nacemos para morir sin tregua… Otros nacen para la alegría. Son estrellas diferentes. Las de ellos titilan eternamente y tienen el precio del diamante. Y la mía, Señor, es una estrella negra… ¡Negra como mi cara, Señor!».

La fuerza interna de Arnoldo Palacios venció la adversidad y sus estrellas siguen brillando refulgentes en el estrecho firmamento de la literatura colombiana.

Publicado en El Tiempo, lunes 4 de junio de 2007