El gobernador Antonio Navarro presenció cómo 40.000 tumaqueños reclamaron la presencia y el liderazgo del gobierno nacional ante las bandas criminales que azotan a la ciudad.
Por Fernando Pinzón Pérez, director del periódico TumacoPopolo
Fue necesario que acosados por el crimen impune, el dolor sin límites y embargados por el luto municipal en sus corazones, los tumaqueños salieran juntos a caminar como comunidad organizada y decidida en un solo grito de silencio: el derecho a la vida para todos.
Desde las primeras luces que se fueron apagando en el cielo de los antiguos y pacíficos Tumacos (los habitantes primigenios), sus descendientes se fueron concentrando en las instalaciones del Polideportivo San Judas, donde el pasado 6 de julio se recordó la visita hace 25 años de su Santidad Juan Pablo Segundo.
Llegaron de veredas como Tangareal, Llorente, La Guayacana, La Espriella, hasta de Bocagrande, la isla con poema y canción propia que el pueblo entona en sus noches de nostalgia.
Salieron de los profundos rincones de la isla de Tumaco, donde incuban los mensajeros del terror y la muerte; de los barrios Buenos Aires, Viento Libre, Panamá, cuyas familias en lento éxodo buscan otros lugares donde atrincherarse contra los violentos de todas las bandas narcoterroristas que ejercen implacable control territorial.
Una marejada humana con la camiseta puesta de la dignidad y el coraje. Felices, muchos indocumentados y la mayoría esperanzados de que ahora sí, el gobierno nacional «les pare bolas»; que acabe el exterminio a que someten a su juventud sin mayores posibilidades de empleo o de encontrar algo que hacer en esta vida que les arrebatan en un santiamén.
Las calles solitarias y limpias (los únicos que trabajaron fueron los del aseo) vieron pasar la caminata de la vida. En los balcones, las banderas blancas en testimonio de solidaridad con la jornada.
Para el gobernador Antonio Navarro desfilaron 30 o 40 mil personas «y fue un acto de la comunidad de Tumaco como nunca antes había presenciado».
Eso también creen los comerciantes que cerraron sus negocios sin excepción, aunque las ventas están a ras de suelo.
Desde el Foro por Tumaco, quienes motivaron la jornada de reclamación, uno de sus principales animadores, Humberto Gómez, concluyó que fue una respuesta asombrosa.
«Tumaco tiene quien la quiera y sus dolientes son cada vez más», expresó enérgico y seguro de que las cosas ahora tienen que cambiar: «no más muerte, soluciones al desempleo, a la miseria, que viva mi Tumaco del alma», concluyó exaltado.
Mientras, el intenso calor empapaba sus palabras y su frente se convertía en un sudario.
La clase dirigente marchó en la retaguardia y hasta el alcalde municipal guardó prudente silencio. Los 5 aspirantes a la alcaldía, confundidos entre la masa, marcharon ahítos de multitud y uno de ellos, el Ph.D Héctor Antonio Angulo, sintetizó lo que ocurrió:» fue más de lo que se esperaba. Los problemas tocaron fondo y el pueblo exige soluciones de inmediato».
Fue el día lleno de sol, animado por los grupos musicales de Tumaco, ganadores del reciente Festival del Petronio Alvárez, cuando Tumaco marchó para que no hubiera un solo muerto por la violencia y al final lo consiguió.
El jueves 15 de septiembre de 2011.
Fotos: TumacoPopolo