Una nieta del gran Manuel Zapata Olivella, recuerda que en el lejano 1953, en el Teatro Colón, Delia comenzó a tejer el rescate del folclor.
Por Manuela del Mar Gómez Zapata, socióloga, asistente de la junta directiva de la Fundación Color de Colombia
En el ahora lejano año de 1953, Delia Zapata Olivella (Lorica,1926-Bogotá,2001), junto con su grupo de danzas, logró abrirles la puerta a las manifestaciones artísticas propias de la cultura de descendientes de africanos, en el marco del Primer Espectáculo de Danzas Negras realizado en el Teatro Colón de Bogotá.
Este hecho se consideraría posteriormente como la conquista de nuevos espacios para el reconocimiento, la visibilización y la divulgación del folclor y la idiosincrasia del hombre colombiano y especialmente de la cultura negra en el país.
Cuatro años más tarde, junto con su hermano Manuel, traspasaban fronteras y de la mano de Mao Tse Tung y al ritmo de la marimba, Delia entregaba un poco del caribe colombiano a la China revolucionaria.
Delia Zapata Olivella, con el espíritu aventurero que caracterizó a los Zapata Olivella, llegó a la capital y tras estudiar artes plásticas en la Universidad Nacional, dedicó más de treinta años a la investigación y a la búsqueda de nuevas formas de expresión.
Estas resultaban siempre del arduo trabajo de campo, recorriendo el país y accediendo así al conocimiento de espiritualidades, religiosidades, costumbres y creencias populares propias de los habitantes del territorio colombiano, que constituyen la trietnicidad del país.
En su larga trayectoria como investigadora y bailarina, Delia, con Rosario Montaño Cuéllar, creó -en 1983- la licenciatura de Danza y Teatro en la Universidad Antonio Nariño -primera dedicada exclusivamente a estas dos ramas artísticas-, permitiendo que gran cantidad de alumnos se formaran allí, quienes posteriormente se transformarían en replicadores del quehacer artístico.
Este 24 de mayo, a 10 años de su muerte, aún se escuchan retumbar los tambores en el Palenque de Delia y Edelmira, su hija, dirige las coreografías para próximos montajes. Los collares que cuelgan de su cuerpo son extensiones de Yeya- como le decían sus más allegados- y ella misma se hace manifiesta en cada tiempo y movimiento.
Ihan, su nieto, rinde homenaje permanente a su abuela; su percusión llena de sonidos la casona de La Candelaria donde se mantienen vivos la labor y los recuerdos de Delia.
Como es el destino de los Zapata Olivella, Delia, en su afán de abarcar territorios en la incesante búsqueda de nuestros orígenes, viaja a África, donde se contagia de paludismo y luego de casi dos meses muere en Bogotá el 24 de mayo de 2001.
Tres años más tarde y como en un ritual, el Ekobio Mayor Manuel Zapata Olivella, siguiéndole los pasos al Muntú por el África y recogiendo los de su hermana de aventuras, regresa a Bogotá, donde fallece el 19 de noviembre de 2004.
Pareciera que la maldición de Changó hubiese traspasado tiempo y espacio para habitar el siglo XXI en la memoria de esta gran mujer.
* Para un perfil completo, elaborado por Edelmira Massa Zapata, hija de Delia, ver: http://www.musicalafrolatino.com/pagina_nueva_65.htm