El alto consumo de alcohol y la violencia intrafamiliar asociada en sectores pobres son una alerta para evitar reproducir el mensaje de aceptación moral de las bebidas alcoholicas, dice William Klinger, Jr.

Por William Klinger Mosquera, Administrador de Arquitectura y Aplicaciones, y miembro del Programa «100 nuevas plumas en el Bicentenario, 2010-2021»

Si promover o practicar pornografía infantil fuera legal, lo promoverías o practicarías? Mi respuesta inmediata a esa pregunta es NO, pero el desarrollo de esta respuesta no es el objetivo de este artículo.

Hago esta pregunta para saber si te causa estupor. Si no, detenga su lectura en este punto. De lo contrario permítame presentarle mi punto de vista respecto a la fina brecha que existe entre la legalidad y la moralidad sobre el consumo de bebidas alcohólicas.

Desde que tengo uso de razón recuerdo que ha sido legal consumir bebidas alcohólicas en Colombia. Por otro lado, recordemos que en nuestro país el consumo de sustancias como la marihuana y la cocaína fue despenalizado para uso con fines terapéuticos y dosis personal mediante la sentencia C-221 de 1994 de la Corte Constitucional.

Concluimos, entonces, que tanto las bebidas alcohólicas como algunas otras sustancias psicoactivas pueden consumirse sin asumir un riesgo legal, siempre y cuando seas mayor a 18 años. Con base en lo anterior, siendo consciente de estar legalmente protegido frente al consumo de cualquiera de estas sustancias, qué preferiríamos consumir en un viernes social: alcohol o cocaína?

En Colombia cultural y socialmente hemos aceptado o quizá preferido las bebidas alcohólicas (tal vez porque no hemos probado aún un porrito); con un 92% de probabilidad hemos visto a nuestros padres, abuelos, o personas influyentes en nuestras vidas consumiendo este tipo de bebidas. 

Por eso asumimos que es correcto consumirlas; pero carecemos de conciencia respecto a las consecuencias de su consumo en la vida de esas personas, en nuestra vida, en nuestra familia y en nuestra sociedad.

Problemas de salud, violencia intrafamiliar, abuso a menores de edad, accidentes de tránsito, son algunas de las consecuencias del consumo de alcohol que me conducen a abrir el debate entre lo legal y lo moral en hacerlo.

En mi opinión, la maldad de un acto no se configura con el hecho mismo de hacerlo sino en la consecuencia que éste deriva. Ej: bien podrías escuchar música a alto volumen en horas de la noche si vivieras aislado de la sociedad, pero cuando estás en una comunidad seguramente tu acto no sería bien visto.

Partiendo del hecho de que la institución familiar (sagrada en mi opinión) es el soporte de nuestra sociedad, por ley transitiva afirmo que el alcohol es uno de los principales causantes del deterioro de la sociedad.

Un padre ebrio es propenso a maltratar a su esposa o a sus hijos causando daños irreversibles a los seres que supuestamente más ama, y esos seres agredidos seguramente tendrán comportamientos incorrectos con el resto de la sociedad.

Para sustentar lo dicho les propongo tomar como ejemplo la situación del departamento del Chocó, caracterizado por tener uno de los índices de necesidades básicas insatisfechas más altos de Colombia (según censo de 2005 del DANE).

Sin embargo, está catalogado como el tercer departamento con mayor consumo de bebidas alcohólicas, según cifras de la Asociación Colombiana de la Industria Licorera (ACIL).

No sería prudente asegurar que los 959 casos de violencia intrafamiliar reportados por PROFAMILIA en 2005 en este departamento están relacionados directamente con el consumo de alcohol, pero sí me parece curioso cómo el alto consumo de alcohol (Persona), violencia intrafamiliar (Familia) y pobreza (Sociedad) concurren en mi tierra natal y en otros departamentos.

Es hipócrita pensar que los riesgos asociados al consumo de alcohol son menguados con el hecho de reconocer su nocividad para la salud y prohibir su consumo a menores de edad.

Quizás ocultos intereses desvían la intención de un gobierno que en principio debería velar por el bienestar de sus ciudadanos; pero debemos asumir la responsabilidad como padres y agentes activos de esta sociedad de romper esa cadena generacional y evitar transmitirles a nuestros hijos el mensaje de aceptación (moral, no legal) del consumo de bebidas alcohólicas.

Termino este artículo preguntándote: ¿Aunque el consumo de alcohol es legal, promoverías su consumo a tus hijos, a tu esposo(a), a tus amigos, a tus vecinos?