A más de 32 grados, y vestidos del blanco, como se les había pedido, portando botellas de agua y algún refrigerio, … En primicia para Color de Colombia, detalles del gran acontecimiento liderado por el colombiano Juanes.
Histórico concierto «Paz sin Fronteras» en La Habana. Participan más de un millón de cubanos
Por María I. Faguaga I.
La Habana. Con la participación de un millón 150 mil cubanos se celebró este domingo, 20 de septiembre, en la capital cubana la segunda edición del polémico concierto «Paz sin Fronteras», concebido por el canta-autor colombiano Juanes y con la participación de artistas nacionales y extranjeros.
En un mediodía extremadamente caluroso, con temperaturas que superaban los 32 grados, y vestidos del blanco, como se les había pedido, portando botellas de agua y algún refrigerio, cubanos y cubanas de todas las generaciones y razas, entre quienes destacaban los jóvenes, coincidiendo los de barrios populares como Colón y Cayo Hueso con los de aristocráticos barrios como Kohly y Vedado, y los que llegaron desde provincias aledañas, se congregaron en la histórica Plaza de la Revolución con el anhelo de escuchar en vivo a artistas conocidos por sus grabaciones, pero que según algunos han manifestado «jamás soñaría con ver» en la Isla.
Entre esos a quienes no esperaban tener tan cerca se encontraron con el español Miguel Bosé, la puertorriqueña Olga Tañón y el propio Juanes. Pudieron repetir con otros, asiduos visitantes, como Luis Eduardo Aute (España) y Danny Rivera (Puerto Rico).
Las generaciones de los 40 años en adelante pudieron deleitarse con la presencia frecuente un par de décadas atrás del español Víctor Manuel, que confesó llevar «un montón de años» sin venir, y que ahora descubren los más jóvenes. Todos pudieron tener la oportunidad de ver por primera vez al ecuatoriano Juan Velasco, y de disfrutar de los cubanos.
Una Olga Tañón dinámica y radiante aún con laringitis abrió el concierto, que calificó «del siglo», saludando al pueblo isleño «de parte del exilio cubano, de los que apoyaron y de los que no», al tiempo que recordaba que la celebración tenía lugar en el mismo escenario en el cual el fallecido Pontífice Juan Pablo II oficiara, en su visita a la Isla, en enero de 1998.
La artista puertorriqueña, quien afirmó que los artistas presentes pretendían «poner alegre el alma y el corazón» de los cubanos, «para que todo el mundo se sienta bien», además de dedicar su participación a sus padres quienes dijo la bendijeron, y agradecer a sus hijos «por su comprensión», hizo una especial dedicatoria a «Niurka, de Miami, que me despidió en el aeropuerto. A su hija, que sé que está aquí», visitando a su padre «que no la vio en 20 años».
Entre bachatas, merengues y baladas en las que le acompañaban los presentes, la artista hizo referencias a su fe religiosa en varias oportunidades y concluyó: «¡Que Dios los bendiga siempre! Se quedan con parte de mi corazón. ¡Que Dios y la Virgen siempre les brinden todo lo que ustedes se merecen!»
Ya lo dijo Carlos Varela en su momento ante los micrófonos. Con su filosófica manera de narrar cantando, se le escuchó: «los trucos del mago se descubren/ las brujas ya no creen en el poder./ Unos son el ying y otros son el yang/ y aunque no te olvides de tus barrotes/ vendría bien ponernos a bailar/ la danza del peyote./ (…) Pero Dios sigue siendo tu anzuelo/ colgando del cielo».
La agrupación cubana Oricha, residente en Europa, coincidió con el pedido de tipo religioso: «¡Que la paz de Dios y de todos los orichas esté con mi gente esta noche!», exclamaba uno de sus integrantes.
Otros de los participantes insistían en que la paz debe estar por encima de las diferencias religiosas y de todo orden. «Todos somos hermanos», enfatizaba Juanes, que dirigiéndose a los jóvenes afirmaba: «¡El futuro está en sus manos, muchachos! ¡Vamos a cambiarlo para bien, señores!».
