Iniciamos una serie de perfiles de médicos destacados que el Canal RCN no se imaginó cuando decidió eliminar los personajes negros en la adaptación de Grey’s Anatomy que está preparando, con el nombre de «A corazón abierto». Lo prometido es deuda.
Jorge Perea, pionero de la urología en Colombia

Estudió su pregrado de Medicina en la Universidad Estatal de Guayaquil. Cursó su postgrado en Urología en la Universidad Autónoma de Madrid.

Trabajó en el Centro Especial Ramón y Cajal, de Madrid, y en el Instituto Nacional de Urología, en Londres. Ha participado en congresos de su especialidad en China y Miami.

Por Luís Fernando Riascos, Cortesía de Revista Ébano

El recuerdo más viejo de Jorge Perea Figueroa viene de una mañana en que cuatro hombres se bajaron de sus caballos, encuellaron a Luis Fernando Perea Sánchez, su padre, y le pidieron un telegrama. «Si matan a mi papá les doy con el palo de esta escoba», les dijo en tono severo.

Ocurrió en La Marina, corregimiento de Tuluá, por la década de los sesentas y era uno de los riesgos que Perea Sánchez tenía que correr como Radio Operador de Telecom, un empleo que lo llevó a migrar continuamente por distintas poblaciones debido a los traslados que la empresa le ordenaba.

El médico urólogo Jorge Perea Figueroa, hijo de la docente Nieves Figueroa y el mayor de nueve hermanos, nació el 6 de mayo de 1955, en un lugar que no recuerda , y vivió sus primeros años en El Charco, Nariño.

En ese tiempo se destacaba en actividades culturales y deportivas, primero en la Escuela Municipal de El Charco, donde terminó la primaria, y luego en los colegios Gimnasio de Nariño, en Pasto, y Pascual de Andagoya, en Buenaventura. Allí, además de integrar el Consejo Estudiantil, lideró el primer equipo juvenil de baloncesto llamado Café Becerra.

En la capital nariñense vivió en un hotel llamado Las Delicias, hasta que «así como en la canción de Charles Aznavour, terminó convertido en un burdel».

La música no es sólo la referencia de sus días en el hotel Las Delicias. «Me convertí en el cantante de moda, cantaba las baladas de la época. Me decían Rafael», recuerda Perea Figueroa.

A los 18 años ingresó a estudiar canto y música. Fue el intérprete ganador del V Festival de Arte de Cali entre trescientos concursantes, llegando a convertirse en cantante exclusivo del Club Colombia.

Pero su romance con la música no estaba destinado a durar para siempre. «Una vez cantando sentí que me arañaron la garganta». Tuvo una hemorragia. Esa fue la muerte del cantante y el nacimiento del médico.

El galeno

El actual director de la Unidad Quirúrgica Ramón y Cajal, padre de tres hijos, abandonó para siempre todo tipo de aficiones y por recomendación de un amigo se fue a estudiar medicina a la Universidad Estatal de Guayaquil, en Ecuador.

Viajó al departamento del Chocó en la etapa final de sus estudios de pregrado para cumplir con su año rural. Se graduó con un promedio de notas de nueve puntos sobre diez, lo que lo hizo merecedor de una beca del Instituto de Cooperación Iberoamericana para estudiar una especialización en urología en la Universidad Autónoma de Madrid, España.

En Europa, los vientos le soplaron a favor, pues el frío le resultó de su mayor agrado y se sintió acogido: «En El País me encontré un titular que decía ´Madrid necesita negros`, había cierta consideración con el negro».

Fue residente del Centro Especial Ramón y Cajal durante cinco años y tres meses, la mejor época de su vida: «Llegué al mejor centro de Urología de España. Aunque todas las épocas han sido buenas, los españoles me enseñaron a volar».

Siempre predicaba lo esencial de regresar a Colombia, por eso sus compañeros lo apodaron El apóstol del retorno. Luego de laborar seis meses en el Instituto Nacional de Urología de Londres regresa a Madrid, donde es contactado por el Programa de Cerebros Fugados de Suiza, que estudió su currículo y financió el 80 por ciento de su pasaje de regreso a Colombia.

El retorno

Puertos de Colombia lo contrató y se radicó en Buenaventura, una de las ciudades que lo vio crecer. «La idea era aportar nuestro grano de arena, retribuir los dineros públicos invertidos en la formación de personas como yo», comenta el doctor Perea.

Se mantuvo en ese cargo hasta 1993, cuando fue expedida la Ley 100 que facultó a los médicos para que fundaran sus propias Instituciones Prestadoras de Salud (IPS).

«Llamé a diez urólogos y vinieron cuatro. Dos me dijeron que no estaban interesados. Finalmente inicié sólo el 25 de diciembre de 1995, con el nombre Ramón y Cajal, como el de Madrid».

La Unidad Quirúrgica Ramón y Cajal, ubicada en Cali, se ha consolidado como el centro médico más importante de la cirugía genital en el suroccidente colombiano, especializada en cambios de sexo y anomalías del pene.

En los últimos años la labor de Jorge Perea al frente de su unidad quirúrgica se ha caracterizado por liderar campañas educativas sobre el cáncer de próstata, siempre divulgando un mensaje claro: el cáncer de próstata detectado a tiempo es curable.

Apesar de sus alcances en la medicina, el primer urólogo negro del país es pesimista respecto al surgimiento de nuevos valores afros en este campo: «Lastimosamente la medicina ha cambiado, se convirtió en un mercado, ahora es el que más venda».

Sin embargo, ese escepticismo no detiene su gran sueño: terminar la construcción de la más moderna clínica de urología en Cali. El doctor Perea la describe como una institución internacional donde trabajarán todos sus compañeros y profesores.