A los 86 años, se fue otro ilustre de una generación que sirvió sin tacha al país. Compañero de García Márquez en el Liceo de Zipaquirá, fue magistrado y llegó a la gobernación por nombramiento de Virgilio Barco.
Había nacido en Condoto, en 1925. Se ganó una beca para estudiar el bachillerato en el Liceo Nacional de Zipaquirá. Así que a los 13 años, solo, de pantalón corto y con su maleta, emprendió  un viaje por canoa, barco, tren y bus escalera para llegar a Bogotá y a Zipaquirá.
Allí se encontraría con otro mulato excepcional: Silvio Luna Prado, quien se haría un prestigioso médico, muerto también recientemente.
Se graduó del Liceo en 1944. El encargado de las palabras de despedida de los 30 bachilleres fue un precoz talento de cuarto año: Gabriel García Márquez. En todo el Liceo había cinco «negros».
Ingresó a arquitectura en la Universidad Nacional en 1945, ocupando el quinto lugar entre 90 aspirantes.
Miguel Ángel salía presuroso de clase los viernes a las 6 de la tarde para un encuentro en el Teatro Colón: la charla de «viernes cultural» del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.
En 1948 cerraron la Universidad por el  asesinato de Gaitán, y Miguel regresó al Chocó. El gobernador lo nombró alcalde de Condoto a los 23 años, pero pasaría mucho tiempo antes de que el Presidente Virgilio Barco lo nombrara gobernador del Chocó. Fue abogado,  juez y magistrado.
En sus 80 años, seguía siendo un hombre con garbo, lúcido, rodeado de libros y de música (salsa, sobre todo), preocupado por su tierra, acomodaba de vez en cuando la foto de su madre en la pared,  hablaba de sus nietos, un gran conversador.
Fundación Color de Colombia expresa sus condolencias a sus familiares y descendientes, y rinde homenaje a la memoria de este hombre honorable. En la foto, Miguel Ángel Lozano, a la derecha, con su hermano Rafael Lozano.