Por si quedaran dudas respecto a su posición, en uno de los textos de sus canciones pudo escucharse: «No voy a darme por vencido (…) Sé que no estoy solo/ Dios esta aquí adentro. (…) Aquí no hay nada imposible./ Yo creo en el presente».
Miguel Bosé, asegurando que «hay mucha esperanza allá dentro», entre los asistentes al concierto, acompañó a Juanes en una canción de estreno compuesta por el colombiano para la ocasión. «Olvidamos que el amor es más fuerte que el dolor», pudo escucharse, junto a afirmaciones como: «La libertad no tiene propiedad./ (…) Los hermanos ya no deben pelear./ (…) Es tiempo de cambiar el odio por amor, en la mente de todos».
Y aunque el concierto se celebró en La Habana, la paz anhelada no excluía rincones del continente. Juanes tuvo sentidas palabras para los secuestrados colombianos, a quienes dedicó una de sus canciones en la cual refiere que sus sueños de libertad y de paz comprenden a todos los secuestrados, algunos de los cuales llevan ya 11 años en la selva.
Cada quien tiene su propio itinerario para alcanzar la paz. Bosé y Juanes interpretaban una balada del primero en la que podía escucharse: «(…) me han pedido que olvide, todo/ en fin, nada en particular./ Una vida y volver a empezar».
Un Silvio Rodríguez sin discursos lanzaba al aire el que en algún momento fuera su controversial tema, «Ojalá», y dejaba escuchar: «Ojalá que no pueda/ tocarte ni en canciones». Pero Víctor Manuel se apegaba a la memoria histórica porque: «Sólo olvidan los bobos/ que reescriben la historia/ para olvidarla toda».
Él, como tantos en el mundo, también como tantos cubanos en cualquier parte, prefiere recordar, y se interroga: «Cómo voy a olvidarme/ de todas las derrotas/ de tantos invisibles/ de las familias rotas./ Cómo voy a olvidarme/ de los años vividos/ no se acabó el camino/ y aún estamos vivos».
Pero, «la verdad de la verdad es que nunca es una/ ni la mía, ni la de él, ni la tuya./ La verdad de la verdad es que no es lo mismo/ parecer, que caer en el abismo, de la verdad», había alertado Varela, dedicando esta canción «al pueblo de Cuba y a todos los cubanos, estén donde estén, que nos estén mirando ahora».
Por eso tal vez el más oportuno cierre fue puesto a las 7 y 18 de la noche —una hora y 18 minutos después de los previsto— por la agrupación bailable cubana Van Van, con un popurrí integrado por algunos de sus éxitos de décadas pasadas, que con la participación final de Juanes, la Tañón, Orichas, y el resto de los participantes, algunos de los cuales no estuvieron programados y fueron sorpresas —como Los Aldeanos— improvisando en el mundialmente conocido Chan Chan, que popularizara el ya fallecido Compay Segundo (Francisco Repilado), disminuyera el tono y la relevancia del grito de: «¡Al que le duela, ya se hizo el ‘Concierto por la Paz’!», algo que pudo pasar casi inadvertido entre improvisaciones de los artistas, exclamaciones haciendo presentes a todos los países del continente, la reiteración de que «el propósito» de Juanes y de los artistas participantes en el concierto «es que no haya fronteras en el mundo», y los pedidos de «¡Paz para todos!» y «¡Por una sola familia cubana!»
Perfectamente comprensible para todos y todas, con cierta disposición de ánimo para escuchar. Los miedos, generadores de odios y distancias, son comprensiblemente humanos, pero, como expresara Juanes, quien tuvo el valor de reconocer que los artistas presentes, él incluido, «vencimos el miedo para venir», la razón para estar en La Habana fue «tan sencilla», es «el amor» y que «todos podamos, en Miami, en todas partes, vencer el miedo (…) a pesar de que todos somos distintos, a pesar de que todos pensamos distinto».