«Los colombianos no cambiaremos nuestra actitud por una ley que nos señale cómo pensar y actuar frente a las personas ‘diferentes’, pues la justicia no funciona mucho y las cárceles están llenas», dice joven ingeniera.
Por Claudia Marcela Olaya Perea, ingeniera ambiental de la U. Libre, y participante en el programa «100 nuevas plumas en el Bicentenario, 2010-2021»
Está circulando por internet un video que tiene el nombre de AFROAMIGO. Cuando lo vi no podía creer que se estuviera promoviendo una ley que penalice el racismo en nuestro país. Me irritó  que se piense que el racismo en nuestro país es simplemente hacia los negros.
Este país es racista no solo con los negros e incluso con los indígenas; también hay racismo contra los «blancos» de nuestro país.  Es cierto que las consecuencias negativas se notan más en las «minorías».
La famosísima Ley 70 de 1993, «que reconoce territorio, identidad, desarrollo económico y dos asientos en el congreso para las comunidades Negras», es realmente una ley de apariencia para ocultar el racismo hacia esta «minoría» en Colombia.
Siento que estamos en retroceso. Soy bogotana y nunca me sentí discriminada en el colegio o en mi universidad. Siempre pensé que las personas me veían más allá del color, pero realmente no ocurre eso. Nuestros ojos no pueden mirar más allá de los colores.
Muchas veces he escuchado comentarios de mis amigos y compañeros, que dicen no soy racista, pero… Quizá quería creer que realmente en esta ciudad no existía el racismo, pero en el último año he sabido de varios episodios de racismo, que implican discriminación e insultos.
Esto me hizo sentir muy triste y pensar que realmente no conozco la realidad de mi país. Y reitero: aunque el racismo afecta a las minorías, también la gente blanca de nuestro país se ha sentido discriminada, en menor porcentaje, pero ocurre.
Pero el cambio no está en promover una ley para encarcelar a la gente.  El cambio se logra con educación, para ver a las personas como tal, ver sus virtudes, sus cualidades, sus talentos, por encima del color.
Los colombianos no cambiaremos nuestra actitud y pensamientos por una ley que nos señale cómo pensar y actuar frente a las personas «diferentes», pues sabemos que la justicia no funciona mucho y las cárceles no tienen capacidad para más gente.